Más vulnerables que nunca: vivir con obesidad en plena pandemia

La postergación de tratamientos quirúrgicos y la interrupción del seguimiento de los operados trae aparejado riesgos muy preocupantes.

obesidad y pandemia

La pandemia de Covid-19 ha trastocado la vida de todos, sin excepción. En materia de salud, diversas sociedades científicas locales e internacionales han alertado ya sobre las peligrosas consecuencias de la postergación o interrupción de los tratamientos de todas las demás patologías, muchas de ellas responsables de una alta tasa de mortalidad anual.

Dos pacientes cuentan las dificultades que debieron afrontar y la fundadora de la agrupación Familia Bariátrica describe los obstáculos que deben sortear quienes padecen la enfermedad de obesidad.

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Obesidad y Covid-19

La obesidad es una enfermedad compleja y multicausal, que además pone en mayor riesgo frente al Sars-CoV-2 a quienes la padecen. Especialistas afirman que la postergación de los tratamientos quirúrgicos y la interrupción del seguimiento de quienes ya fueron operados traen aparejados riesgos que agravan el estatus de salud.

El impacto emocional y la desorganización emocional que trajo esta pandemia agravó todo tipo de patologías previas y no es ajena a nadie. En particular, a las personas con obesidad y obesidad mórbida, que son pacientes de alto riesgo, las coloca en un lugar de extrema vulnerabilidad, tanto física como emocional. Agrava todavía mucho más el cuadro”, afirmó la licenciada Marcela Casabella, psicóloga y coordinadora de la comisión de Salud Mental de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO).

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La obesidad en tiempos de pandemia: consecuencias varias

“Uno ve que se reactiva en las personas que están en tratamiento la sensación de vulnerabilidad, miedo y angustia. Y esto puede generar la activación de los viejos mecanismos de defensa, que en este caso es la comida como mediador de conflicto o como ansiolítico.

A esto se le suma, en pacientes ya sometidos a la cirugía bariátrica, la angustia, que se duplica, pensando que no van a poder cumplir correctamente con las pautas que su post cirugía le exige, porque la vida de aislamiento, la vida sedentaria y el temor al contagio, se lo están restringiendo”, añadió la psicóloga, quien comentó que hay pacientes que han abandonado el tratamiento porque sienten que la barrera del Covid-19 les ha puesto una barrera de vida. En tanto, otros se han amesetado en su descenso de peso porque no pueden controlar las ingestas, afirmó la LIc. Casabella.

Asimismo, la especialista hizo referencia al impacto del reemplazo de la atención presencial por las videoconsultas. “Gran parte de la consulta médica y de la curación en medicina depende del vínculo que el médico establezca con su paciente y que el paciente establezca con su médico. Esto refuerza todo tipo de tratamiento. Dentro de la estructura de vulnerabilidad planteada por la pandemia, se incluye la imposibilidad de tener un contacto afectivo y directo con el profesional tratante”, subrayó.

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Obesidad y pandemia: riesgos múltiples

Un estudio donde se observaron a 5.635 personas, realizado por la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), encontró que el 62% de los encuestados aumentó de peso en los primeros 45 días del aislamiento. Sin embargo, a los que tenían obesidad previa al aislamiento les fue peor. Por un lado, entre los que tenían exceso de peso, el aumento de peso fue mayor. Y, además, la chance de ganar peso en ese grupo fue un 42% superior que la de los que no tenían exceso de peso antes del aislamiento.

A la hora de analizar los riesgos de ese aumento de peso entre quienes ya padecían obesidad mórbida y vieron postergado su tratamiento quirúrgico, la doctora Marianela Aguirre Ackermann, médica especialista en Medicina Interna y Nutrición, mágister en Diabetes y coordinadora del Grupo de Obesidad de la SAN, enfatizó: “La pandemia de Sars-CoV-2 y la cancelación o demora de las cirugías ha contribuido a empeorar la situación de los pacientes que aguardan ese tratamiento”.

En ese sentido, apuntó también que la evidencia demuestra que la demora en la cirugía bariátrica puede empeorar el pronóstico del paciente con obesidad severa, ya que el riesgo de mortalidad se incrementa un 30% por cada aumento de 5 kg/m2 del índice de masa corporal (IMC).

