Conociendo Copenhague de la mano del autor de "La sirenita"

Actualizado: 1 de julio de 2020

El avión está bajando y la información que tengo es poca: Dinamarca es un país ubicado al norte de Europa, sobre una larga peninsular y muchas islas. En una de ellas está la capital, Copenhague.

El país es bajo y plano, sin montañas, con 5 millones y medio de habitantes. Es un “estado de bienestar” y uno de los países más felices del mundo, a pesar de la poca luz y el frío invernales.

Venimos en familia, en vacaciones de invierno, escapando del frío de Buenos Aires para tomar un crucero por el mar Báltico, aprovechando los días largos del verano Europeo.

Al salir del aeropuerto un guía nos está esperando. Es alto y rubio, como casi todos aquí, con aire distinguido y un rostro plácido. Se presenta en un inglés tan claro que le entendemos sin dificultad y nos dice:

“Mi nombre es Hans Christian Andersen, bienvenidos"

Es el nombre del célebre autor de tantos bellos cuentos para niños (“El rey desnudo”, “El patito feo”, “La sirenita”, por ejemplo) que vivió en el siglo XIX y es un símbolo danés. Sorprendidos le preguntamos, “Es pariente de…”.  y no nos deja terminar la frase. Con mucho orgullo responde: “Soy descendiente directo de Don Hans. Como Uds. saben mi antepasado fue un gran viajero que recorrió medio mundo para inspirarse. Por eso, como yo también trabajo de escritor, tengo como hobby recibir a los turistas los fines de semana para contarles los secretos de nuestro país y, de paso, conocer sus historias”.

¡Difícil imaginar mejor bienvenida!

En el trayecto al hotel nos cuenta que Dinamarca significa límite (mark) de tierras bajas (dan) porque el país tiene una altura promedio de 31 metros. Agrega, orgulloso, que su pequeño país es la economía número 16° del mundo y líder en tecnología agraria, maquinaria de energías renovables y diseño. El 85% de las propiedades agrarias tiene menos de 50 has. y la mayoría son familiares. Nos guiña un ojo al afirmar que Dinamarca lidera los rankings de felicidad personal.

Ya en la puerta del hotel, y mientras el botones baja las valijas, nos cuenta dos cosas: que el país tiene dos partidas de nacimiento y que la bandera les cayó del cielo. ¿Cómo es eso? preguntamos.

Cuenta que las partidas de nacimiento son dos grandes piedras con inscripciones rúnicas (alfabeto vikingo), de los años 955 y 965, encontradas en la ciudad de Jelling (Jutlandia), donde se menciona por primera vez el nombre “Dinamarca”.

La bandera danesa, la más antigua del mundo, les cayó del cielo en el año 1219 mientras el rey Valdemar II luchaba en Lyndanisse (Estonia) y que le dio energías para lograr el triunfo. La señala en la puerta del hotel: tiene una cruz romana blanca sobre un fondo rojo.

Media hora más tarde salimos del hotel y volvemos a subir a la camioneta de Hans que nos conduce al centro de la ciudad.

En la plaza de “Radhus”, donde está el Ayuntamiento, vemos una columna coronada por dos guerreros vikingos que tocan sus trompas con cuernos.

¿Estuvieron aquí los vikingos?, preguntamos con inocencia sudamericana. Nos mira con cierta incredulidad y contesta con cara de malo: “nosotros somos los vikingos”, para luego decir sonriendo “pero desde hace mucho estamos civilizados”

Entonces cuenta que los vikingos, cuyo nombre significa piratas o comerciantes, eran pueblos escandinavos que incursionaron en forma violenta por Europa y otras zonas entre los años 750 y 1.100. Los noruegos tomaron el norte y oeste de Inglaterra, los daneses Inglaterra y Francia, y los suecos, Rusia hasta Constantinopla.

¿Conocen a Ragnar Lodbrok?, pregunta durante su relato. Hacemos silencio y se ríe. Veo que no miran televisión nos dice. Es el personaje más famoso de la serie “Vikingos” de Netflix y participó en la toma de París.

El relato se extiende e incluye el recuerdo de los Normandos que -nos recuerda- eran los vikingos asentados en Francia y en 1066 invadieron Inglaterra con Guillermo de Orange, quedándose como reyes hasta la guerra de los cien años. Esa invasión explica porqué hay tantas palabras latinas en la lengua inglesa y porqué está escrito en francés el escudo inglés. No deja de resaltar que los vikingos llegaron a América antes que Colón, estableciendo un campamento en Terranova.

