Qué es el índice de felicidad y cómo se calcula

¿Podemos medir nuestros niveles de bienestar?

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¿Podemos medir la felicidad? ¿Existe una forma objetiva de saber a ciencia cierta si somos más o menos felices que los demás? Eso mismo se preguntaron en las Naciones Unidas cuando publicaron el primer informe mundial sobre la felicidad.

La investigación apuntaba a conocer los niveles de felicidad para cuantificar el progreso social. Conocer este dato podría permitir el desarrollo de políticas que puedan permitir a la gente vivir mejor.

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Pero la ONU no fue la única en investigar este tema. Richard Davidson, un experto en neurociencia afectiva, demostró que hay factores psicológicos directos que afectan nuestros niveles de felicidad. Estos son la resiliencia, las emociones positivas, la atención refinada, la introspección, la generosidad, la empatía, el altruismo y el cuidado de los demás.

Por lo tanto, la felicidad dependería de habilidades emocionales sumamente subjetivas. ¿Se pueden cultivar para lograr el aumento de los niveles de bienestar de un país? Así lo creen los expertos. El último informe sobre el estado de felicidad global ha sido reflejado en el 'World Hapiness Report. El informe señala a Finlandia como el país más feliz del mundo, seguido de tres países que han ocupado el puesto y que siempre se sitúan entre las primeras posiciones del ranking como Dinamarca, Suiza y Noruega.

¿Qué tienen en común todos estos países? Valores altísimos de lo que se consideran las seis variables sociales claves para el bienestar social: los ingresos, una esperanza de vida saludable, apoyo social, libertad, confianza y generosidad.

Pero, además de esto, y según Meik Wiking, director ejecutivo del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, investigador asociado por Dinamarca en la Base de Datos Mundial de la Felicidad y miembro fundador de la Red Latinoamericana de Políticas de Bienestar y Calidad de Vida, existen factores apenas visibles, pero que los nórdicos siguen a rajatabla.

Dinamarca, por ejemplo, sigue los preceptos del Hyggie y los suecos el Lagom. Será cuestión de seguir estos preceptos para aumentar los niveles de felicidad de nuestros países, que, al final, resulta mucho más medible de lo que pensábamos.

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