¿Truco o el beso más suicida de la historia?

Hoy te hablaremos del lugar donde se sacan esas fotos tan “riesgosas”. Cuando uno visita Río de Janeiro piensa en el Corcovado, el Cristo, el Pan de Azúcar,  Copacabana, o en sus extensas y hermosísimas playas. 

Pero hoy vamos a descubrir la Pedra do Telegrafo, un lugar increíble a una hora de Río, donde además de sentarte en la roca y contemplar una vista increíble, podrás hacer un poco de trampa para hacer una foto en la que parecerás un temerario. 

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A una hora de Copacabana, encontrarás Pedra de Guaratiba, un pueblo de pescadores con gran cantidad de restaurantes, donde se puede disfrutar de un marisco muy fresco. Desde ahí, para llegar a la Pedra do Telegrafo, preguntá a cualquier persona de la aldea que le alegrará indicarte el camino. La caminata dura alrededor de 30 minutos, es un camino muy fácil y bien señalizado. 

La Piedra es famosa por sus fotos “de riesgo” y llegan hasta ella excursionistas y curiosos.

Cuando por primera vez aparecieron las fotos de Luis Fernando Candela, de inmediato se creyó que se estaba frente a un temerario gimnasta a quien no le importaba el riesgo.

Sin embargo, las imágenes publicadas por Luis Fernando Candela se trataban de un truco de cámara

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La imagen lo mostraba a Candela haciendo ejercicios abdominales colgando de sus pies sobre un peñasco a 300 metros de altura. Acto seguido, este brasileño parecía estar realizando su entrenamiento. Sin embargo, el truco se descubrió: el atleta había colocado su cámara de manera tal que el ángulo le permitiera semejar una maniobra de alto riesgo, cuando en realidad su cuerpo estaba a pocos centímetros del suelo. Mirá las fotos y ahí lo verás.

El fenómeno fue repetido por cientos y cientos de turistas y brasileños que descubrieron el lugar -llamado Pedra Do Telégrafo- y ahora es una meca de la fotografía. Cada familia y pareja que aparece en el lugar repite el ritual con diferentes posturas, todas “riesgosas” y “temerarias”.

La sensación que tendrás allí en la parte superior de la piedra es de pura libertad. Mirá el horizonte y disfrutá de un pequeño pedazo de Río de Janeiro. Volverás con la energía renovada y los ojos encantados. ¡Merece una visita!