En julio, la temporada de avistajes entró en su esplendor en la península de Valdés, Argentina. Los lomos de los mayores mamíferos del planeta asoman por doquier, para desaparecer y volver a mostrarse, mientras los chorros de vapor de su respiración surgen cual geisers en la superficie marina en derredor de las embarcaciones.
Todas tus emociones saldrán a flote mientras mirás cómo las ballenas se asoman al Golfo Nuevo, ofreciéndote un espectáculo único en el mundo
Pero los dos momentos más esperados por los turistas son siempre el de la cola que ondea durante varios segundos tras la inmersión, como en un saludo, y los saltos, ya que ver virtualmente volar un animal de más de 30 toneladas, aunque sea por un segundo, nunca deja de maravillar siquiera a los más expertos en estos avistajes.
Los pasajeros embarcados giran entusiasmados y apuntan cámaras y binoculares, ya sea a un gigante que eleva del agua sus 30 ó 40 toneladas, o se concentran en otro que navega con un rumbo recto y en cada aparición amaga ofrecer el siempre esperado "saludo" con la cola tras la inmersión.
Y las exclamaciones no paran mientras emergen los oscuros y gigantescos cuerpos de las ballenas, o explota la blanquísima espuma que estalla tras sus saltos, mientras el guía anuncia a los turistas el menú para sus fotos, que va desde la sola aparición de un cetáceo hasta sus espectaculares acrobacias.
Anotá este paseo que merece la visita todos los años, porque nadie se acostumbra o cansa de este increíble espectáculo. Si no es posible ir seguido, tenelo como pendiente pero no dejes de hacerlo.
