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Un ejemplo a seguir: por qué los niños de Holanda son los más felices del mundo

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Los Países Bajos son líderes indiscutidos en bienestar infantil a nivel mundial. Según surge de diferentes relevamientos y estudios internacionales, los niños holandeses son los más felices del mundo, algo que tiene que ver no sólo con la familia sino con el rol del Estado, que incentiva fuertemente la paternidad y la buena educación.

Según datos de UNICEF, los Países Bajos cuidan todas las dimensiones del bienestar infantil: bienestar material, salud y seguridad, educación, comportamiento y riesgos, y vivienda y medio ambiente. El 95% de los niños holandeses están por encima del punto medio de la escala de satisfacción de vida que realiza el organismo, convirtiéndose así en el mejor país del mundo para criar niños felices. Y esto ocurre porque la inversión en la infancia es una prioridad para el Estado holandés.

Gracias al rol del Estado, que prioriza el tema, los niños cuentan con muchos beneficios y protecciones de todo tipo que garantizan su bienestar y buen desarrollo

Holanda tiene una de las mejores economías del Planeta, algo que claramente facilita las cosas, ya que las inversiones pueden ir a programas complementarios y esto favorece sin duda a las familias. De todos modos, hay países cuyas economías no son tan robustas y tienen mejores índices que otros que están mejor: según UNICEF, la diferencia la hace en qué se invierte ese PBI, y los Países Bajos gastan gran parte de su dinero en los más pequeños.

En primer lugar, las políticas suponen un enfoque integrado a favor del crecimiento sano de los niños. El Estado promueve ingresos adecuados para los padres trabajadores, acceso a la atención y cuidado esencial y equitativo, y una inversión temprana en la educación.

El Estado holandés provee servicios que le hacen la vida sencilla a los padres: las escuelas son de alta calidad y prácticamente gratuitas, el seguro de salud es universal y cubre una gran parte de los gastos de salud de las familias; y hasta existe una transferencia trimestral del Estado a los padres para cubrir parte de los gastos en los que incurren para criar a sus hijos hasta los 18 años (y esta transferencia se duplica cuando el niño tiene alguna discapacidad).

Además, el gobierno holandés dedica especial atención a la mejora de la posición financiera de los hogares con un solo padre, otorgándole una cantidad extra de dinero.

La opinión de los niños tiene un rol protagonista en las familias, en la comunidad y a nivel gubernamental. Los chicos son integrados en muchas encuestas públicas nacionales para saber cómo piensan y qué tan satisfechos se encuentran en distintos ámbitos. Y es en base a sus respuestas se realizan muchas políticas públicas.

La inversión en la infancia la manejan los propios municipios, ya que el Estado considera que son la entidad más cercana a las personas. A la vez, el sentido de comunidad es muy fuerte en Holanda, por lo que los padres descansan al saber que siempre contarán con alguien que los ayudará en épocas de crisis.

Como consecuencia de esta crianza en red y este alto nivel de confianza social, los padres dan libertad a los niños a muy temprana edad para que puedan andar con sus amigos por las calles, jugando en el parque o andando en bicicletas.

 

Promoción del deporte, la cultura y la vida sana

Otro eje de las políticas públicas orientadas al bienestar infantil es el deporte y la vida sana. Existen incluso subsidios deportivos para niños de barrios más vulnerables, porque el deporte para ellos es fundamental. También se refuerza en estos niños el apoyo para promover actividades culturales, para el aprendizaje de instrumentos musicales, excursiones escolares, clases de natación, etc.

Los niños en Holanda tienen acceso gratuito al transporte público, una tarjeta de la biblioteca que les permite llevar libros a casa hasta los 18 años sin pagar y otros beneficios

El Estado integra a los niños a las ciudades cuidando los espacios públicos que los contienen. En Holanda, por ejemplo, una de las bases para incentivar una infancia sana y feliz es incorporando a los niños en la distribución urbanística de las ciudades.

Al otorgarles libertad en espacios públicos cuidados y seguros, los niños crecen junto a sus vecinos, reforzando redes y lazos sociales, lo que los hace sentirse parte de una comunidad que los protege, los cuida, los quiere y los potencia positivamente.

A los padres, a su vez, este sistema de cuidado y sostén les da la libertad de poder trabajar tranquilos y de saber que sus hijos están en un ambiente sano y protegido, y de que cuentan con el apoyo de las otras familias del barrio ante cualquier problema.

La sociedad holandesa es diferente a la mayoría de las sociedades actuales: privilegia la sencillez y la tranquilidad por sobre el éxito y el lujo

 

Juego, mucho juego

Existen “jardines de juego” que son sitios construidos para educar a los hijos de familias trabajadoras a través del ejercicio físico y lúdico, sacándolos de las calles. Esto tiene que ver con la contención y también con las políticas para terminar con la delincuencia juvenil.

Holanda está repleto de parques para niños, con juegos, bicisendas, huertas, zonas de pesca, espacios verdes, etc. Hay todo un sistema de plazas infantiles que nació después de la Segunda Guerra Mundial y que hoy es parte de cada nuevo plan de viviendas que se construye.

Incluso los restaurantes tienen espacios de juego al aire libre y los museos cuentan con salas exclusivas para niños. Es más: se promueve la reutilización de antiguos edificios abandonados para convertirlos en espacios de juego para niños, como pistas de patinaje y skate, granjas urbanas, anfiteatros abiertos, etc.

Entre las iniciativas en favor de la infancia sana, hay calles exclusivas para niños, donde los autos no pueden transitar

Sostén y cuidado para los padres

Uno de los factores que más influye en el bienestar infantil es la calidad de vida que llevan los padres, porque repercute directamente en los hijos. Por ejemplo, en Holanda más del 70% de las mujeres trabaja a tiempo parcial por decisión propia, y así concilian la satisfacción profesional junto a su labor de madre y su vida social. Los padres también tienen bastante más flexibilidad laboral: muchos también trabajan a tiempo parcial y así pueden pasar más tiempo con sus familias.

Holanda es el país de la OCDE en el que menos horas se trabaja. Además, existe una muy baja tasa de desempleo y los sueldos alcanzan perfectamente para los gastos familiares, bajando los niveles de estrés.

 

Reglas y límites que contienen y cuidan

En Holanda, tanto en las familias como en las escuelas, a los chicos se los educa desde muy pequeños a ser responsables y cuidadosos, y a respetar normas. Y hay algo muy interesante en este punto: los adultos a cargo de la educación no suelen ejercer grandes presiones para que los niños sean inteligentes, talentosos y exitosos. No mandan tareas a la casa ni los apuran para aprender a leer y a escribir: la educación holandesa se basa en que cada niño aprende a su tiempo. Entienden que presionarlos es bajar su autoestima e favorecer un rechazo a la disciplina por sentirla ajena y hasta enemiga de sus propios tiempos y sus necesidades emocionales.

De esta manera, a contramano de lo que uno imagina por las libertades en temas de consumo de sustancias, aborto y otras cuestiones, en los Países Bajos se registra el nivel más bajo de delincuencia juvenil, de adicciones y de embarazos adolescentes de la OCDE. La explicación tiente que ver con que todos los temas se conversan en familia desde muy temprana edad, con que los padres y educadores les dan a los niños el tiempo para ir internalizando aprendizajes y reglas, y con grandes dosis de confianza con los adultos para ir planteando todas sus inquietudes y necesidades.

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