Agrega que en Ribe, un pueblo de la península, todavía quedan vikingos que siguen con sus tradiciones y que podríamos visitar.

Antes que podamos respirar o preguntarle algo subraya “No olviden que Dinamarca controló en una época a Noruega y Suecia, fue dueña de las Islas Vírgenes en América hasta 1917 y de Islandia hasta 1945. Además el enorme territorio de Groenlandia le pertenece”.

“Guau!” exclamamos. No lo sabíamos.

Hans nos lleva al otro lado de la plaza Radhus donde hay una enorme estatua de un hombre sentado con mirada apacible: “Les presento a mi tío tátara tátara abuelo Hans Christian Andersen”, nos dice sonriente. Para demostrarle que estamos en tema Vicky, desde sus diez años le dice “Vimos la película sobre la sirenita de Disney. Nos encantó”.

Nos mira furioso y dice: “Esa película es un fraude. La sirenita es una historia profunda, escrita en 1837, donde se muestra la inocencia, el deseo por conocer el mundo, el enamoramiento, el sacrificio del amor, el dolor por no ser correspondido, la ayuda de la familia en los momentos difíciles y la búsqueda del alma inmortal. Fue pensada para crear valores en los niños. En cambio, Hollywood, la reemplaza por una historia edulcorada, superficial y con un final feliz que no enseña nada”.

Guardamos un cauteloso silencio.

Vuelve a tomar la palabra y dice “En rigor, mi ancestro no fue suficientemente reconocido en su época en Dinamarca hasta que no fue galardonado en el extranjero, por eso escribió “El patito feo”. Además era un gran crítico social, como lo demuestra su cuento de “El rey está desnudo”¿lo conocen? Por suerte podemos responder que sí y eso lo deja más tranquilo.

Ahora nos conduce hasta la estación central de trenes, frente a la misma plaza. Nos cuenta que, a media hora de tren desde allí, hacia el norte y frente a la entrada al mar Báltico, podemos visitar el famoso castillo de Kronborg (Helsingor), donde William Shakespeare, que nunca salió de Inglaterra pero era un gran lector, ubica el desarrollo de una de sus obras más famosas “Hamlet”. Es el lugar donde el joven príncipe de Dinamarca, sumido en preocupaciones metafísicas: “ser o no ser”, piensa su venganza contra el tío que asesinó a su padre y se casó con su madre tras pronunciar la famosa frase: “algo está podrido en Dinamarca”.

Saliendo de la estación nos señala que, si seguimos por esa misma avenida, llegaremos al puente “Oresund”, que une Copenhague con la ciudad sueca de Malmö. Inaugurado en el 2000, tiene 7,5 kilómetros de largo y conecta una isla artificial y un túnel submarino. Qué maravilla, decimos, mientras pensamos en el proyecto siempre pendiente de puente entre Buenos Aires y la ciudad uruguaya de Colonia.

Del otro lado de la plaza asoman “montañas rusas” trás un palacio. ¿Qué es eso? Pregunta Sofía, desde sus quince años. Es el parque Tívoli, uno de los parques de diversiones más antiguo del mundo, inaugurado en 1843 y en pleno centro de la ciudad. Las nenas quieren ir ahora, pero no hay tiempo. Quizás a la vuelta del crucero.

Alrededor de la plaza vemos un incesante paso de bicicletas, con bicisendas tan importantes como los carriles de autos y nos cuenta: en esta ciudad la prioridad la tienen las bicicletas sobre los autos.

¿Y porqué hay tantas?. Porque es una ciudad plana y se aprovechan para todo. Hay dos bicicletas por habitante además de las que se pueden usar gratis, que son del municipio y las de alquiler.

Sin dejarnos respirar nos guía, a pié, por la famosa calle “Stroget”, una peatonal que recorre la ciudad y es considerada aquí la peatonal más larga del mundo. Zigzagueando entre bares y tiendas, llegamos a un negocio de “Lego” y nos dice: El “lego” es un invento danés de un carpintero llamado Ole Kirk Christiansen, quien en 1920 había creado miniaturas de madera.

Se extendió por todo el mundo y hoy hay en la Dinamarca peninsular (Jutlandia) un parque temático, con atracciones al estilo Disney, denominado “Legoland”.

