La ciencia lo confirma: la meditación sí cambia el cuerpo y la mente

Una investigación suma rigor científico a la meditación consciente. Por primera vez, muestra que puede cambiar el cerebro de quienes la practican, mejorando la salud.

Lo venimos escuchando desde hace años. Hemos leído por todos lados que los beneficios de la meditación consciente son muchos y crecientes: reduce el estrés y el riesgo de padecer diversas enfermedades, mejora el bienestar y reconecta el cerebro. Sin embargo, no había todavía experimentos suficientes para respaldar estas afirmaciones. Ahora, desde las neurociencias, se multiplican los estudios sobre el tema y una flamante investigación, publicada en la revista Biological Psychiatry, suma rigor científico a la meditación consciente y, por primera vez, muestra que puede cambiar el cerebro de quienes la practican, mejorando la  salud.

La meditación consciente requiere "una atención abierta, receptiva y carente de juicios de la experiencia en el momento presente", precisó David Creswell, director del estudio, profesor adjunto de psicología y director del Laboratorio de Desempeño Humano y Salud en la Universidad Carnegie Mellon.

Los científicos reclutaron a 35 hombres y mujeres desempleados que buscaban trabajo y padecían de un estrés considerable. Les tomaron muestras de sangre y tomografías del cerebro. A la mitad de los sujetos les enseñaron meditación consciente formal en un centro de retiro, y el resto realizó una especie de falsa meditación consciente, enfocada en la relajación y en distraerse de las preocupaciones y el estrés. "Pusimos a todos a hacer ejercicios de estiramiento, por ejemplo", explicó Creswell.

mindfulness

El grupo de conciencia plena puso atención a las sensaciones corporales, incluyendo las desagradables. Y al grupo de relajación se le invitó a conversar e ignorar su cuerpo, mientras su líder contaba chistes. Tres días después, los participantes dijeron a los investigadores que se sentían renovados y con mayor capacidad de soportar el estrés del desempleo. Sin embargo, las tomografías de seguimiento mostraron diferencias únicamente en aquellos que habían practicado la meditación consciente.

Las imágenes revelaron que había más actividad (o comunicación) entre las partes de su cerebro que procesan las reacciones relacionadas con el estrés, así como en otras áreas asociadas con la concentración y la tranquilidad.

Cuatro meses después, quienes habían puesto en práctica la meditación consciente tenían en la sangre menores niveles de un indicador de inflamación nociva comparados con los del grupo de relajación, aún cuando pocos integrantes del primer grupo seguían con la meditación.

Las conclusiones del estudio revelan que si bien los científicos no pudieron determinar con precisión de qué manera se da la influencia de la meditación, los cambios en el cerebro contribuyeron claramente a la reducción inflamatoria. Tampoco está claro todavía cuál es la dosis de meditación ideal para obtener los beneficios.

Pero ya no hay duda: meditar hace bien. La ciencia respalda.

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