Muchos padres y docentes viven con preocupación la falta de interés de los hijos y alumnos por las cosas que suponen que deberían interesarles. Y con alarma el hecho de que, muy a menudo, manifiesten que se aburren tanto en casa, como en la escuela y en otros ámbitos como la iglesia y hasta el club deportivo.
Vamos a hacer un breve abordaje del tema con la intención de focalizar algunos aspectos importantes y ofrecer una manera de afrontar el asunto.
Alejandro Corbalán, consultor psicológico, especializado en Orientación de Parejas y Familias y actual Presidente de la Asociación Argentina de Counselors, explicó: “Siempre dependiendo de la edad de la que estemos hablando, hay distintos aspectos en los que se puede profundizar”.
Lo primero que podemos hacer frente a un “me aburro”, es prestar un poco de atención a lo que el chico siente realmente, a lo que intenta expresar con esa frase
Es importante entender que por razones lógicas de desarrollo, los chicos de menos de siete años, tienen todavía limitaciones para reconocer y expresar todas sus emociones. Para explicar esto, el especialista nos cuenta que “Puede ser que mediante esa frase, ‘estoy aburrido’, exprese emociones que no termina de concientizar, de simbolizar. Pueden no estar pudiendo transmitir emociones más profundas como ‘estoy triste’, ‘tengo miedo’ o ‘me siento frustrado’, emociones que no pueden describir, y por eso sintetizan o simplifican en una expresión más conocida o superficial”.
“Nuestra postura desde la Psicología Humanística – dice Corbalán- es que lo mejor es dar espacio a la expresión de la experiencia del chico. Entonces, lo que se haría en principio es proponer preguntas abiertas: ¿Cómo estás aburrido?, ¿Qué sentís?, ¿Qué pensás? Generar el espacio para que el chico indague en sí mismo y trate de identificar un sentimiento que podría estar oculto bajo el rótulo de ‘estoy aburrido’ o se manifieste más específicamente acerca de su “estar aburrido”.
Otra de las opciones es ayudarlos a descubrir qué les gustaría hacer, y si no lo saben, promover la creatividad un “vamos a inventar algo!”, “¿Cómo tendría que ser?”. Es decir, teniendo en consideración que los seres humanos podemos ser en gran medida creadores de nuestra propia realidad mediante nuestra imaginación, promover su uso con fines creativos específicos en base al autoconocimiento.
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Preguntas como “¿qué te divertía antes?, ¿Qué era lo que hacía divertido, novedoso, sorprendente, desafiante, algo que hacías o podés hacer nuevamente?” pueden promover el autoconocimiento y dar claves para que el chico genere su propio entretenimiento y diversión. En definitiva se trata de validar lo que cada persona, niño o joven, experimenta como deseable, atractivo o interesante.
“Cuando se trata de adolescentes jóvenes también puede estar pasando algo parecido, hay todavía cierta dificultad para expresar la emocionalidad. Más en varones que en las nenas, que tienen mayor destreza en contacto con la emocionalidad, aunque eso está cambiando y los adolescentes ya no están tan inhibidos a expresar sentimientos” explica Corbalán.
Hay una preocupación de padres y maestros porque los chicos se aburren en la escuela. Se trata de determinar qué es lo que los aburre y cómo superar esto para que se sientan más motivados a aprender. Por un lado La metodología de aprendizaje está en algunos casos muy retrasada o incluso obsoleta, lo cual provoca aburrimiento o falta de motivación. El uso casi excepcional en la escuela de la tecnología que los chicos manejan a diario en su vida cotidiana da cuenta de una parte de dicha obsolescencia. Pero la falta de desafíos también.
La dificultad para personalizar los contenidos de acuerdo al interés genuino de los alumnos es un escollo que hace que muchos de ellos se sientan poco motivados.
Nuestro sistema continúa proponiendo enciclopedismo cuando las sociedades modernas siguen un patrón de especialización cada vez más marcado.
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“Hay que precisar también que la motivación es una fuerza interna de cada individuo y lo que generalmente se llama “motivación” es algo así como un proceso de inspiración, en el mejor de los casos, y de manipulación en otros; siempre algo que viene de afuera. Entonces, muchas veces se comete el error de tratar de suplir una motivación, que sería interna, con algún tipo de promoción desde afuera, lo cual desde mi punto de vista, no resuelve el problema” sentencia Corbalán.
Hay, incluso, un tema más complejo que tiene que ver con lo existencial. Depende de las posturas filosóficas, claro, pero desde el humanismo se entiende que el hombre no nace con un sentido, sino que ese sentido se va encontrando a lo largo de la vida. Entonces, las motivaciones no tienen que ver con algo dado, sino con vivir en conciencia más plena de nuestra experiencia subjetiva.
Prestar más atención a lo que nos pasa.
“Lo ideal desde ese punto de vista, sería que haya espacios para que los chicos puedan indagarse, aprender de ellos mismos qué necesitan, cuáles son sus necesidades, deseos, las cosas que tienen sentido para ellos; pero eso necesitaría un cambio o transformación más grande. La educación no está estructurada de esa manera, va sobre métodos de motivación desde afuera, reforzamientos, otros ejes. El genuino, empático y respetuoso interés por la experiencia de cada persona, es la propuesta del Counseling Humanístico en Argentina, basado en la Psicología de Carl Rogers, psicólogo norteamericano, mundialmente conocido por su Enfoque Centrado en la Persona” comenta el propio Corbalán.
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La propuesta del experto es centrarse en la subjetividad de cada niño o joven con absoluto respeto y consideración: “No hay nada que temer si el adulto está presente para orientar y aconsejar al menor, en caso de que hubiera en sus elecciones, riesgos implícitos para la vida o el desarrollo sano del mismo. Este modelo generaría individuos más fuertes, más conocedores y dueños de sí mismos, que no se aburrirían, porque sabrían dónde y cómo encontrar nuevas motivaciones para vivir: en sí mismos”.
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