“Muchas veces tuve ganas de llorar agarrándole la mano a una paciente. Pero nunca antes había tenido ganas de llorar de rabia y de impotencia en esa situación.
Hoy llegó a mi guardia una madre con su hijo muerto. Había decidido tener el parto en su domicilio, aunque era su primer bebé y estaba en podálica (de cola). De familia acomodada e instruída, todos habían intentado disuadirla, sin éxito.
Las delincuentes que aceptaron llevar a cabo el trabajo de parto en el domicilio, al verse desbordadas por la situación llamaron al SAME. Y una ambulancia la fue a buscar, cuando ya no había más nada que hacer. Ni siquiera le hicieron el alumbramiento (salida de la placenta), el cual llevamos a cabo acá, en sala de partos, en condiciones de antisepsia, con suero, medicación e instrumental quirúrgico.
Todos los que nos dedicamos al noble arte de curar, queremos que las cosas salgan bien. Estudiamos, nos formamos y especializamos, hacemos cursos de actualización para garantizarles a nuestros pacientes la mejor atención. Aunque en el sistema público no siempre contemos con todos los recursos.
Puedes leer: “Mi esposa murió tras intentar parir en casa”: la historia que Ariel necesita contarle al mundo
Si te pongo un suero, no te estoy faltando el respeto, estoy impidiendo que si tenés una hemorragia, entres en shock hipovolémico.
Si te doy medicación, es porque es necesaria.
Si te rompo la bolsa, es porque es importante conocer el color del líquido. Nos da información de cómo la está pasando el bebé en la panza.
Si te digo que necesitás una cesárea, no es porque “te quiera sacar de encima rápido”. Yo acá tengo que estar 24 horas. Es porque intento, en el mejor de los casos, evitar complicaciones. En el peor, salvar tu vida y la de tu bebé.
El embarazo y el parto son hechos fisiológicos, es cierto. Pero rápidamente, de un momento a otro, pueden convertirse en patológicos y potencialmente mortales.
Contar con un hospital, con equipo entrenado, con anestesia, con un quirófano, es un privilegio. Privilegio que nuestras antecesoras de siglos pasados no pudieron gozar.
Puedes leer: Parto respetado no es parto irresponsable: el gran riesgo de ceder la vida a los oportunistas
Durante siglos las mujeres murieron de complicaciones en el embarazo y en el parto. Ellas no tenían la chance de elegir.
¿Mi cuerpo, mi parto, mi decisión? No se trata de tu cuerpo: está tu hijo en el medio.
¿Mi parto? No sos la única protagonista, en realidad sos apenas un personaje secundario, el protagonista es él.
¿Tu decisión? No tenés la formación para saber cuando está en riesgo tu vida ni la de tu bebé.
Primum non nocere. Primero no dañar. Nosotros lo sabemos. Ustedes también tienen que saberlo”.
- La autora de esta columna es Leonora Arditti (@LG_RDT), médica argentina. Su blog: Primum non nocere.
Seguí leyendo:
- “Si callamos, somos cómplices”: habla la médica desolada por la muerte de un bebé en un parto en casa
- “Mi esposa murió tras intentar parir en casa”: la historia que Ariel necesita contarle al mundo
- De la cesárea y otros demonios: mitos y verdades de un aliado importante de la vida
- ¿Por qué convertir en valor renunciar a la anestesia al dar a luz?
- Ginecología y obstetricia: 100 respuestas a las dudas más frecuentes
- Vasectomía: ventajas y desventajas
- Cómo funciona la pastilla del día después
- Efectos de las pastillas anticonceptivas: todo sobre la píldora
- Trombofilia, embarazo y heparina: claves para entender el tema
- La salud, entre la medicina, la pseudociencia y el curanderismo: el caro riesgo de retroceder
- Viejas enfermedades, nuevos casos: aumentan los casos de sífilis
- La vacunación no es opinable: es una obligación y una responsabilidad social
- Los antivacunas pretenden retroceder 200 años en el país