Kim Kardashian, que dio a luz a su segundo hijo, Saint West, el pasado 5 de diciembre ha decidido comerse su placenta que contuvo a su hijo, tal y como lo contó en las redes sociales.
Para ello, sometió antes a su placenta a un proceso de liofilización (o deshidratación) y la almacenó en cápsulas que toma a diario para obtener un aporte de energía y evitar depresión post parto: “Cada vez que tomo una pastilla siento una inyección de energía y me siento saludable y bien”, comentó.
Asegura que comer la placenta proporciona nutrientes y hormonas que aceleran la recuperación de la madre
“¡Se lo recomiendo acualquiera que esté considerándolo!”, comentó. Ya en su primer embarazo la celebrity mostró su interés sobre los efectos de comerse su placenta, tal y como se vio en los capítulos de su reality, donde preguntó al respecto tanto a su médico como a su cocinero.
Además, en esta “excentricidad” siguió los pasos de su hermana Kourtney ,quién ya había contado en Instagram que tomaba las píldoras de placenta y que lamentaría mucho el día que se le terminasen.
Pero las hermanas Kardashian no son ni las primeras ni las últimas en hacerse eco de los beneficios de la placenta. La actriz January Jones también confió a la revista People que tras tener a su hijo Xander Dane la placenta encapsulada formaba parte de su dieta posparto.
Pero donde más ha destacado su uso ha sido en el campo de la cosmética. Se ha hablado y mucho de su incorporación en cremas por su capacidad de incrementar la producción de colágeno y combatir así los signos de la edad, y muchos nombres famosos han sido relacionados con cosméticos de este tipo.
Por ejemplo, el sérum de placenta de oveja de 400 euros es el secreto de belleza de Victoria Beckham.
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