La mayoría de la gente presenta contracturas musculares, lo más frecuente hoy en día es por la mala postura adquirida en el trabajo: la computadora, la mala posición al sentarse, el stress o el mal descanso nocturno, entre otros, producen un acortamiento muscular y en consecuencia se generan las “contracturas”.
Su nombre médico es síndrome de dolor miofascial y se define como el conjunto de signos y síntomas causados por los puntos gatillo que incluyen dolor, debilidad muscular, limitación del movimiento, incoordinación, fatiga muscular y retardo en la relajación y en la recuperación de los músculos después de su actividad.
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Para identificar un síndrome miofascial se toca el músculo doloroso y se detecta una contractura (banda tensa muscular), dentro de esa banda tensa se palpa en el centro un punto de mayor dolor (punto gatillo) que habitualmente reproduce el dolor de la persona y cada músculo tiene un patrón de dolor identificado.
La primera línea de tratamiento son los anti-inflamatorios y los relajantes musculares, sin embargo tienen poca eficacia cuando las contracturas musculares son crónicas.
Las terapias manuales como la osteopatía y la reeducación postural global sirven para corregir la postura y por ende alivian la contracción muscular mediante elongaciones. Estas terapias son efectivas para este tipo de patologías y la primera línea de tratamiento para los síndromes miofasciales.
Pero, ¿qué hacemos cuando la terapia manual no nos termina de ayudar? En la práctica médica diaria utilizamos dos tipos de técnica para “descontracturar” el músculo. La punción con aguja seca que consiste en el empleo del estímulo mecánico de una aguja como agente físico – aguja similar a la de la acupuntura- y la otra técnica es inyectando de manera local con una aguja también muy fina con dextrosa (glucosa) en la zona de dolor muscular.
En el momento donde la aguja ingresa al músculo y contacta el punto gatillo se genera una respuesta denominada espasmo local que produce una contracción instantánea en el músculo para luego devolverle su tamaño normal. El músculo, luego de cualquiera de los dos métodos, recupera la elongación normal y disminuye la contractura. Es común padecer molestias hasta 24 horas posterior al procedimiento ya que el cuerpo debe adaptarse al nuevo estado.
Con las inyecciones con dextrosa se utiliza una aguja fina y se trata de colocarla cerca de los nervios que están por debajo de la piel (Inyecciones subcutáneas perineurales), al ser inyectada la dextrosa funciona sobre estos nervios disminuyendo el dolor y permitiendo una buena elongación. Este tipo de inyecciones también permiten que cuando el paciente este realizando osteopatía, reeducación postural u otra técnica de terapia manual mejore mucho más rápido.
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