Trastorno de la tiroides: el enemigo silencioso

El incorrecto funcionamiento de la hormona tiroidea puede afectar una amplia gama de funciones corporales

Los trastornos tiroideos afectan al 10 por ciento de la población mundial y aún así no despiertan demasiado interés. Se trata trata de uno de los problemas endocrinos más comunes y afecta una amplia gama de funciones corporales. Sin embargo, sus síntomas pueden pasar desapercibidos e incluso confundirse con otras patologías.

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La tiroides es una pequeña glándula ubicada detrás de la laringe que regula la producción de energía y el metabolismo del organismo —incluyendo el corazón, el cerebro, la piel, los intestinos y la temperatura corporal—. Su mal funcionamiento puede tener un importante impacto en la salud.

A pesar de esto, la mayoría de las personas no lo sabe porque los exámenes de rutina no lo detectan. Esto genera que muchas personas vivan con las consecuencias del exceso o escasez de hormona tiroidea sin tener una explicación.

Síntomas de los trastornos tiroideos

Algunos de los síntomas son: fatiga excesiva, depresión, pérdida del cabello, aumento inexplicable de peso, estreñimiento, problemas del sueño, confusión mental y ansiedad. Para las mujeres en edad reproductiva puede ser difícil quedar o mantenerse embarazadas.

Si bien se pueden encontrar algunos puntos comunes, los síntomas de la disfunción tiroidea varían según la persona. Además, tienden a desarrollarse gradualmente por lo que es posible que ni los pacientes ni los doctores los relacionen con un problema que merece ser tratado.

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Tal es el caso del hipotiroidismo, patología generada por niveles hormonales bajos, que suele confundirse con otras enfermedades o con síntomas normales del envejecimiento.

Por el otro lado, una tiroides demasiado activa puede generar pérdida de peso, aumento del apetito, ansiedad, insomnio y palpitaciones cardiacas, incluyendo la fibrilación atrial, un factor de riesgo de infarto.

La edad como factor de riesgo

Los adultos mayores experimentan menos síntomas y signos típicos por lo que el diagnóstico puede ser aún más complicado. Esto es particularmente peligroso porque el riesgo de desarrollar esta enfermedad aumenta con la edad.

Cómo se detecta

Las pruebas completas de la función tiroidea incluyen tres mediciones básicas:

  • Los niveles de hormona tiroxina (T4) producida por la tiroides
  • Los niveles de triyodotironina (T3) producida por la tiroides
  • Los niveles de la hormona estimulante de la tiroides, tirotropina o TSH, por su sigla en inglés, producida por la glándula pituitaria para regular la tiroides.

La Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos cree que los niveles de tiroides deberían medirse de manera rutinaria entre la gente mayor, en especial en el caso de las mujeres. Además, esa asociación recomienda practicarse pruebas de TSH a partir de los 35 años, a repetir cada cinco años.

Los expertos creen que entre el 40 y el 60 por ciento de las personas con enfermedad tiroidea no saben que la tienen. Esto es fundamental porque incluso en los trastornos subclínicos un diagnóstico y un tratamiento sencillo a base de fármacos puede mejorar enormemente la calidad de vida.

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