Un pronóstico nada alentador pero con base científicas muy precisas. Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT) han evaluado esudios recientes y llegaron a la conclusión que el incremento de las emisiones de dióxido de carbono desde el siglo XIX puede provocar la temida sexta extinción masiva, un exterminio que provocaría la completa desaparición de los seres vivos en todo el mundo.
Para que esto ocurra o no, como viene siendo norma desde hace ya varios años, la mano del hombre tendrá mucho que ver. El peligro es que una cantidad crítica de carbono, unas 310 gigatoneladas (es decir, 310.000 millones de toneladas), llegue a introducirse en los océanos, Y según estimaron los investigadores, al ritmo que venimos eso ocurrirá alrededor del año 2100 debido a la actividad humana.
Daniel Rothman, profesor de geofísica del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Planetarias y codirector del Centro Lorenz del MIT, ha identificado los «umbrales de catástrofe» en el ciclo del carbono.
Si se superan, conducirían a un entorno inestable y, en última instancia, a la extinción en masa. La cifra límite calculada por él está en añadir 310 gigatoneladas de CO2 disuelto en los océanos, cantidad que se alcanzará, según los pronósticos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, en 2100.
«Esto no quiere decir que el desastre vaya a ocurrir el día siguiente», ha dicho Rothman en un comunicado. «Quiere decir que el ciclo del carbono entraría en un reino en el que ya no será estable, y que se comportaría de una forma que sería difícil de predecir».
«En el pasado geológico, este tipo de comportamiento se asocia con las extinciones masivas» agregó el científico cuya investigación ha sido financiada por la NASA y la Fundación Nacional de Ciencia (NSF) de Estados Unidos.
Según las predicciones de Rothman, en esa fecha el ciclo del carbono del planeta estará cerca o ya más allá del umbral de la catástrofe. Entonces, el planeta se enfrentará a un territorio desconocido que ya ha atravesado en otras cinco ocasiones, pero será la primera vez en que la civilización humana pase por esta prueba.
Las conclusiones no solo evidencian la amenaza de la catástrofe, sino que por otro lado, imponen una modificación de los hábitos. «Debería haber formas de reduir las emisiones», explica Rothman. «Este trabajo recuerda que debemos ser cuidadosos y apoya la idea de que debemos estudiar más el pasado para comprender el presente», concluyó.
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