¡Festejemos! Por qué es importante no dejar de celebrar

Si buscamos en el diccionario el significado de "celebrar" encontramos diferentes definiciones tales como: "realizar un acto festivo por algo que se lo merece"; también quiere decir "mostrar o sentir alegría o agrado por algo" y por último "ensalzar públicamente a un ser sagrado o un hecho solemne, religioso o profano, dedicando un día o más a su recuerdo".

Las celebraciones han existido desde el principio de los tiempos en la especie humana. Son rituales que tenemos los seres humanos para destacar algo de manera especial y que contribuya a unirnos, a hacernos sentir parte de un grupo (sentimiento de pertenencia), a remarcar de una manera única algo que a todos nos pasa y hace a nuestra identidad y nuestra historia en el paso del tiempo.

Hacen a nuestra autoestima (individual y/o grupal), ya que destacan desde aspectos hasta momentos que son positivos para nosotros.  Ponen el acento en la importancia de estar juntos (estar menos solos), de que juntos somos más y se siente mejor.  Al punto de que ya desde recién nacidos necesitamos del otro, no solo en la provisión de alimento y cuidados básicos, sino en el Amor, en el calor de una caricia, en la mirada del otro sobre nosotros. El ser humano es un ser gregario, que quiere decir que necesita del contacto de los de su especie, necesita ubicarse en un grupo).  ¿Qué mejor ocasión para reunirse que para celebrar?

Celebrar, como tantos otros ritos humanos, permiten a los hombres detenerse y tener ceremonias que contribuyen de manera importante a darle sentido a sus vidas. Cuando se cumple una etapa, y se cosechan resultados y esto se da a lo largo de un proceso donde se gestan  crecimientos  individuales y a nivel grupal, es muy enriquecedor para cada uno y para el grupo total.

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Es en esos momentos en los que cuando se mira al costado, es deseable y necesario compartirlo con los afectos, con los compañeros, con las personas que nos acompañan en la vida.  En medio de tantos apuros por los que pasamos en la vida cotidiana  es sano y emocionalmente gratificante, el detenernos, el proponerse hacer un alto en el cual nos permitamos compartir, sentir que las coincidencias potenciaron y las diferencias sumaron y se llegó a un ansiado y preciado resultado.

Los logros a nivel grupal son producto de desarrollos individuales que encastraron y jugaron a un juego más grande y pudieron fluir hacia un objetivo en común.  Implicó tiempo, encontrar coincidencias, lidiar con las diferencias y transformarlas en situaciones de aprendizaje superadoras.  Implicó energías, puestas en buscar respuestas y hacerlo sin perder el norte.  Implica no desdibujar individualidades, sino ponerlas al servicio de algo que todos (y cada uno) quería.

El celebrar esos momentos donde tanto esfuerzo y energía dio un resultado positivo para el conjunto (y para cada uno a la vez), es ser consciente de todo el camino atravesado y ser consciente de todo el camino recorrido para llegar a buen puerto.  Paradójicamente, cuando se celebra, el esfuerzo (aunque sea cercano) es un recuerdo y la sensación que impera es la de gozo.  La de festejo.  Nos sentimos re-vitalizados.  Nos conectamos con cosas que nos importan y mucho, con personas que queremos y también a su manera tuvieron que ver con que hayamos llegado a este ansiado lugar.

El detenernos nos permite vincularnos a nuestros afectos desde un lugar especial.  Los invitamos a compartir con nosotros una fiesta donde nosotros (entre otras cosas) pusimos la mesa.  Esas personas tan queridas, cuya mirada y presencia nos reconforta, nos apuntala y nos alienta a seguir por el camino que más satisfacciones y alegría nos da, se merece estar presente también en el momento en el que nos detenemos a relajar, a sonreír, a levantar una copa... y aunar todo ese tiempo pasado que nos permitió llegar a destino  con  este mismo instante presente. A sentirlo intensamente y a sentirlo de una manera excepcionalmente profunda. Y a sentir que las alegrías se sienten más y mejor cuando estamos acompañados por quienes más nos aman y a quienes más amamos.

 

  • Fuente: Licenciada María Gabriela Fernandez Ortega. Instituto Sincronía.  Especialistas en Estrés, Ansiedad y Emociones

 

 

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