Temaiken, un fascinante paseo por el mundo salvaje

A sólo 50 km de Buenos Aires, en la localidad de Belén de Escobar, Bioparque Temaikèn brinda una experiencia recreativa y educativa para toda la familia.

Actualizado: 4 de mayo de 2020

Visitar el Bioparque Temaiken es sin lugar a dudas una de las experiencias más gratificantes que pueden disfrutar en conjunto todos los miembros de la familia. Desde los más pequeños, que no paran de exclamar asombrados cuando los grandes animales se pasean tranquilamente delante suyo y rugen abriendo sus enormes bocas  hasta los padres y abuelos que intentan disimular su propia perplejidad ante el espectáculo de la naturaleza y sonríen satisfechos al ver la felicidad de los chicos.

Desde que se abren los molinetes para ingresar al Bioparque hasta que se completa el recorrido y uno cae extenuando después de haber andado por los más extraños paisajes todo es asombro, admiración y una constante toma de conciencia sobre el cuidado y el respeto que le debemos a nuestro planeta y a todos sus habitantes.

Diferentes paisajes de la Argentina y del mundo se suceden interminablemente en un encuentro único con la naturaleza, albergando a la maravillosa flora y fauna en ambientes que respetan su hábitat de origen

Cada quien ira descubriendo su espacio predilecto del Bioparque. Hay algunos que prefieren pasar un buen rato dentro del Acuario, donde Temaiken recreó, para los habitantes del agua, un mundo a su medida.

Aunque en realidad debemos decir que son tres mundos: la Poza de Marea, un ambiente costero rocoso característico del sur argentino; el mundo del Agua Dulce, que representa un río típico de la Mesopotamia Argentina, mostrando sus costas y su diversidad de especies; y el insondable Océano, conformado por un acuario circular que envuelve a los visitantes con más de 1 millón de litros de agua de mar y que alberga diversas especies del fondo del Mar Argentino, entre ellas 4 ejemplares de tiburones moteados.

 

 

Dentro del Acuario se encuentra también el Centro de Exploración Acuática, uno de los lugares más atractivos del Bioparque. Este centro interactivo cuenta con tecnología de última generación para que tanto niños como adultos se sorprendan mientras juegan y aprenden sobre cómo cuidar el agua y sus habitantes.

Cerca del Acuario está otro de los lugares preferidos por muchos, especialmente por los chicos: La Chacra, con los animales y vegetales de nuestro campo. Allí las familias pueden tener contacto directo con vacas Jersey, terneros, ovejas, cabras, gallinas y participar del ordeñe. Quienes quieran (y se animen) podrán alimentar a los terneros, a las aves de granja, peinar e interactuar con las cabras y ovejas.

Otro de los puntos clave del recorrido está dado por los 5 Aviarios, lugares especialmente diseñados donde el visitante se integra al entorno e interacciona directamente con las aves y sus costumbres, permitiendo una experiencia vivencial única con más de 2.500 ejemplares de todo el mundo.

Cada visitante puede ir recorriendo el parque haciendo su propio camino, pero aproximadamente a mitad del transcurso los chicos encuentran uno de los lugares más fascinantes de la visita.  El espacio de “Patagonia Interactiva” es todo lo que ellos desean. El esplendor de la Patagonia, uno de los lugares más remotos e inhóspitos, custodio de innumerables tesoros de la historia y de la humanidad, hogar actual de fauna y flora únicas en su tipo.

Allí, en un sector que recrea una excavación paleontológica, los chicos pueden tomar las herramientas propias de los investigadores y jugar a desenterrar restos fósiles que apenas asoman en la arena. Munidos de pincelitos, espátulas y otros utensilios, pueden pasarse horas jugando a ser científicos que escudriñan en los misterios de la naturaleza.

Siguiendo el paseo podemos encontrarnos con decenas de hábitats recreados específicamente para alojar allí a las especies que corresponden

Resulta fascinante ver las expresiones de todos, grandes y pequeños, al observar como el hipopótamo nada velozmente (se puede verlo afuera o adentro del agua a través de los vidrios de su propio acuario) o se entretiene jugando con una rama de un árbol.

 

La gracia de los flamencos que se posan sobre una de sus patas y pasan allí largas horas. La destreza de la chita que se pasea por su enorme sabana balanceando su tensa musculatura de curvas perfectas. Los increíbles cocodrilos que cambian de posición en cuestión de milésimas de segundos haciéndonos sentir un poco el pavor de lo salvaje.

Wallabies y canguros conviviendo en un ámbito propio, los divertidos lémures siguiendo el paso de la gente que los mira casi a centímetros de distancia, los ciervos, las llamas, los tigres. Una infinidad de mundos conviviendo dentro de este ámbito único.

Más allá de la belleza y el asombro que nos provoca Temaiken, uno sale del Bioparque con una idea muy clara: Habiendo entendido que el futuro del mundo natural depende de nosotros, de nuestro respeto por la vida y nuestra habilidad para proteger y conservar. Esto es posible únicamente si todos creemos que podemos cuidar del mundo y de las criaturas que en él habitan.

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