¿Qué harías si no tuvieras miedo? La magia de enfrentar la pregunta más incómoda

El temor es una de las grandes barreras a la hora de innovar. ¿Qué harías si no tuvieras miedo? La provocación que despierta, en palabras de Diego Pasjalidis.

Todos somos creativos, absolutamente todos. Algunos nos damos cuenta de ello en nuestras actividades laborales, otros en actividades artísticas, culinarias… Hasta incluso en las tareas más rutinarias y mecánicas requerimos de nuestra creatividad para resolver cualquier pequeño inconveniente que se nos presente.

Todos tenemos esa capacidad de imaginar, de crear en nuestra mente ideas, formas, colores, aunque pocos podemos llevar a la práctica esas ideas. Justamente, menos del 10% de todo lo que imaginamos alguna vez hacer se lleva a la práctica. Si bien a veces se debe a razones de tiempo, recursos, en muchas oportunidades nos aparecen barreras internas asociadas al sentimiento del miedo: miedo al fracaso, a perder dinero, a desprestigiarme, a lo que dirán los otros… miedo al miedo en sí.

Disfrazamos esos miedos con excusas: “no es el momento”, “cuando tenga un tiempo”, “el año que viene”, “una vez que culmine una actividad”, en fin, razones que nos ponemos para aplazar ese momento que puede enfrentarnos al miedo.

¿Qué haría si no tuviéramos miedo?

Esta pregunta nos ayuda a realizar un listado de todas aquellas cosas que nos gustaría hacer, pero que hoy estamos postergando por percibir ciertos riesgos.

Ese listado tiene un valor fundamental, porque habla de nuestros deseos o intereses insatisfechos. Aquello que, si lo realizáramos, nos haría más felices.

Lo que podemos hacer con este listado es, por un lado, entregárselo a varias personas y preguntarles si se animarían a hacerlo, en caso de que lo desearan. Esto nos demostrará que el miedo no es objetivo, sino que depende de cada observador, y nos ayudará a pensar en nuestros paradigmas y preguntarnos ¿por qué yo si tengo miedo de hacerlo?

Luego, podemos preguntarnos ¿qué es lo peor que nos podría pasar si lo hiciéramos?

¿Qué es lo peor que me puede pasar si lo hago?

Responder esta pregunta nos ayudará a tomar conciencia de esos hechos imaginarios, de esos fantasmas, que nos genera el miedo.

Veremos que, muchas veces, lo peor que nos puede pasar es seguir igual… con lo que el miedo es infundado. En otras ocasiones, notaremos que la probabilidad de que el hecho negativo ocurra es tan remota que ese miedo se reduce notablemente.

En cualquiera de los casos, es importante que realicemos un listado de lo peor que puede ocurrir en el caso de hacer algo nuevo o diferente para ser conscientes de que gran parte de nuestros temores son infundados.

Para aquellos que realizaron este proceso y han comenzado a notar que la relación satisfacción-miedo comienza a invitarlos a que innoven pero, pese a ello, hay “algo” (miedo residual) que aún les impide dar el primer paso, los invito a reflexionar en la siguiente pregunta: ¿Quién podría ser mi socio complementario?

El socio excusa: ¿quién podría ser mi socio complementario?

El socio complementario es quién puede ayudarnos con las capacidades, conocimientos, habilidades o ímpetus que –creemos– nos están faltando para innovar.

Muchas veces, este socio es una excusa que nos da el valor para dar ese pequeño pero gran paso. Ese socio no necesariamente tiene que ser una figura formal, puede ser un amigo, un consejero, un referente que nos de esa palabra de aliento o esa seguridad. Ese socio puede ser alguien que nos ayude a reflexionar sobre las tres preguntas para animarnos a innovar.

Los invito a que realicen sus listados y que nos compartan sus logros. Verán que así como le sucedió a muchos otros que lo han implementado, una vez que superan un pequeño miedo se dan cuenta de que pueden hacerlo con cualquier otro… Porque el miedo no tiene tamaño: el tamaño se lo damos nosotros.

 

Te puede interesar: