España es uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo, pero dentro del mapa español hay un lugar que destaca de una forma tan sorprendente que empieza a llamar la atención de investigadores, nutricionistas y especialistas en longevidad. Es un territorio donde la gente no solo vive más años: vive mejor, con calidad, con vínculos comunitarios fuertes, con buena alimentación y con un estilo de vida que parece tener la fórmula del bienestar diario. El lugar es Galicia y asoma con la nueva “zona azul” de Europa en 2026.
Los datos lo confirman: su esperanza de vida llega a superar los 84 años, con cifras que se elevan aún más entre las mujeres, y lo más llamativo es que ya conviven más de 2.000 personas que superaron los 100 años. En un país donde las “zonas de longevidad” se analizan cada vez más, este rincón español —que muchos no tienen en su radar— aparece como un candidato natural para integrarse a la conversación global sobre bienestar.
La noticia explotó en medios españoles y reavivó una pregunta simple pero poderosa: ¿qué tiene Galicia que la convierte en un ejemplo real de vida larga, plena y saludable? ¿Es la alimentación? ¿El clima? ¿El ritmo pausado? ¿La forma de relacionarse? ¿O es una mezcla de todo eso?
En esta nota analizamos los factores que lo hacen especial, por qué sus habitantes viven tantos años con buena salud y qué aprendizajes pueden servir para quienes están buscando mejorar su estilo de vida o incluso replantearse dónde vivir.
Puedes ver: Dieta mediterránea: el hábito sencillo que protege tu corazón y te ayuda a vivir mejor
Longevidad comprobada: qué dicen los datos
Galicia es un rincón del noroeste español que registra una esperanza de vida que supera los 84 años de promedio, con mujeres que llegan fácilmente a los 87 y hombres que alcanzan o superan los 81. Lo más llamativo es la cantidad de centenarios: más de 2.000 personas ya pasaron la barrera de los 100 años.
Los expertos en demografía consideran que estas cifras no responden a un fenómeno aislado: se repiten de forma constante en varias zonas de la región, especialmente en áreas rurales. Allí, el envejecimiento no es sinónimo de fragilidad; al contrario, predomina la autonomía, el movimiento cotidiano y una calidad de vida que se mantiene aun en edades muy avanzadas.
Algunos investigadores incluso comparan este patrón con el de las llamadas “zonas azules”, regiones del mundo donde vivir más de 90 o 100 años es común. Todavía no existe una confirmación oficial, pero muchos ven condiciones muy similares.
La alimentación: el secreto que empieza en la mesa
El estilo alimentario de esta región tiene una mezcla poderosa: dieta mediterránea y productos atlánticos, con ingredientes frescos, de temporada y de proximidad. Suelen abundar pescados, mariscos, vegetales, legumbres, aceite de oliva, pan artesanal y frutas locales.
A diferencia de las grandes ciudades, aquí la presencia de ultraprocesados es más baja. La comida casera sigue siendo regla; los platos tradicionales respetan recetas sencillas y nutritivas. Este tipo de alimentación protege el corazón, equilibra el azúcar en sangre, favorece un peso saludable y reduce el riesgo de enfermedades crónicas.
Para quienes estudian longevidad, la dieta es uno de los pilares más claros.
Naturaleza, aire limpio y un ritmo que baja revoluciones
Otra clave es el entorno. Muchas personas centenarias viven rodeadas de verde, montañas, bosques y pequeños pueblos donde el aire es limpio y el paisaje invita a caminar todos los días. El clima atlántico suave ayuda: no hay extremos de calor o frío, lo que facilita mantener hábitos activos todo el año.
La vida transcurre de manera más pausada. No hay prisa, no hay tráfico, no hay ruido permanente. El ritmo más lento reduce el estrés, mejora la calidad del sueño y favorece la salud mental.
No es casual que muchos longevos realicen actividades cotidianas como huerta, jardinería, cocina casera o tareas manuales. Esa combinación de movimiento sostenido y tranquilidad emocional es oro puro para el organismo.
Comunidad: un tesoro que hoy se subestima
La sociabilidad es otro componente fundamental. En muchos pueblos, las relaciones interpersonales son sólidas, cercanas y frecuentes. Familias, vecinos y amigos generan un sistema de apoyo que acompaña a los mayores y les da sentido de pertenencia.
El vínculo comunitario es un factor reconocido en todas las regiones del mundo donde la gente vive más años. Sentirse acompañado, útil y conectado es tan importante como la alimentación o el ejercicio físico.
En este lugar español, la vida comunitaria todavía conserva ese valor.
¿Puede convertirse en la próxima “zona de longevidad” de Europa?
Aunque aún faltan estudios que pongan el sello oficial, muchos especialistas ya miran hacia esta región como un caso interesante. La combinación de alimentación saludable, naturaleza, vínculos sociales y ritmo de vida equilibrado coincide con los patrones observados en otras zonas de longevidad del planeta.
Es probable que en los próximos años aumenten los estudios, porque lo que sucede allí no es casual: es un fenómeno repetido y sostenido en el tiempo.
¿Vale la pena mudarse allí o adoptar su estilo de vida?
Depende del estilo de vida que busques, pero la evidencia sugiere que muchos de sus hábitos pueden mejorar salud y bienestar sin necesidad de cambiar de residencia:
- Comer más fresco y menos procesado.
- Moverse diariamente aunque sea caminando.
- Descansar mejor.
- Cultivar vínculos.
- Reducir estrés.
- Vivir más en contacto con naturaleza.
En un país donde cada vez más personas buscan vivir bien y por más tiempo, este rincón casi escondido aparece como una joya silenciosa. No solo acumula centenarios: acumula hábitos, tradiciones y estilos de vida que —combinados— crean una fórmula de bienestar real.
Es un recordatorio de que, a veces, los secretos mejores guardados están más cerca de lo que imaginamos.
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