Desconectar para reconectar: amigate con la lentitud

La lentitud no tiene que ver con la ineficacia, sino con el equilibrio. Con la posibilidad -y la necesidad- de llevar una vida más balanceada.

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Quiero todo y lo quiero ahora. Vivimos sumergidos en una cultura que acelera, que valora por sobre todas las cosas la velocidad y la eficiencia. A puro vértigo, sin resto para paladear vínculos, procesos y momentos que demandan tiempo, se nos va la vida. Pasan el tiempo y nos devora. En la rapidez, nos perdemos. Nos enajenamos. Hasta que el cuerpo nos para de algún modo y nos ruega "esperarlo", escucharlo. Quiere volver a ser uno con la mente y el corazón. Volver a SER.

Para eso, necesitamos ir más despacio, algo que no implica detenernos. La lentitud no tiene que ver con la ineficacia, sino con el equilibrio. Con la posibilidad -y la necesidad- de llevar una vida más balanceada.

Los tiempos emocionales son diferentes a los de la cabeza: cuando dejas que la cabeza lleve las riendas, tienes muchas posibilidades de desatender lo que sentís

Es clave entender que los tiempos emocionales son diferentes a los de la cabeza: cuando dejás que la cabeza lleve las riendas, tenés muchas posibilidades de desatender tu mundo emocional. Lo más probable es que ni lo registres hasta que el sentimiento, por fuerte, se imponga y te pare (muchas veces con síntomas físicos). Por eso, es bueno reflexionar, frenar y no llegar hasta allí.

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El cuerpo también se maneja en otros ritmos, diferentes a los de la mente. Los tiempos biológicos requieren procesos:no estamos preparados para vivir a mil y la velocidad afecta nuestra salud. Nos vuelve más violentos, enojadizos, "agotados", y arruina nuestra calidad de vida y el vínculo con los demás: cuando uno va rápido muchas veces atropella, porque desatiende también los tiempos del otro. En el trabajo, en la calle, en el tránsito, en los vínculos... La velocidad multiplica el riesgo de choque y el número de problemas.

Y lo mismo a la hora de comer: acelerar los pasos no sólo dificulta la digestión sino que nos priva de disfrutar de los sabores que nos regalan los alimentos. Nutrirse es mucho más que "llenar" la panza. ¿Oíste hablar del mindful eating?

La tragedia no es la rapidez en sí misma, sino que vivimos siempre en el carril rápido. Vivir de prisa no es vivir: es sobrevivir

Los vínculos, la velocidad tampoco es buena. En la intimidad, la velocidad genera desencuentro. No creas eso de que en poco tiempo das amor. Escuchá los sueños de la gente que amás, sus miedos, sus alegrías, sus fracasos, sus fantasías y problemas. Es una estupidez pensar que se puede amar una hora por día y basta con eso.

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