Microverse es una escuela de software de creciente prestigio internacional en la que el estudiante aprende de forma colaborativa y remota con personas de más de 100 países. La formación es de excelencia y su programa tiene tres ejes que lo distinguen de los demás: su foco es el trabajo profesional remoto, no tiene profesores y el estudiante paga cuando termina su capacitación y gana un salario de más de mil dólares por mes. Hasta entonces, es gratis.
El sistema educativo de Microverse está basado en un modelo de financiamiento innovador, denominado Income Share Agreement (ISA). Básicamente, implica que los estudiantes no pagan nada hasta completar el programa de capacitación, que dura diez meses y cuesta 15.000 dólares. Recién empiezan a pagar cuando “egresan” y tienen un trabajo cuyo salario supera los mil dólares por mes. A partir de entonces, y siempre y cuando se mantengan esas condiciones, deben abonar a la empresa el 15% de su salario hasta saldar su deuda.
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El modelo de educación y de negocio de Microverse es el eje de su éxito y su principal vehículo de confianza, porque la empresa no gana nada si sus estudiantes no logran insertarse en el mercado internacional, ganando un buen sueldo en dólares. O ganan ambos, o nadie gana. “Es sencillo: no solo formamos personas sino que apostamos por ellas, invertimos en ellas”, se entusiasma Ariel Camus, fundador de la empresa en 2017.
“Todo el programa de formación está enfocado en el trabajo internacional, profesional y a distancia. La capacitación brinda todas las herramientas técnicas y las habilidades interpersonales necesarias para trabajar remoto y de manera colaborativa, con otras culturas, otros horarios y otras maneras de vincularse y trabajar en equipo”, explica Camus.
La formación apunta a corregir las brechas que dejan a los profesionales de los países en desarrollo al margen de puestos y salarios de primer nivel mundial, utilizando un modelo de acuerdo de participación en los ingresos.
Claves del programa: cuánto cuesta y cómo se paga
El programa de Microverse cuesta 15.000 dólares pero, como explicamos, el estudiante no paga nada hasta terminar su formación y conseguir un trabajo de al menos mil dólares al mes relacionado con lo aprendido. Recién a partir de ese momento, empieza a saldar la deuda con Microverse, pagando un 15% de su salario mensual en concepto de matrícula.
En este punto, el modelo de enseñanza de Microverse es innovador porque baja las barreras de acceso a una formación de excelencia, democratizando oportunidades.
Mano de obra calificada, una fortaleza de los países en desarrollo
Para nuestra región, la misión que se propone Microverse es muy alentadora, sobre todo por el perfil de alumno que esta startup se propone llevar a las grandes ligas de la economía del conocimiento (y porque quiere “llevarlo” sin mudarlo, es decir, sin que el éxito laboral sea sinónimo de emigración forzada y todo lo que esa decisión supone).
“Se trata de una capacitación orientada al trabajo internacional y cada hora invertida en la formación profesional está diseñada en función de ese objetivo”, subraya Camus.
Microverse sabe que la región tiene mucho para ofrecer. Latinoamérica tiene algunas particularidades interesantes que explican el boom del trabajo remoto que está ocurriendo: en primer lugar, compartimos time zone con Estados Unidos, algo clave para trabajar con equipos que están allá. De hecho, muchas empresas norteamericanas que venían trabajando con proveedores de la India están empezando a buscar esos recursos en Argentina y otros países. Tenemos ventajas comparativas por horario, por cuestiones culturales y porque nuestra región tiene mejor infraestructura que Asia y África.
Por eso Microverse se propone introducir en la reunión un programa de formación capaz de revolucionar el sector en la región. De hecho, en 2021 recaudó más de 12 millones de dólares para brindar herramientas a los desarrolladores de países en vías de desarrollo. “Nos proponemos expandir nuestro programa global de capacitación con la esperanza de demostrar a los empleadores que un desarrollador de software en América Latina o África agrega tanto valor como uno con sede en Europa o Estados Unidos”, asegura Camus.
“Los estudiantes de las economías en desarrollo todavía enfrentan un enorme prejuicio por parte de los empleadores europeos y estadounidenses. Las barreras culturales son enormes, hay muchos prejuicios. Hay racismo y clasismo, dos problemas muy duros que enfrentan nuestros estudiantes todos los días”, dice Camus. “De hecho, es un tema muy recurrente en la asamblea de estudiantes que llevamos a cabo todos los meses, especialmente para la gente de África”.
El modelo ISA: un riesgo basado en la confianza
El modelo “aprende ahora, paga después” está cobrando fuerza en todo el mundo, con prestigiosos bootcamps como Ironhack y LeWagon, que ofrecen opciones ISA a través de asociaciones con organizaciones financieras externas.
A nivel mundial, uno de los líderes del mercado en este modelo de educación es Lambda School, con sede en San Francisco, que ya ha recibido más de 120 millones de dólares en financiación.
El problema con estas empresas es que, en general, son servicios exclusivos para el Primer Mundo. Microverse es la única escuela en el mundo que invierte en estudiantes de todos lados, no importa el país en el que vivan.
Peer-to-peer: revolucionar la manera de aprender
En este contexto, Microverse cree tener una gran oportunidad en algo que los diferencia mucho del resto, que es su modelo de aprendizaje entre pares, es decir, sin profesores. “Probablemente somos la única escuela sin maestros y estamos haciendo ésto en 130 países. El modelo peer-to-peer nos permite hacer esto más escalable para que podamos crecer más rápido, pero también nos permite hacerlo mucho más rentable”.
Los estudiantes aprenden unos de otros mientras colaboran de forma remota en el proyecto, una dinámica que se asemeja a la rutina de trabajo de un equipo remoto y distribuido.
Este modelo de trabajo y aprendizaje entre pares, y en equipos multiculturales distribuidos en distintos países, es uno de los aspectos más distintivos de la formación que propone Microverse. El programa entrena a los estudiantes en una rutina y un modo de trabajo que es justamente el que tendrán cuando terminen su capacitación.
“Yo diría que es uno de los aspectos en lo que Microverse agrega un valor diferencial muy importante, porque quienes quieren trabajar remoto entienden que deben aprender a programar y a negociar condiciones de trabajo, pero pocos registran como problema el trabajar con culturas diversas, con personas de distintos orígenes, en distintos horarios, etc. -explica Ariel- Microverse te entrena para el trabajo internacional porque genera durante 10 meses un contexto cotidiano se convierte en una inmersión muy concreta en lo que será tu trabajo cuando egreses”.