“El retraso en el tratamiento quirúrgico aumenta inequívocamente la morbilidad y la mortalidad asociada a la obesidad, especialmente por eventos cardiovasculares y distintos tipos de cáncer”, remarcó Aguirre Ackermann.

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Por otra parte, la demora de la operación puede empeorar también el pronóstico de las enfermedades asociadas a la obesidad. “Alrededor del 68,5% de los pacientes candidatos y que se encuentran a la espera de una cirugía bariátrica presenta alguna comorbilidad asociada y el 50% puede desarrollar una nueva comorbilidad durante el tiempo de espera”, precisó la coordinadora del Grupo de Obesidad de la SAN.

Diabetes tipo 2, apnea del sueño e hipertensión arterial se encuentran entre las principales patologías asociadas a la obesidad y, según apuntó Aguirre Ackermann, la cirugía bariátrica es el tratamiento más eficaz para este tipo de comorbilidades. “Sin embargo, la mejoría o resolución de estas enfermedades es, en muchos casos, tiempo dependiente, es decir, cuanto más tiempo pase desde el inicio de la patología hasta la cirugía, menos probabilidades de mejoría de la comorbilidad habrá”, aclaró.

En la misma línea, la doctora Susana Gutt, médica especialista en Nutrición, confirmó: “Nos estamos encontrando con pacientes que tienen patologías crónicas, que cada vez están más deteriorados. Por efecto del aislamiento, con el que estoy de acuerdo, se les agrava la patología. Porque si hay algo que agrava la obesidad, principalmente, es el sedentarismo”.

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La pandemia y el sedentarismo

“La inactividad física es una de las variables que se incluyen en la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo y que ahora está muy aumentada en la población con el aislamiento: la gente pasa de la silla a la cama o al sillón. El esparcimiento está en una pantalla”, añadió Gutt, quien hizo hincapié en que “postergar cualquier tratamiento y, en particular, la cirugía en el paciente con obesidad mórbida, es dejarlo más enfermo”.

Por eso, la médica especialista en Nutrición consideró que “hoy ya tenemos que pensar cómo hacer para empezar a operar, en los lugares que hay acceso, haciendo una buena selección del paciente”.

A propósito de la postergación del tratamiento de la mayoría de las enfermedades crónicas debido al brote de Sars-CoV-2, Gutt reflexionó: “Esta pandemia es una oportunidad para que todos los actores (pacientes, obras sociales, prepagas y Estado) puedan pensar proyectos claros de atención en el contexto de un sistema que va a quedar frágil, garantizando la mejor medicina que podamos tener”.

Postergar cualquier tratamiento y, en particular, la cirugía en el paciente con obesidad mórbida, es dejarlo más enfermo

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En primera persona

El obstáculo principal del covid-19,  con respecto a los que estamos operados hace tiempo es la imposibilidad de hacer actividad física, algo que es fundamental en el cambio de vida que implica la cirugía”, subrayó Florencia Pereyra Arandía, quien se sometió hace 13 años a este tratamiento y es fundadora de la comunidad de pacientes Fundación Familia Bariátrica, que hoy cuenta con 15.000 miembros.

“Uno está mucho más tiempo en su casa, tiene más tiempo para la elaboración de comida, más ingesta de harinas, más ansiedad, más encierro. Cero actividad física”, relató Pereyra Arandía.

El otro obstáculo es el no poder asistir a los especialistas de las distintas disciplinas que integran el equipo: nutricionista, psicólogo… incluso en estos meses no me hice los estudios de sangre porque evito ir a los centros de salud por miedo al contagio”, confesó.

La fundadora de Familia Bariátrica, enfatizó que las trabas burocráticas con las que se encuentran los pacientes para acceder a la cirugía bariátrica se han intensificado. “No están autorizando porque ellos no lo consideran una cirugía de urgencia. Dicen que los sanatorios están abocados al covid-19, pero eso es mentira”.

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Otros pacientes, en cambio, obtuvieron la aprobación de la cirugía pero aguardan que estén dadas las condiciones para llevarla adelante. Ese es el caso de Sandra Barros, quien tiene 50 años y hace 16 sufre obesidad. “Actualmente estoy con la operación aprobada desde mayo y esperando que se pueda implementar algún protocolo para que vuelvan a operar”, contó.

