Benditas las manos que ayudan a traer vida: San Ramón Nonato y el día de la obstétrica

Leonora Arditti, médica argentina, obstetra, apasionada por su profesión, escribe sobre el maravilloso “trabajo” de ayudar a la mujer a transitar el don de llevar un bebé en el vientre y “lanzarlo” al mundo.

La obstetricia es la rama de la medicina que se ocupa del embarazo, el parto y el período posterior a éste, es decir el puerperio. La palabra viene del latín "obstare", que quiere decir "estar delante de". Los romanos llamaban "obstetrix" a la comadrona, actual obstétrica, porque para realizar su labor se paraba delante de la parturienta.

En nuestro país, como así también en muchos otros, la Obstetricia es una carrera universitaria independiente de la especialidad médica, donde los futuros obstétricos se forman de manera integral y específica para la atención de la embarazada y la puérpera, y también durante toda la vida de la mujer en el cuidado de su salud sexual y reproductiva.

Es así como llamamos obstetra al médico/a especialista en Obstetricia y obstétrico/a al que recibió tal título por haber cursado y aprobado la carrera de Obstetricia.

El 31 de agosto conmemoramos el día de la obstétrica. ¿Por qué? En honor a San Ramón Nonato, patrón de las embarazadas y de todos aquellos que anhelan ser padres.

San Ramón Nonato nació en circunstancias bastante extraordinarias, según cuenta la tradición el 2 de febrero del año 1200 en Portell, un pueblo de la antigua corona de Aragón. Sus padres eran un matrimonio perteneciente a la nobleza y habían intentado tener un hijo por mucho tiempo, sin éxito. La madre solía acudir a orar a la ermita de San Nicolás de Bari, donde siempre pedía ser bendecida con el milagro de la maternidad. Finalmente, sus ruegos fueron escuchados y queda embarazada.

Un día, estando ya próximo el nacimiento y encontrándose ella en camino a su casa, súbitamente fallece (aquí mi espíritu de obstetra vuela y se pregunta si habrá sido por eclampsia). Tendida en el camino, es hallada por el Vizconde de Cardona, que había salido de cacería, y al ver que la mujer estaba muerta y notar que también estaba embarazada, toma su daga, abre el vientre de la mujer y así nace vivo el niño al que posteriormente bautizaron Ramón en honor al Vizconde que lo salvó.

Hoy en día llamamos a ésto que hizo el Vizconde "cesárea heroica", es decir, la extracción fetal por cesárea luego del fallecimiento materno. Es una situación sumamente dramática, desesperada, de intentar salvar una vida que depende de la otra que se perdió, por lo que se convierte en una verdadera carrera contra el tiempo.

San Ramón fallece en el camino, al igual que su madre, el 31 de agosto de 1240. Fue enterrado en la ermita de San Nicolás de Bari, donde su madre solía orar anhelando su venida al mundo. Posteriormente y en su honor, fue construido un monasterio en ese lugar alrededor del cual creció el pueblo de San Ramón.

En Buenos Aires, el santuario de San Ramón Nonato queda en el barrio de Villa Luro. Allí todos los 31 de agosto se bendice a embarazadas, niños y a todos aquellos que anhelan ser padres, ya sea biológicamente o por adopción.

Como obstetra estoy profundamente agradecida a todas las parteras, comadronas, obstétricas que, con alma y vocación, me enseñaron el arte de la obstetricia. Muchas ya no están. A todas ellas: ¡que tengan el mejor de los días, benditas las manos que ayudan a traer vida!

 

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