La historia de cómo nació el mito del vínculo entre las vacunas y el autismo

Se demostró que el estudio que lo afirmaba era falso y que sus conclusiones eran interesadas. Pero el daño está hecho y llega hasta nuestros días.

Todo comenzó el 26 de febrero de 1998. Fue el día en que se generó una ola de desconfianza internacional sobre las vacunas cuyos efectos continúan casi 20 años después. Aquel día, en Londres, el médico Andrew Wakefield presentó una investigación preliminar, publicada en la prestigiosa revista científica The Lancet, en la que decía que doce niños vacunados habían desarrollado comportamientos autistas e inflamación intestinal grave. Lo que tenían en común, según el estudio, era que los niños tenían restos del virus del sarampión en el cuerpo. Con los años, se demostró que las conclusiones del estudio eran falsas y la revista pidió disculpas. Pero el daño estaba hecho y llega hasta hoy.

Wakefield y los compañeros de ese estudio sugirieron la posibilidad de que hubiera un "vínculo causal" de esos problemas con la vacuna conocida como MMR, por las siglas en inglés de las enfermedades sarampión, paperas y rubeola, que había sido aplicada a 11 de los 12 niños estudiados. El propio Wakefield reconocía que se trataba únicamente de una hipótesis (la vacuna podría causar problemas gastrointestinales, que llevaban a una inflamación en el cerebro y tal vez al autismo), pero, desde entonces, los índices de vacunación empezaron a bajar.

Según la Organización Mundial de la Salud, las vacunas hoy en día salvan entre 2 y 3 millones de vidas al año en el mundo

Las preocupaciones van desde los efectos secundarios de las inyecciones a la seguridad en torno a las dosis, de los posibles beneficios para la industria farmacéutica al miedo a que las vacunas múltiples expongan a los bebés a una carga excesiva de sustancias.
En los años posteriores al estudio de Wakefield, la polémica llegó también a Estados Unidos. Allí el autismo no se vinculó con la MMR, sino con el timerosal, un componente antibacterial que está presente en algunas vacunas. Fueron necesarios muchos años para que ambas teorías fueran desmontadas y para que el vínculo entre el autismo y las vacunas fuera descartado por la comunidad científica.

https://www.facebook.com/MovidaSana/videos/1642344999129613/

 

En cuanto a Wakefield, en 2004 se descubrió que antes de la publicación de su artículo en The Lancet, había pedido la patente para una vacuna contra el sarampión que competiría con la MMR, algo que se interpretó como un conflicto de intereses.

Pero las acusaciones contra el académico fueron aún mucho más allá: en el estudio original Wakefield decía que había vestigios del virus del sarampión en los 12 niños analizados, y luego un médico que lo ayudó en esa investigación salió a decir públicamente que, en realidad, no se había encontrado el virus en uno de ellos, y que Wakefield había ignorado ese dato para no perjudicar el estudio.

En 2010 el Consejo General de Medicina de Reino Unido falló que Wakefield "no era apto para el ejercicio de la profesión", calificando su comportamiento como "irresponsable", "antiético" y "engañoso"

Por su parte la revista The Lancet se retractó del estudio publicado una década antes, diciendo que sus conclusiones eran "totalmente falsas". Y la organización estadounidense Autism Speaks, dedicada al estudio y el debate sobre el autismo, decidió posicionarse a favor de la vacunación. "Las vacunas no causan el autismo", escribió la entidad en su sitio web en 2015. "Les pedimos encarecidamente que vacunen a todos los niños", remarcaron.

magnifiermenu linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram