Adultos mayores: dos buenas noticias y un gran desafío

La longevidad se consolida y las personas de 70 y 80 años son cada vez más saludables y activas. El desafío es llenar de vida este tramo.

Nadie imaginó un 2020 como estamos viviendo. Sin embargo, hay dos noticias buenas e importantes que están sucediendo en medio del drama y la incertidumbre que nos trajo el COVID-19. La primera buena noticia es que las personas del siglo 21 cada vez vivmos más: las estadísticas nos están mostrando que la expectativa de vida se viene prolongando desde hace más de 50 años.

Ya en la mitad del siglo 20, cuando en Japón la edad promedio de su población era de 22 años o en Ghana era de 17, hoy es de más de 85 y 60 años respectivamente en ambos países. El país más longevo del mundo y un país en el continente más joven nos muestran cómo la expectativa de vida se prolonga en prácticamente la mayoría de los países del mundo.

Ser más longevos no solo es una gran noticia sino que habla del avance de nuestras sociedades, de la humanidad toda

La longevidad es hoy un indicador de desarrollo de los países, ya que un país desarrollado puede ofrecer mejores condiciones de vida a sus ciudadanos y con ello se garantiza una mejor calidad de vida. Vivir más siempre es bueno.

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La otra buena noticia que debemos saber es que vivir más nos permite tener más oportunidades de hacer lo que nos gusta, oportunidades de ser más felices. Para algunos, ésto será más tiempo de lectura o recreación; para otros, más tiempo para compartir con familiares o amigos y, otros tantos, verán en esa vida más larga y plena la posibilidad de viajar, de estudiar, de trabajar o de reencontrarse con nuevas
actividades que alguna vez, por la vida misma, quedaron relegadas.

Hoy, vivir más, ser longevos, nos permite poder planificar esa nueva longevidad que tendremos, estadísticamente hablando, por delante y para la cual muy pocos se encuentran preparados.

Pero estas dos buenas noticias no está exentas de un gran desafío: un desafío que tiene dos caras de una misma moneda. Por un lado, cómo lograr llenar de vida ese tiempo de nuestras propias vidas buscando mantenernos vigentes, productivos e independientes. Por el otro, la otra cara de la moneda es cómo la sociedad podrá aprovechar esa oportunidad que significa un capital de experiencia y conocimiento de la mano del grupo de personas mayores mas educadas, informadas y conectadas que ha habido en la historia de la humanidad.

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Las oportunidades dependen de cada uno de nosotros, pero en ello radica la posibilidad de aprovechar ese momento para mejorar nuestro bienestar y calidad de vida, en una etapa donde la salud se convierte en el capital más valioso. La salud nos permite ser independientes, tener autonomía.

En la segunda mitad de la vida solemos tener más tiempo y saber qué nos gusta y qué no. Por eso, invertir en salud tiene muchas, distintas formas o facetas. Desde iniciar un programa de actividad física, una actividad manual, un curso sobre algún tema interesante hasta comenzar la búsqueda de una nueva relación sentimental.

En definitiva, hablamos de oportunidades de hacer lo que queramos, con quien queramos y donde nos plazca. Esto no es más que poder ser más felices, pero, como todo, depende de uno.

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Seguramente muchos podrán decir… “Cómo pensar en esto en medio de una pandemia de la que no sabemos cuándo podremos volver a vivir con cierta normalidad”. Es verdad, aún la incertidumbre es muy grande y no hay horizonte en el corto plazo que nos permita vislumbrar una salida. Sin embargo, hay algo que es claro, no viviremos el resto de nuestras vidas en confinamiento ni en situación de pandemia.

Por ello, la posibilidad de valorar algo que muchos no supimos o supieron apreciar hasta que apareció el virus: la libertad. Una libertad que no pasa por quedarnos anclados en la imposibilidad de movernos fuera de nuestros hogares, barrios o ciudades, sino la posibilidad de decidir qué queremos hacer con nuestro tiempo y nuestra vida futura.

Una pandemia es una crisis social, pero no por ello debemos dejar de diferenciar esta contingencia de nuestro propio futuro. Asumamos este tiempo como un tiempo de reflexión, pensamiento y planificación. Pensemos en lo que nos queda por delante y cómo nos gustaría que sea ese futuro, ese porvenir. La nueva longevidad nos muestra la importancia de asumir este fenómeno colectivo como nuevos desafíos que son propios y de la misma sociedad. Asumamos este porvenir con responsabilidad y con esperanza.

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