Secretos para reponerse más rápido del jet lag

Compartimos algunos consejos de especialistas para llevar mejor los cambios horarios y reponerse al jet lag.

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El Jet lag es la descompensación horaria que se produce cuando nuestro reloj interno, que marca los períodos de sueño y vigilia, no va a la par con el nuevo horario que se establece al viajar en avión a largas distancias.

Hay quienes lo llevan bastante bien, quienes solo se ven afectados durante unas cuantas horas y quienes tardan más de la mitad del viaje en aclimatarse a los horarios del país donde aterriza.

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Secretos para reponerse más rápido del jet lag

Si estás entre estos últimos, no desesperes. Hay algunos trucos que, si bien no son infalibles sni sirven para todo el mundo, ayudan a superar el temido jet lag con dignidad. Al menos, vale la pena probarlos.

ETAPA 1: ANTES DEL VUELO

Ajustar el reloj biológico de forma paulatina. Durante los ocho días previos a la salida de tu vuelo, es bueno despertarse e irse a dormir una hora antes si viajas hacia el Este. Si, por el contrario, tu destino es hacia el Oeste, lo mejor es despertarse y acostarse una hora después. Suena fácil, ¿no?

Practicar una dieta anti-jet lag. Según varios estudios alternar grandes festines con días de ayuno durante los días previos al vuelo también puede ayudar al organismo a adaptarse mejor al cambio de horario y a reducir el jet lag hasta en un 16%. Lo más aconsejable: muchas proteínas y carbohidratos durante los cuatro días anteriores y una ingesta mínima de calorías durante los dos días previos. El mismo día del vuelo, si éste es diurno, todavía te puedes dar un último festín durante el desayuno y así afrontar con más energía el vuelo transcontinental.

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Actualizar la hora de tu reloj durante el embarque. No nos engañemos: esta medida no te servirá de nada físicamente, pero te ayudará –y mucho– psicológicamente. Ya se sabe, nada como el poder de la mente.

ETAPA 2: DURANTE EL VUELO

Duerme, toma agua y come almendras. Antifaz y tapones para los oídos serán tus mejores aliados para conciliar el sueño durante el vuelo. Y durante las horas de vigilia, nada mejor que beber agua para estar bien hidratado y comer almendras, pues este fruto seco contiene melatonina, un potente aliado para regular las horas de sueño.

Evita el alcohol. ¿A quién no le apetece una copita de vino mientras hace una maratón de películas en el avión? Pues bien, aunque el plan es de lo más apetecible, no caigas en la tentación. El alcohol, al igual que la cafeína –así que aléjate también del café-, favorecen la deshidratación, la cual contribuye de forma considerable a aumentar la sensación de descompensación horaria. Así que ya sabes: agua, agua y más agua.

ETAPA 3: EN DESTINO

Un poquito de esfuerzo. Es muy fácil que al aterrizar te vayas directo al hotel y te metas en la cama. No lo hagas. Es preferible darse una ducha, pasear, salir a comer y mantenerse entretenido más que quedarse en la habitación. Todos pensamos lo mismo: “me acuesto un par de horas y como nuevo”. ¿Estás seguro de que serán sólo horas? Quizás la siesta te sentará de maravilla, pero estarás pagándola durante al menos los dos días siguientes.

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¡Buenos días, sol! La mejor manera de recibir el nuevo día en destino es despertarse con la luz del sol. Nada de despertadores o alarmas. Basta que por la noche dejes levantadas las persianas, de modo que la luz solar te “obligue” a despertarte de forma natural o, al menos, de una forma un poco más llevadera.

El primer día, aunque solo sea el primero, haz ejercicio. Las endorfinas que se producen al practicar ejercicio son uno de los mejores aliados contra el cansancio, y recorrer tu “nuevo barrio” a un buen paso puede ser una manera divertida de familiarizarte con la zona. Y no lo digo yo: la Organización Mundial de la Salud recomienda el ejercicio a todos los viajeros, ya que estar en movimiento durante el día ayuda a conciliar mejor el sueño por la noche y a establecer mejor una nueva rutina.

Come cuando toca. Una vez en destino, adáptate a los horarios de comida locales, ya que esto te ayudará a compensar el jet lag. Suele funcionar muy bien -si llegas temprano-, evitar el desayuno del avión y tomarlo con calma cuando aterrices: ya se sabe, ¡el mundo se ve de otro color con la barriga bien llena!

Y ahora sí, a descubrir el nuevo destino con los ojos bien abiertos. ¡Feliz viaje!

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