“Si bien los médicos nos siguen asistiendo, me siento en el medio de la nada con la desesperación de querer que mi situación cambie, de avanzar otro paso. El obstáculo es la pandemia y me resulta contradictorio porque por un lado escuchás hasta en los medios de comunicación que la obesidad es uno de los mayores factores de riesgo para el covid-19, pero por otro lado no nos operan por la pandemia”, enfatizó.

Barros confesó que en este contexto se siente cansada. “Mi esfuerzo diario es no aumentar para estar apta en el momento que me den el ok para entrar al quirófano. Quiero pasar a la siguiente etapa. Si llegué con el sobrepeso que llegué, después de ir a 500 mil médicos y probar un montón de cosas, dietas, pastillas, quiero sentirme bien, quiero sentirme sana y segura porque, al ser la obesidad uno de los factores de riesgo, tampoco estoy tranquila. Quisiera que me saquen de ese riesgo”, reiteró.

Rosana Giacovelli, por su parte, tiene 58 años y se sometió a una cirugía bariátrica en enero último. “Llegué a esta operación después de haber hecho todo tipo de dietas: la de la luna, la del sol, con pastillas, con anfetaminas… desde los 16 años hasta ahora hice todo”, relató Giacovelli, quien hace cuatro años atrás y ya con diagnóstico de diabetes fue derivada a un endocrinólogo especialista en enfermedades metabólicas que la acompañaría en el camino hacia la cirugía bariátrica.

Sin embargo, cuando ya estaba todo listo para su operación, el médico le comunicó que no podría operarla debido al estado de su hígado, pues -según recordó la paciente- “yo salía de un tratamiento oncológico por cáncer de mama y la medicación oncológica había hecho estragos en mi hígado, que se sumaron a los años de obesidad y diabetes que había soportado”.

No obstante, Giacovelli decidió consultar a otro especialista y éste -a pesar de su situación hepática- decidió operarla el 15 de enero último. “A partir de la cirugía, todo fue mágico. Dejé de tomar toda la medicación que tomaba para la diabetes, que era muchísima. Dejé también de tomar la medicación para la presión. Realmente fue un cambio de vida. Empecé a caminar”, contó aliviada.

El contexto de aislamiento impuesto debido a la pandemia alteró el modo en que Giacovelli transita su post operatorio. “No me puedo quejar de mis médicos, a los cuales les estoy inmensamente agradecida. Al cirujano lo pude ver tres veces después de la cirugía, antes de la cuarentena, y luego una sola vez más. Al médico clínico lo vi una vez después de mi cirugía. Siento que ahora mi aliada es la nutricionista y en esta pandemia solo me puedo contactar con ella vía mail, lo cual para mí es una dificultad”, describió.

“Además dejé de hacer actividad física. Ver videos online de ejercicios no me gusta. En cuanto empezó la pandemia bajaba al parque de mi edificio a caminar un poco, pero después vi que bajaban vecinos sin barbijos y me empezó a dar inseguridad. Con lo cual me quedé adentro del departamento hasta esta semana, que empecé a bajar otra vez. Lo hago a las 9 de la noche, cuando no hay tanta gente”, narró la paciente, que hoy realiza terapia psicológica por videoconsulta.

“No quiero ni pensar qué hubiera pasado conmigo de no estar operada durante esta pandemia por un montón de factores: primero, porque no conozco a nadie de mi entorno que no haya aumentado de peso en esta cuarentena. Me pregunto qué hubiera pasado con mi diabetes, cómo hubiera sido mi vida de no estar operada para poder conseguir la medicación, ponerme en contacto con la doctora para conseguir los remedios… realmente es un riesgo no operarse. Esta cirugía para mí fue un volver a nacer”, concluyó Giacovelli.

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  • Por Lic. Marcela Casabella (M.N. 3.042), Psicóloga, Coordinadora de la comisión de Salud Mental de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad.
  • Dra. Marianela Aguirre Ackermann (M.P. 2.887), Médica Especialista en Medicina Interna y Nutrición. Magister en Diabetes. Coordinadora del Grupo de Obesidad de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN). Directora asociada de Cursos de Postgrado de Obesidad de la Universidad Favaloro
  • Dra. Susana Gutt (M.N. 66.301), Médica especialista en Nutrición.
  • Florencia Pereyra Arandía, Fundadora de la organización de pacientes Fundación Familia Bariátrica.
  • Sandra Barros: Paciente que aguarda la realización de su cirugía bariátrica.
  • Rosana Giacovelli: Paciente que fue operada en enero último.

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