Ilha do Mel: el secreto mejor guardado del litoral sur de Brasil

Agreste, natural, de enorme belleza, Ilha do Mel es una opción poco conocida y muy atractiva en el litoral sur de Brasil

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Actualizado: 5 de junio de 2020

En el sur de Brasil, más precisamente en el Estado de Paraná, las extensas playas de fina arena y mar cálido esperan incrementar la llegada de los turistas argentinos que en gran cantidad llegan cada verano a los balnearios de la vecina Santa Catarina, donde se encuentra la popular Florianópilis, ofreciendo infraestructura de primer nivel y el atractivo de la cercanía de la ciudad de Curitiba.

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Uno de los circuitos que destacan y vale la pena conocer es la Ilha do Mel (Isla de Miel), que a sólo 100 kilómetros de la capital paranaense, conocida mundialmente por su parámetros medioambientales, ofrece el encanto de la naturaleza en estado puro, donde no pueden circular los vehículos en su interior ni tampoco realizar nuevas construcciones.

No se trata de un destino masivo, pero sí de uno de esos lugares inolvidables, ideales para quienes buscan un lugar agreste, tranquilo, simple y sobre todo, inmensamente bello. Ilha do Mel es el secreto mejor guardado del litoral sur de Brasil

Desde 1975 protegida como patrimonio cultural y posteriormente declarado reserva ecológica para preservar sus ecosistemas únicos, en la isla las tierras no se venden sino que se alquilan por períodos largos a familias de moradores que las pasan de generación en generación.

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La ocupación de terrenos tanto por la población local como por los turistas, está controlada por un planeamiento estricto.

De esta manera, la isla que se levanta como un tesoro a poco más de 30 minutos de las costas de Paraná, es especial para aquellos que buscan playas desiertas, vegetación exuberante, largas caminatas, paisajes únicos y posadas y restaurantes a la vez rústicos y encantadores.

Al desembarcar en Ilha do Mel, el visitante notará que allí no están permitidos los vehículos a motor ni la tracción a sangre. Su equipaje llegará hasta alguna de las posadas de la isla a bordo de una carretilla todo terreno o, si está más lejos, en uno de los taxis-lancha que prestan servicios entre las playas.

A partir del muelle al que arriban los barcos desde el continente, se extienden dos hermosas playas y una calle que se abre paso entre la vegetación espesa. Esa calle es Nova Brasilia, el centro de la isla, donde se concentran unos pocos bares, restaurantes, quioscos, posadas, camping, tiendas y hasta acceso a Internet.

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Es importante saber, aún antes de embarcar, que durante la noche la calle que serpentea por entre el verde no está iluminada, de modo que para llegar hasta cualquier restaurante o bar, el viajero deberá ir con una linterna.

Una de sus particularidades consiste en que no hay calles ni veredas; solamente una huella donde se transita. La convivencia a pleno con la naturaleza transformó a este ambiente y se preserva en una inquietud: proteger el medio de la manera más autóctona posible.

El avance que proporcionaron los generadores de energía eléctrica causa una gran preocupación en los ambientalistas, que intentan evitar las modificaciones en las condiciones de vida de este paraíso llamado Ilha do Mel.

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Por momentos de manera paralelas a la calle, aparecen las playas Grande y do Farol. Vale la pena caminar hasta la estructura blanca del faro que se levanta sobre un pequeño morro en un extremo de la playa. El camino es sencillo, y la parte más alta de su estructura reserva la sorpresa de una vista deslumbrante de la playa ancha y de aguas mansas.

Una pequeña lengua de arena que apenas mantiene unidas dos partes de la isla, aparece como el lugar ideal para un encuentro cercano con el mar. Al otro lado del morro, irrumpe una playa rayada de espumas, la favorita de los amantes del surf. A lo lejos, por último, se pueden ver los paredones de la Sierra do Mar.

El faro que se levanta sobre el Morro das Conchas fue construido en 1870, comenzó a funcionar dos años más tarde y en la actualidad, a tono con la onda ecológica de la isla, es alimentado por energía solar.

Placeres

Otra caminata imperdible es la que se realiza desde nova Brasilia para llegar a la Fortaleza de Nossa Senhora dos Prazeres. Ningún nombre más adecuado para esta bella construcción de piedras antiguas que se ubica con sus cañones y siluetas de cuento en una punta de la playa.

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Un poco más allá, algunos bares sobre la arena ofrecen delicias como panqueques de carne de cangrejo, jugos de frutas y reparadoras caipirinhas.

Encantadas

Al sur de Ilha do Mel, Encantadas tiene morros rocosos y playas de aguas límpidas y azules, ideales para bucear y hacer deportes náuticos. Pero uno de los tesoros más deslumbrantes que esconde el destino es una gruta de formas y colores sorprendente.

Las leyendas que se cuentan sobre el lugar se desprenden en parte de la belleza mística de la gruta y en parte de la palpable energía que, dicen, se debe a la concentración mineral de sus aguas que también se utiliza con fines medicinales.

encantadas
Entre los muchos otros atractivos de la isla, se destaca el faro de Caraguatá, desde donde se puede apreciar una de las vistas más bonitas de la isla, siempre salpicada de barcos que atraviesan esas aguas y parecen estar casi al alcance de la mano.

caraguata

Cómo llegar

Desde Curitiba, capital del estado de Paraná, la distancia hasta la isla es de 90 km. Existen dos opciones para llegar: la primera es ir en auto o bus hasta Pontal do Sul, donde se encuentra una terminal marítima de la que salen barcos muy bien equipados que, en 30 minutos de travesía llegan hasta Nova Brasilia, Encantadas o la playa de la Fortaleza.

Otra alternativa es viajar desde la capital estadual hasta Paranaguá en un atractivo tren turístico. Desde allí hay barcos que llegan a la isla en 1 hora 45 minutos. Aunque este camino es más largo, en la isla varios habitantes locales lo recomiendan.

Alojamiento

En Nova Brasília y la Praia do Farol hay posadas, algunas muy confortables aunque sencillas, y también algunos pocos hoteles, además de campings y hostels.

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