Todos escondemos 13 secretos que nos abruman, según la ciencia

Un nuevo estudio reveló que una persona promedio guarda 13 secretos, cinco de los cuales nunca se los contó a absolutamente nadie. ¿Lo peor? Los científicos explican que eso puede pesar demasiado, y no por el secreto en sí sino por toda la energía mental que se gasta pensando en ello.

Los científicos descubrieron que la carga de tener secretos puede afectar de maneras que nunca pudimos haber considerado. Algunas personas realmente se sienten físicamente más pesadas cuando tienen un secreto, y ese “peso” extra puede desviar la forma en que se maneja con su entorno social.

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“La gente tiene esta curiosa manera de hablar de secretos, como colocarlos o descargarlos”, dijo el investigador principal, Michael Slepian, profesor de administración de la Columbia Business School. “Encontramos que cuando la gente estaba pensando en sus secretos, actuaron como si estuvieran agobiados por el peso físico, y parecen tener un poderoso efecto incluso aún en el momento en el que no se están esforzando por ocultar un secreto“.

Slepian y su equipo examinaron 13.000 secretos de la vida real registrados en 10 estudios previos para averiguar lo que le pasa a la gente que lo está guardando, lo que significa tener un secreto, y por qué el secreto ha sido abrumadoramente visto como una experiencia humana negativa.

Lo que más les interesaba examinar era la suposición de que los secretos pueden ser perjudiciales para el bienestar físico y mental de una persona tomando en consideración que un buen número de investigaciones previas han vinculado el hecho de guardar un secreto con males como la depresión, la ansiedad y la mala salud física.

¿Pero es el contenido del secreto mismo lo que es tan peligroso, o es que los humanos respondemos terriblemente a mantener algo escondido?

Para averiguarlo, los investigadores condensaron sus 13.000 secretos en 38 categorías comunes de secretos y los presentaron a 2.000 nuevos participantes. Estas categorías implicaban cosas como mentir, hacerle daño a alguien, consumir drogas, robar, violar la confianza de alguien, infidelidad sexual, un pasatiempo secreto y su orientación sexual.

Cuando se preguntó a los participantes si guardaban secretos relacionados con cualquiera de estas categorías, se encontró que la persona promedio estaba guardando actualmente 13 de alguno de esos 38 secretos, cinco de los cuales nunca se lo han contado a nadie.

El estudio encontró que para la persona promedio, hay un 47 por ciento de probabilidad de que uno de sus secretos involucre una violación de la confianza; una probabilidad de más de un 60 por ciento de que implique una mentira o un problema financiero; y un 33 por ciento de probabilidad de que se trate de un robo, una relación oculta, o descontento en el trabajo.

El equipo preguntó entonces a los participantes con qué frecuencia sus pensamientos vagaban para pensar en esos secretos en el último mes y cuántas veces se encontraban en situaciones que los obligaban a ocultar activamente estos secretos.

Los resultados mostraron algo completamente inesperado: los secretos eran mucho más propensos a aparecer cuando las personas estaban a solas con sus pensamientos que en situaciones sociales, es decir, pasamos mucho más energía mental reflexionando sobre nuestros secretos en nuestro propio tiempo a solas que activamente tratando de ocultarlos cuando estamos con otra gente.

También encontraron que no se podía realizar una predicción en términos del contenido del secreto sobre cuánto afectaría a alguien, en otras palabras, no hay una “escala moral” que diga que algunos secretos son universalmente más abrumadores que otros.

“Un secreto convencionalmente grande que puede ser preocupante y que consume todo para una persona, a otra persona puede significarle apenas encogerse de hombros”, dijo Slepian.

“Se hizo evidente que lo que realmente determina si estos efectos agobiantes ocurren es cómo la gente se siente por el solo hecho de guardar un secreto.”

Esto sugiere que los daños causados ​​por los secretos no tienen nada que ver con el hecho de que nos sentimos culpables de tener que ocultarlos constantemente a nuestros amigos y familiares, y más que ver con nuestra propia preocupación por ellos.

“Hasta la fecha, los estudiosos han asumido en gran medida que los secretos tienen sus efectos porque afectan la confianza interpersonal. Nuestro trabajo sugiere que, cuando se trata de secretos, los actos de ocultamiento puede ser un impulsor que deteriore la salud y el bienestar de quien lo guarda” informan los investigadores.

“Encontramos que el ocultamiento activo es raro en relación con las muchas veces que la mente se desvía a los pensamientos del secreto, y la frecuencia de la mente vagando hacia los secretos, pero no necesariamn¿ente esforzándose en ocultarlos, dan como resultado un deterioro del bienestar”.

La investigación se vincula a un estudio previo de Slepian, que analizó cómo el mantenimiento de secretos afecta la concentración de las personas en otras áreas.

Encontró que la “carga” de mantener un secreto es más real de lo que podría parecer, porque parece lograr que las actividades físicas resulten más difíciles de lo que realmente son.

Cuando se les pidió a los participantes que juzgaran la pendiente de una colina o la distancia, los que estaban preocupados por guardar secretos juzgaron las colinas como más empinadas y las distancias más largas de lo que realmente eran.

“Encontramos que cuando la gente estaba pensando en sus secretos, actuaron como si estuvieran agobiados por el peso físico”, dijo Slepian.

La investigación psicológica con respecto al ocultamiento de secretos es sorprendentemente escasa, en gran parte debido a la naturaleza de la cosa que se está tratando de investigar. Dejaría de ser un secreto si alguien se lo cuenta a un grupo de científicos ¿no?

Pero Slepian dice que por el bien de nuestro bienestar colectivo, tal vez sea mejor pensar en los secretos como algo que uno posee tienes, en lugar de considerarlo como algo que es preciso ocultar.

Si podemos averiguar cómo lidiar con los secretos en nuestros propios pensamientos, tal vez ese peso sobre nuestros hombros no resulte tan pesado.