Onda retro, ambientación al mejor estilo de mediados del siglo pasado, navajas afiladas prolijamente ordenadas, delicadas fotos en tonos sepia colgadas en las paredes, delantales blancos, potes de gel, una moza que se acerca con un pocillo de café en una bandeja y una sofisticada conexión a internet para que nada pueda faltarle a los clientes que han vuelto a las remozadas barberías y se van acostumbrando a disfrutar de esta “nueva-vieja” costumbre.
El encanto de lo clásico, combinado con lo último de la tecnología y los servicios de spa, han hecho de estos lugares los nuevos epicentros del boom de la moda. Cada vez son más los hombres que acuden a los “barber shops”, ya sea para hacerse un corte moderno o para retocarse y emprolijarse la barba y, de paso, pasar un rato agradable sentado en un butacón que respeta el estilo de los muebles fabricados en los años 20.
Barberías boutiques, barbershops, Gentlemen’s Club han vuelto a proliferar. Estos negocios históricos, que muchos creían ya extinguidos, atraviesan una nueva edad de oro.
Es que esta renacida pasión por las barbas y sus cuidados es uno de los giros más contemporáneos en la industria de la belleza y está resurgiendo en las grandes capitales del mundo, contagiando poco a poco a las pequeñas ciudades. Lo cierto es que el ramo, aún en ciernes, promete crecer como la espuma al amparo de un colectivo compuesto por hombres de 25 a 60 años.
Uno de los mayores placeres de acudir a una barbería para recibir una afeitada es el de sentir la toalla húmeda cubrir completamente el rostro. Esto no se hace sólo porque es muy cool, sino por una razón muy práctica, pues la preparación antes del afeitado húmedo da grandes dividendos en comodidad y en la calidad del afeitado.
De todos modos, y más allá de los fines prácticos, el gozo que provoca esta técnica de la toalla húmeda es indescriptible
Pero hay algo importante que es preciso aclarar en este momento. Toda esta nueva movida del aseo y del cuidado de la barba que gana nuevos adeptos día a día no tiene ni por asomo algún parecido con la “metro sexualidad”, una tendencia nacida al amparo de ciertas “celebrities” hace algunos años. Muy por el contrario, las barberías apuntan a resaltar la virilidad, a destacar la masculinidad y a demostrar que se puede ser un hombre aseado y bien presentado sin que la coquetería ponga nada en juego.
Esta tendencia abarca diversos arquetipos que van desde el típico trendy que lleva una barba de varios días, pero bien cuidada, hasta ejecutivos de alto nivel. La imagen para ellos es una importante carta de presentación por lo que buscan una rasurada impecable, un bigote bien definido y un cutis hidratado.
En una barbería tradicional, la carta de servicios se compone por un lado de peluquería y rasurado y se complementa con el diseño y corte de barba y bigote. Pero estos espacios contemporáneos que combinan las bondades de una barbería clásica con un ambiente refinado y contemporáneo, han resultado un éxito y no se han quedado solo en los clásicos servicios que puede ofrecer una peluquería.
Las estrellas de las barberías son sin duda los tratamientos de spa donde destacan masajes, tratamientos faciales y por supuesto los capilares. Justamente los servicios más solicitados por los hombres que ya superan la treintena de años son los tratamientos para combatir la calvicie y para retrasar la aparición de las primeras líneas de expresión.
En algunos locales inclusive se puede disfrutar de una copa o un vaso de whisky on the rocks mientras uno se relaja y es atendido.
Para completar la cartera, podemos sumarle la atención junto al butacón de corte de una manicura que se concentra en uñas y cutículas del cliente y por supuesto de los servicios de “coloración” para aquellos que quieren ocultar las canas.
Ante tanta gama de opciones, cada uno de estos “barbudos” irá encontrando su lugar de pertenencia en el amplio mundo de los “barber shops”. Pero si hay algo que conquista de inmediato a los hombres es el trato personalizado y los barberos lo saben. Por eso, lo que en realidad ofrecen es un refugio donde el simple hecho de cortarse el pelo y afeitarse pueda convertirse en una experiencia de relajación y amistad.
Sillas de barbero centenarias, espuma, toallas calientes, navajas y una buena conversación puede acercarnos a ese ritual tan masculino que extrañamente añorábamos aunque lo desconociéramos.
Ya no se trata de un simple corte, sino de una nueva y nunca antes vista forma de individualidad e identidad. Resurgieron renovadas y son el boom de la estética masculina. Las barber shops se han convertido el lugar favorito de aquellos caballeros preocupados por su imagen.
Utilizamos cookies de terceros para mostrar publicidad relacionada con tus preferencias. Si continúas navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Puede obtener más información en:
Politica de Privacidad