Desde chico me intrigó saber cuál sería la mejor edad de la vida. Y hace unas semanas me propuse finalmente buscar una respuesta a ese interrogante. Para ello diseñé una breve encuesta y desde mi columna de radio invité a la audiencia de Basta de Todo a contestarla. Más de 2500 personas de edades muy variadas respondieron y los resultados fueron muy interesantes. Pero quizá la conclusión más importante es que no hay “una” mejor edad. O, dicho de otra manera, la mejor edad para cada uno depende de qué aspectos de la vida cada persona priorice.
Diferentes áreas alcanzan su mejor momento en diferentes etapas. Les resumo algunas de ellas: la capacidad de aprendizaje es lo primero que destella, alcanzando su máximo entre los 7 y los 15 años. Le sigue después la memoria, que se hace máxima a comienzos de los 20. Y, promediando esa década, llega el óptimo rendimiento deportivo. Con la excepción de algunas pocas disciplinas casi todos los deportes alcanzan su pico entre los 26 y los 28 años.
Los treinta representan una primera bisagra: si tenés más de 30 años y un mes, ¡hay más personas en el mundo menores que vos que mayores! En juveniles contra veteranos, en teoría te toca cambiar de equipo. Pero para superar el mal trago del declive deportivo, los 32 nos traen la etapa de mayor atractivo físico. A mitad de los treinta llega en promedio el momento de máxima satisfacción sexual, con el interesante corolario de que cantidad no es calidad porque la frecuencia llega a su pico en la década anterior. Y a los 39 alcanzamos el momento de mayor rendimiento laboral.
Pero si empezás a sentir que lo mejor va quedando atrás, los 40 traen toda otra batería de cosas que recién maduran en esta etapa. Analizando la edad a la que los más grandes compositores clásicos y pintores realizaron sus obras cumbre, resulta que la creatividad alcanza su esplendor alrededor de los 42. Nuestra mejor versión para manejarnos socialmente y vincularnos con los demás recién se afina a los 45. A los 48 en promedio se generan los mayores ingresos, buena oportunidad de darse algunos gustos pero también ir previendo una reserva para el momento del retiro. Y varios de los aspectos de nuestra capacidad mental, como la comprensión de textos, el vocabulario y la habilidad aritmética brillan poco antes de cumplir el medio siglo.
Parecería que, para después de los 50, no queda tanto en qué destacarse, y sin embargo falta lo más importante. Pasado ese momento alcanza su apogeo aquello por lo que hicimos todo lo anterior: la sabiduría y el bienestar general en la vida.
Si les da curiosidad saber qué edad resultó elegida como la mejor por quienes respondieron la encuesta, el número preferido por los hombres fue de 31 años. Y para mi sorpresa, la edad preferida por las mujeres resultó 3 años mayor.
Pero si alguna lección me dejó este ejercicio fue observar que las personas de más edad siempre eligen edades mayores que los más jóvenes. Es decir, en la medida en que nos mantengamos sanos la vida siempre parece ir superando nuestras expectativas y premiándonos con momentos mejores de los que esperábamos en una etapa más temprana. (Si quieren escuchar los resultados completos como los conté en la radio pueden hacerlo acá).
Por eso, los invito a cuidar la salud para llegar plenos y a celebrar que ¡los sesenta no son los nuevos cuarenta! Son el momento de cosechar todo lo sembrado previamente y disfrutar mucho más que veinte años antes la comodidad con ser quienes somos y estar donde estamos.
Por: Santiago Bilinkis, autor del blog Riesgo y Recompensa, y del libro Pasaje al Futuro. Twitter: @bilinkis