Hiperconexión, tecnología al servicio de las necesidades ambientales y de las pequeñas situaciones cotidianas como por ejemplo no caminar más bajo a lluvia hasta la estación, vínculos fluidos entre sectores de la ciudad y entre las personas. Espacios sociales seguros y controlados.
Todo esto imaginan los ingenieros de la firma ARUP, la misma que hace años se encargó del diseño estructural de la famosa cúpula de la Sidney Opera House y del Centro Pompidou de Paris entre muchas otras obras de renombre, sorprendió con un proyecto que se lanza a imaginar como se vivirá en el futuro.
En el artículo titulado “It’s Alive” de la publicación propia de esta firma, el equipo de diseño se lanza a imaginar lo que será para ellos una ciudad en el año 2050. La firma ARUP, fundada en 1946 con un enfoque inicial en ingeniería estructural confeccionó también varias estructuras para Beijing 2008 reafirmado su reputación de diseños innovadores y sostenibles que reinventan el entorno construido.
El esquema de ciudad futura presentado, que incluye vainas modulares flexibles, agricultura urbana en espacios dentro de los centros de vivienda, clima-consciente cuidado y resuelto por las mismas fachadas y sistemas de “edificio inteligente”, sorprende no solo por sus características de producto de ciencia ficción casi pasado de moda (algo muy común en décadas anteriores, pero que ya se ve muy esporádicamente) sino también porque con sus intervención propone reflexionar sobre los usos de los recursos naturales, su reproducción y el consumo controlado de los mismos.
Según el artículo publicado, se prevee que en el año 2050 la población mundial llegará a 9 billones de personas, 75 por ciento de los cuales vivirán en ciudades.
Significativamente, esta fecha también marcará una generación de adultos que han vivido toda su vida en una sociedad embebida con materiales y dispositivos inteligentes. Desde la teoría, el diseño considera los vínculos entre las personas se den mediante un flujo constante y que sea mucha más dinámica en su estructura social.
La ciudad está resuelta en una sola edificación. Este rascacielos futurista será un edificio “inteligente” que se conecte a una infraestructura urbana inteligente y pueda atender a una sociedad tecnológica y en expansión.
Los edificios y los materiales que componen este estilo de vida urbano deben ser capaces de adaptarse e inclusive ser parte de esta evolución y este cambio.
En su propuesta se imaginan un ecosistema urbano de edificios “vivos” que no sólo generan espacio habitable, sino también diseñan su medioambiente. De acuerdo con Arup, los edificios del futuro no sólo deberán producen energía y alimentos, sino que también tendrán que ofrecer a sus ocupantes aire limpio y agua.
La base de cada torre es un marco estructural permanente para las losas de piso. Dentro de este marco, se podría integrar módulos prefabricados, adaptados a los ocupantes y reparados, actualizados y reemplazados – cuando sea necesario – por robots. El edificio podría cambiar para mantenerse al día con el cambio de uso, el clima, los avances tecnológicos y la personalidad de sus ocupantes.
No habrá más gente caminando bajo la lluvia entre la estación y la oficina en la visión de futuro de ARUP; transporte sin trabas y enlaces constantes son parte integral del diseño, junto con un amplio espacio de parques y autos eléctricos que se cargan enchufados durante la jornada laboral.
Una vez que los ocupantes están dentro se ha diseñado un operador de clima individual para lograr el confort ambiental personal por más que haya otros vecinos de escritorio y controles de iluminación individuales, mientras que el edificio inteligente gestiona los recursos por sí mismo usando los datos recogidos de una membrana envolvente que a su vez convierte CO2 en oxígeno a través de nano-partículas.
Es decir, que la propuesta imagina un edificio del futuro que produce más de lo que consume. Junto a la construcción sostenible, el diseño contará con capacidad fotovoltaica para capturar y transmitir energía utilizando células de combustible in situ. Además, los elevadores también generaran energía de reacción al funcionar, lo que permitirá producir lo que se consume.
Pero fundamentalmente el análisis hace hincapié en la necesidad de controlar el uso de la tierra. La demanda de espacio en las ciudades ya está bajo presión. La expansión urbana ya es un problema y los planificadores se enfrentan a nuevos retos que tienden hacia la construcción en vertical. Además, las ciudades se enfrentan con cada vez más fuerza al cambio climático, la escasez de recursos, el aumento de los costos de energía y la posibilidad de futuros desastres naturales.
Diseñado como parte integrante del edificio, los espacios verdes de rascacielos de 2050 fomentan la interacción con las plantas, aves e insectos mientras que utilizando técnicas de cultivo vertical como hidroponía facilitarían la producción de alimentos.
El proyecto, mezcla de ciencia ficción y severos análisis sociales y ambientales nos invita a imaginar una ciudad autosuficiente e hiperconectada, vertical en su forma pero horizontalmente demócratica en su uso y en el uso de los recursos naturales.