Una argentina le pide ayuda al Presidente para poder irse de Egipto

“Pido al mismo Presidente que solicite que se me permita salir del país, no cometí un delito, simplemente me fui de la casa porque hay agresiones. Necesito pararme como ser humano”

Las parejas de diferentes culturas pueden tener diferencias y conflictos a la hora de encarar una relación y avanzar en el desarrollo de una familia. Pero a veces las cosas llegan demasiado lejos y al momento de terminar una pareja las leyes y costumbres de cada lugar agravan las cosas. Es el caso de una mujer argentina, nacida en el provincia de Misiones, que le pide al presidente Mauricio Macri ayuda para salir de Egipto, debido a que el marido, a quien decidió abandonar por agresiones domésticas, le aplicó una restricción para salir del país y para ver a sus hijas.

Se llama Carolina Pavón y su historia conmueve al mundo y se ha vuelto viral en los medios de comunicación y las redes sociales. Desde el año pasado que quiere divorciarse y volverse a la Argentina, pero las leyes del país de Medio Oriente no se lo permiten. Sufre violencia de género y cuenta detalles de la relación que tenía con su pareja quien, luego de un año de relación, “se convirtió en un ser violento”.

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“Acá es normal que los hombres les peguen a las mujeres, que la traten como dueños. La vida de las mujeres valen la mitad que la de un hombre”, contó y despertó el repudio y solidaridad de mujeres y hombres de todo el mundo.

“Tuve que adaptarme a una nueva vida, a una sociedad machista que me obligó a cambiar de ropa. La religión musulmana reprime derechos que son elementales en Occidente. De pronto, mi esposo comenzó a ponerse violento, no me dejaba salir de la casa, me golpeaba, maltrataba, considerándome de su exclusiva propiedad”, confió y aseguró que en Medio Oriente es “normal” que los hombres maltraten a las mujeres.

La convivencia de las parejas cuyos integrantes pertenecen a diferentes culturas suele despertar diferencias y conflictos en torno a la visión sobre los roles y derechos del varón y de la mujer en la sociedad y en el hogar, y, en países apegados a ideologías muy conservadoras y tradicionales, no son pocos los casos en que la educación de los hijos y los temas religiosos disparan situaciones de violencia que afectan seriamente a mujeres y niños.

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Carolina contó que no toleraba la situación y las cosas cada vez estaban peor. “Me obligó a tener otro hijo porque allá los hombres hacen lo que quieren con las mujeres. Así nació Yuliana”, contó. Sobre la posibilidad de hacer una denuncia frente a tanta violencia, respondió: “lo intenté. Pero para que te tomen la denuncia tenés que tener dos testigos hombres, que sean ajenos a la familia o cuatro mujeres, también extraños. El problema es que los actos violentos siempre son en el hogar y el relato de mis hijas tampoco valía”, explicó.

En 2013, su marido, Mahmoud Mohamed Mahmoud Ahmed Tarfa, se quedó sin trabajo y decidieron volver a Argentina: “Sentí que allí terminaría el calvario, estaría con mi gente, otras reglas, no podría hacer lo que quisiera. Pero no fue tan así”. Mahmoud no logró adaptarse a la vida de Occidente y volvió a Egipto en septiembre del 2014. “Como las chicas estaban terminando el ciclo escolar, nos ‘ordenó’ que volviéramos a fin de año, pero no lo hice y comenzó a amenazarme con contactos árabes en la Triple Frontera”.

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Su decisión estaba firme, pero sus hijas querían volver. “Ellas no estaba bien, querían volver a su país, a su religión. Yo me crié sin papá, no quería que ellas pasaran por lo mismo. Les dije que íbamos a volver, pero que si su papá me volvía a pegar, yo me iba”.

Hubo una situación muy violenta y decidió tomarse una caja de tranquilizantes. “Quise matarme, no quería ser ese ejemplo para mis hijas. No quería que tuvieran una mamá que no hacía nada por la violencia ejercida por su padre. No quería que crecieran pensando que eso era normal, no soporté más. Mis hijas me gritaban y me decían que no me muera, que vomitara”.

“Mi marido puso una restricción para que no vea a mis hijas”

En medio de la trágica escena, Carolina cuenta que su marido agarró a las nenas y les dijo: “Ven, así quieren las mamás de Occidente, prefieren morirse que vivir con sus hijas”.

“Ese fue el último episodio que soporté. Mis hijas no querían venirse conmigo y me fui. Afortunadamente me contacté con una familia con la que me estoy quedando mientras puedo solucionar el tema del divorcio y volverme a mi país. Pero mi marido no quiere, él no me quiere firmar nada y ya me puso una restricción para salir del país y ver a mi hijas”, explica Carolina y ruega a las autoridades argentinas que tomen cartas en el asunto.

La última vez que vio a sus hijas, de 11 y 7 años, fue en diciembre, a la salida del colegio. “Las quise abrazar, pero ellas me rechazaron. Me dijeron que estaban enojadas porque no volvía a la casa. Les dije que está mal que papá le pegue a mamá y me respondieron que la abuela se deja pegar por el abuelo, y que estaban decepcionadas porque no tenía el velo puesto. Fue muy angustiante, pero es lo que les metieron en la cabeza”.