Capital de Noruega: Oslo desde una mirada argentina

Admiración y sana envidia ante una sociedad avanzada que no cesa de crecer. Maravillate con Oslo, la Capital de Noruega.

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Actualizado: 12 de julio de 2022

Esta no es una nota para turistas. Sin duda es una nota para lo que en Por el Mundo llamamos Viajeros. Aquellos que disfrutan de intentar comprender los lugares que tienen la suerte de visitar. Los que se dejan llevar por sus pensamientos y emociones e interactúan con la gente y la naturaleza. Eso intentamos en nuestra visita a la capital de Noruega.

Comparto con los viajeros y los que quieren serlo, esta breve combinación de imágenes y reflexiones tras tres días en Oslo, la capital de Noruega, uno de los países más avanzados y felices del planeta

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Oslo, la fantástica capital de Noruega

Una ciudad en la que la construcción no se detiene y las grúas adornan el paisaje llama la atención, porque en paralelo se percibe la construcción de una sociedad sin prisa.

  • La vida transcurre lenta y tranquila. No se ve gente corriendo, salvo para hacer ejercicio. No se ve signo alguno de agresividad.
  • El trato es muy cordial, con amplia disposición a resolver problemas y ayudar. Todas las personas con quienes tratamos hablaban inglés fluido y muy comprensible.
  • La libertad, la diversidad y la seguridad se perciben fuertemente.

Hay un significativo porcentaje de inmigrantes, notorio por ejemplo en los contingentes de chicos de escuelas y colegios de distintos orígenes. La convivencia parece armoniosa y natural.

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La gente deja sus cosas en cualquier lugar público (restaurantes, aeropuerto, estaciones) sin aparente temor a problema alguno. En tres días no vimos policía (ni agentes ni móviles) en calles, estaciones ni aeropuerto.

El orden es impecable. Claramente no hay espacio para "avivadas" pero, además, las avivadas no parecen tener sentido porque, al funcionar todo muy bien, no hay ventajas para obtener.

Servicios en la capital de Noruega

Los servicios son de una calidad excepcional. El transporte impresiona por variedad (tren, tranvía, bus, metro, ferry), comodidad, frecuencia y puntualidad.

Casi todo funciona de modo virtual (incluso en restaurantes es normal pedir la comida desde la mesa por el celu y que la traigan cuando está lista).

Los baños son extremadamente confortables y limpios y hay en el lugar que necesites encontrarlo. Hay wifi gratis prácticamente en todos lados.

Ecología en Oslo

La Capital de Noruega impresiona por su sustentabilidad ecológica. Bajísimos niveles de ruido, predominancia de vehículos eléctricos, casi no hay autos en las calles ( no tiene sentido usarlos dado que los medios de comunicación son impecables). La gente se maneja a pie, en bicicleta, patinetas eléctricas (son el furor, las dejan en la calle y se toman con una App del celu que las activa) o en los medios públicos.

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La Capital de Noruega crece sin pausa

El desarrollo de obras de construcción en el centro de Oslo es notable. Decenas de grandes construcciones, públicas y privadas se ven por todas partes, siempre perfectamente organizadas y sin alterar el ritmo de la ciudad.

Urbanismo y naturaleza en una sociedad avanzada

Desde que en 1970 se descubrió el petróleo en el Mar del Norte, Noruega se transformó en uno de los países más ricos del mundo, pero esta riqueza no los corrió de su eje y la sociedad decidió que estos ingresos no se gastaran, ahorrándose en un fondo público de inversión que cuenta con cientos de millones de dólares, el más grande del mundo.

El gobierno de turno no puede gastar (por supuesto, con aprobación parlamentaria) más del 5% de ese fondo, que asegura las pensiones de las nuevas generaciones cuando ya no quede petróleo.

La corrupción es una palabra tan poco usada como inseguridad. Los gobiernos pueden cambiar pero las políticas de Estado no

Urbanistas, políticos y empresas trabajan para reducir la huella de carbono de la capital de Noruega y garantizar un futuro sostenible. Los proyectos arquitectónicos de las últimas décadas muestran que la sostenibilidad ha sido un principio rector.

La geografía es apasionante. Oslo está al final de un inmenso fiordo y rodeada de decenas de islas que se pueden visitar en ferrys de línea, además de las típicas excursiones locales. Al recorrer el fiordo advertimos que los barcos disminuyen la velocidad al pasar por las islas. Si "no hay prisa" la premisa es no molestar al otro.

Estado presente

El rol del Estado es muy fuerte, sobre todo en infraestructura, servicios esenciales y, destaca la gran inversión pública en educación y cultura. En todos lados encontramos alumnos de primaria y secundaria con sus maestros y maestras; otro hecho llamativo es que vimos una proporción similar de hombres y mujeres educadores, una profesión sin duda prestigiada y bien remunerada. El clima de armonía y respeto notable. Hay variedad de emprendimientos culturales destacables y puestos al alcance de quien los quiera aprovechar.

La increíble Ópera, seguramente el mayor ícono de la capital noruega, parece navegar junto al fiordo y ofreciendo sus increíbles terrazas a la ciudad. Recorriéndola sentimos que puede competir en belleza estética y creatividad con la de Ópera de Sidney.

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Cultura

El parque Vigeland, donde se hallan doscientas bellísimas esculturas del gran artista noruego en un marco de parque temático, hace vibrar lo mejor de la fibra del ser humano.

Por momentos, ante tanta paz, excelente funcionamiento y tranquilidad, se nos planteó la duda, ¿es la noruega una sociedad "aburrida"? Mi conclusión es definitivamente que no.

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Los vi disfrutando la maravillosa terraza de la Ópera o el increíble parque de esculturas con alegría y buena onda. Los vi andar con la ropa más cómoda que se les ocurre sin dejar el cuidado personal. Los vi reírse en grupos de jóvenes y adultos, en calles o restaurantes. Los vi posar para las fotos (menos selfies que en otros lados) siguiendo las formas de las esculturas (hay muchísimas en todos lados, más allá del parque Vigeland).

Sí en cambio impacta la serenidad, la falta de desborde y, sobre todo, la tranquilidad que sin duda tiene que ver con una comunidad que no conoce lo que es vivir en alerta permanente para averiguar cuál será su próxima angustia o preocupación

La (sana) envidia que un país como Noruega genera a un argentino es difícil de definir con palabras.

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