El Valle del Picapedrero de Argentina ofrece turismo aventura e historia

Los visitantes al Valle del Picapedrero escalan rocas, se deslizan en tirolesas o hacen equilibrio sobre movedizos puentes en el centro de la provincia de Buenos Aires. No te lo pierdas.

valle del picapedrero

La zona de Aurora, Cerro del Águila y Los Corrales, donde hace 2.500 millones de años afloraron rocas graníticas del sistema geológico más antiguo del país (la cordillera de Los Andes tiene "sólo" 70 millones de años), ofrece a los visitantes la posibilidad de practicar turismo aventura y ecológico. Hablamos del maravilloso Valle del Picapedrero, un lugar en el que los turistas buscan descargar la adrenalina.

Valle del Picapedrero

Lo que desde fines del Siglo XIX fue fuente de trabajo para los picapedreros, en su mayoría inmigrantes italianos y españoles que como artesanos del paisaje labraron frentes de explotación, hoy son abruptas paredes, canteras y barrancos para los turistas que buscan aventura en la pasividad de las sierras.

El Valle del Picapedrero queda a unos cinco kilómetros al oeste de Tandil, y se llega por un camino de tierra que parte de la avenida Taborín a la altura del "puente colgante" y desemboca en esta amplia área protegida, donde entre un frondoso verde de árboles bajos, surgen los promontorios grises y rojizos del sistema de Tandilia.

La cava más importante es la Aurora, de unos 20 metros de alto, en la que los guías autorizados establecieron varias rutas de escalada deportiva, con diversas dificultades, lo que la convierte en apta para todas las edades, además de espacios para descenso en rappel.

Tirolesa

Un sendero entre arbustos y pajonales típicos de la pampa bonaerense, entre los que revolotean y cantan pájaros de variadas especies, conduce al sector de tirolesa, donde los turistas se desplazan entre dos puntos en desnivel, distantes una treintena de metros, sujetos por arneses a una polea que rueda por cables de acero.

En ese sector, al amparo de una alta pared de tonos amarillos, grises y rojos, con una alfombra de pastos y plantas bajas de un verde muy fresco, se instalaron las bases de la tirolesa, entre árboles que ayudan a sostener la estructura.

Los deslizamientos "de bautismo" son acompañados por gritos o exclamaciones que mezclan temor con emoción al cruzar colgados a una decena de metros, pero luego todos se entusiasman y repiten el cruce tantas veces como el tiempo lo permite.

Puente de cuerdas

Otra actividad vertiginosa es el cruce de un barranco a unos seis metros de altura, a lo largo de unos veinte metros, a través de un puente hecho sólo de cuerdas amarradas entre sí, con una para pisar y otras dos para tomarse con las manos.

El vértigo que puede generar esta actividad se reduce debido a una cuarta cuerda a la que va enganchado el arnés y que sostendría al turista aventurero en caso de un resbalón, tanto en el más extenso, para adultos, como en uno más pequeño y de baja altura destinado a los niños.

Por otra parte, todos los que guían y asisten a los visitantes en estas prácticas son profesores de educación física especializados en vida en la naturaleza, guías de montaña o guías serranos, explicó a Télam Pablo Maiarú, presidente de la Asociación de Guías de Tandil, que integra el Ente Mixto de Turismo de la ciudad.

Actividades para no avetureros

El Valle del Picapedrero es también amigable para quienes por cuestiones físicas, edad o algún impedimento no pueden desarrollar actividades en altura o de adrenalina, ya que cuenta con circuitos para senderismo y conocimiento de la naturaleza, así como charlas históricas.

Estos visitantes pueden quedar en manos de otros guías, quienes les contarán la historia de las familias inmigrantes que se establecieron en el valle para realizar el trabajo de picapedrero, y también de los anteriores habitantes originarios del lugar.

Trekking

El trekking se puede desarrollar por tres circuitos de diversa extensión, que son el Temático, de 710 metros; el Chico, de 970, y el Grande, de 1.200 metros, todos de baja dificultad.

El recorrido permite conocer la variada flora autóctona del lugar, que tiñe de diversos grados de verde, amarillos y tonos rojizos el valle, y donde existe la posibilidad de avistar la fauna aérea en gran medida, y también algunas especies terrestres, como liebres, comadrejas, vizcachas, cuises y, aunque con mayor dificultad, algún zorro, zorrino o mulitas.

El Valle del Picapedrero está ubicado en una zona protegida de Tandil, por encima de la cota 200, por lo cual la instalación de construcciones está limitada para proteger de esa manera el medio ambiente serrano.

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