Quizás como una reacción al cansancio que genera la vida en las ciudades grandes o medianas, con sus ritmos ajetreados, sus escasos espacios verdes, su propuesta de una vida con poco contacto directo con la naturaleza y teniendo que correr todo el día lo que implica disponer de poco tiempo para compartir con los seres queridos, muchas personas están yéndose de los centros urbanos hacia lugares más abiertos.
La idea de vivir en el bosque, rodeado de árboles y animales, sembrando y cultivando tu propia comida, sin perseguir codiciosamente exagerados fines materiales sino tratando de estar en conexión con uno mismo, verdaderamente con los demás y con el entorno puede parecernos algo idílico y poco probable.
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Sin embargo, son muchos los que se están replanteando vivir en el medio rural. Pero no es sólo vivir en un pueblo o cerca de la naturaleza. Sino que lo que intentan es empezar a vivir en un entorno de respeto y sostenibilidad para ella. Es por esto que las ecoaldeas se están convirtiendo en una opción de vida sostenible por la que se interesan cada vez más gente.
Esta nueva tendencia está inspirada en la necesidad de volver a respirar aire puro y vivir en comunidad y su auge es tal que ya tiene un nombre: ecohousing. Podríamos definirlo diciendo que se trata de compartir vivienda en la naturaleza pero con prácticas sostenibles y respetando el entorno.
¿Qué es una Ecoaldea?
Una ecoaldea es un asentamiento diseñado a través de procesos participativos para asegurar la sostenibilidad del entorno y de la comunidad habita en él. Para ello, cada ecoaldea tiene presente en su nacimiento y desarrollo cuatro dimensiones principales: la económica, la ecológica, la social y la cultural.
La atención a cada persona es esencial para el desarrollo integral y saludable de la comunidad. A su vez, su desarrollo implica un total respeto por la naturaleza, en el uso de energías renovables, la sustentabilidad tanto alimenticia como económica, el reciclaje y el uso de materiales de construcción ecológicos.
Robert Gilman, en su informe “Ecoaldeas y comunidades sustentables” (1991), ofrece la siguiente definición: “Una ecovilla o ecoaldea es un asentamiento ecológico de características propias, a escala humana, que integra actividades humanas que no dañan el medio ambiente, apoyando un desarrollo sano y que puede ser continuada hacia el futuro indefinido”.
La comunidad ecoaldeana, como así se definen, pretende hacer de esa forma de vida como una alternativa durable para el futuro. Para ello, mantienen unas ideas sólidas sobre lo que quieren y abren encuentros durante la época estival para compartir experiencias, dar a conocer este tipo de vida y acercar a las personas que lo deseen a poder cambiar.
Una de las ideas más arraigadas que mantienen es tratar de ser lo más autosuficientes posible, y, aunque todavía no hayan llegado a ello en su totalidad, en la mayoría de las ecoaldeas el cultivo, el trueque, los cursos y el voluntariado son formas de subsistencia.
Cómo ponerse en marcha
Son muchas las piezas que han de encajar en ese ecosistema que se crea a partir de un asentamiento humano que busca encajar de forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente los aspectos claves para la vida.
Para que esto funciones es fundamental elegir el pueblo de forma realista y responsable en función de las expectativas personales y profesionales.
Por otro lado debemos ser absolutamente sinceros y desear realmente volver a disfrutar de las cosas sencillas y huir del ritmo frenético de las ciudades. Una buena opción puede ser formar parte de una ecoaldea ya organizada (por ejemplo en España hay una gran red llamada RIE) o bien, compartir una vivienda junto a tus amigos pero en plena naturaleza: ecohousing.
Llevar una vida cercana a la naturaleza, de forma responsable, es una forma de vida que nos da mucho más que una autonomía y salud. Se trata, en suma, de conquistar esa individualidad tan valiosa que nos acerque a un mundo mejor, equitativo, solidario y ecológico, en el que no se confundan valor y precio.
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