Pasamos por la cartelera de un cine y nos cuenta que industria danesa de cine tiene más de cien años y que en 1995 se inició el movimiento fílmico “dogma”, con Lars Von Trier y Tomas Vinterberg, con su manifiesto de actuación y diez reglas para purificar al cine. Últimamente festejaron tres premios Oscar con “El festin de Babette”, “Pelle el conquistador” y “En un mundo mejor”. En un aparte menciona que son pioneros en cine para adultos y que esa industria tiene un fin moral en Dinamarca: dada la baja tasa de natalidad se promueven las relaciones entre las parejas “Hágalo por la patria”, se dice. Nos reímos.

Llegamos a un hermoso canal, lleno de barcos de vela, bordeado de edificios de colores y atestado de restaurantes y cafés. Es el famoso canal Nyhaven que aparece en todas las postales

Tomamos cerveza mientras Hans nos cuenta que es una costumbre que tiene miles de años aquí y que se asocia a la buena salud y cura de enfermedades. La fábrica más famosa fue la de Carlsberg que se encuentra muy cerca. La acompañamos comiendo unos “smorrebrod”, una especie de tapas cubiertas con exquisiteces varias. Nos cuenta que el mejor restaurante del mundo está en la ciudad, se llama “Noma”, y el cheff es el famoso Rene Redzepi. No hay tiempo para conocerlo, otra vez será.

Unas cuadras más adelante llegamos a “Amalienborg”, un complejo de cuatro palacios estilo rococó que bordean una gran plaza empedrada con la estatua de Federico V a caballo. Aquí vive la familia real y dan cuenta de ello los guardias armados que la recorren, con sombreros similares a los ingleses pero con uniformes azules. Por detrás sobresale la cúpula circular de la iglesia de Marmorkirken, toda de mármol blanco como su nombre indica, que es una réplica en escala de la del Vaticano.

El conjunto es hermoso, nos traslada en el tiempo y se complementa con la visita al museo de la casa real. Mientras lo recorremos Hans nos cuenta que desde 1448 cada rey se llaman Christian o Federico, en forma alternada. Dinamarca es una monarquía parlamentaria. La reina actual es Margarita II, una mujer muy culta y muy querida de 75 años.

En lo económico-social Dinamarca es un modelo de “estado de bienestar”, con altos impuestos y servicios estatales gratuitos y universales, sin discriminaciones (salud, educación, bienestar social, etc.). En lo laboral el régimen es la “flexiguridad”, basado en un triángulo de oro: flexibilidad de las empresas para contratar y despedir; seguros de desempleo para los trabajadores; políticas estatales activas de formación y reinserción laboral. En este régimen la afiliación al sindicato es libre. ¡Qué diferente a lo nuestro!, mascullamos en voz baja.

Continuando por la misma calle llegamos al Museo de Artes Decorativas, un antiguo hospital transformado, donde hacemos un recorrido por la creatividad danesa y sus contactos con la cultura japonesa. Allí Hans nos cuenta que el estilo danés es simple, elegante, práctico y bello, y nos recuerda que el arquitecto y diseñador Arne Jacobsen presentó sus modelos de Silla Huevo y Silla Swan, los que fueron un éxito mundial. Lucía, mi esposa, asiente encantada.

En seguida nos introducimos en el Parque Churchil, donde está la fortaleza de “Kastellet”. Recorremos sus instalaciones y vemos a Hans apesadumbrado. Nos cuenta que en esta ciudadela, que fue la histórica defensa de la Capital, durante la segunda guerra mundial estuvo el cuartel general de los alemanes, que invadieron Dinamarca a pesar de haber firmado un pacto de no agresión, y que utilizaron el país como granero para sus tropas.

Salimos hacia el puerto y nos topamos con la estatua de “La sirenita”, del escultor Edvuard Eriksen, que se inauguró hace 100 años y está frente al mar. Es hermosa y expresa profunda espiritualidad

Nos cuenta Hans que es objeto de permanentes ataques y alteraciones: fue pintadas, apareció con corpiños y burkas, y dos veces fue decapitada. No obstante sigue allí. El considera esos ataques, aunque injustos y dolorosos, como un símbolo de la libertad de expresión, que es un derecho sagrado en Dinamarca.

A la mañana siguiente Hans nos pasa a buscar para llevarnos al puerto a tomar el crucero. En el momento de la despedida, vemos pasar un extraño rodado con el cartel de “Beerbike.dk” donde un grupo de jóvenes bebe cerveza mientras pedalea.

Lo miramos extrañados y él nos explica: acaban de ver algo que define el alma de la ciudad: andar en bicicleta y tomar cerveza, la energía sustentable y el ejercicio físico, combinados con el placer. Qué más se puede pedir? Y, con esa frase, se da media vuelta y sube a su camioneta.

 

Por Eduardo Favier Dubois

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