Es una historia de vida donde el esfuerzo, la superación, los sueños y las ganas por vencer sus propios límites, conmueven y enorgullecen a su familia y a todos los que lo conocen. Es la historia de Sebastián Galleguillo, un joven nadador de Florencio Varela.
Este joven de 18 años oriundo de Florencio Varela, una localidad del sur de la Provincia de Buenos Aires, nació a los 8 meses y estuvo 20 días conectado a un respirador, pesaba tan solo 1 kilo. Su proceso madurativo le provocó una serie de convulsiones internas y le produjo una discapacidad auditiva, una afección hipoacúsica neurosensorial bilateral.
A los 10 años una doctora le recomendó a su mamá, Marta, que lo envíe a practicar natación para mejorar su calidad de vida, ya que su afección le provocaba problemas de acumulación excesiva de mucosidad, afectando más su audición ya que se alojaban en sus tímpanos. Además la natación es considerado el deporte más completo y fortalece todo el organismo. Luego llegaron otras prácticas para ayudar a mejorar el lenguaje.
Con temor a lo desconocido fueron por primera vez al natatorio: “Me sentí cómodo en el agua. Era otro lugar, donde yo no dependía de la audición. Sino de lo que mi cuerpo pudiera llegar a aguantar y resistir”, contó Sebastián muy entusiasmado. “En el agua soy otra persona, soy una persona completa”.
“Me sentí cómodo en el agua. Era otro lugar, donde yo no dependía de la audición. Sino de lo que mi cuerpo pudiera llegar a aguantar y resistir”
Es por eso que Sebastián nada desde los 10 años, pero a los 13 dio el salto de calidad en el Polideportivo Municipal La Patriada de la mano de su entrenador, Guillermo Nobre. Es Campeón Bonaerense en Natación Adaptada y en los Juegos Nacionales Evita, tiene en su haber competiciones en aguas abiertas de 500 y 700 metros. Desde el año 2018 viene participando en competencias a nivel federado, siempre con muy buenos resultados. También participó a comienzo de este año del Campus organizado por la Confederación Argentina Deportiva de Sordos (CADES).
Yo tengo mi sueño de ir a competir al Mundial de nadadores sordos y lo voy a conseguir
Como consecuencia de la cuarentena que todos atravesamos para evitar el contagio del coronavirus, las prácticas de natación que habitualmente realizaba Sebastián se vieron suspendidas como tantas otras actividades. Pero al día 77 de parate, su cuerpo empezó a extrañar más que nunca el agua, el olor a cloro, la falta de su rutina deportiva lo empezó a entristecer.
Sin poder salir de la casa del barrio La Capilla, en ese partido del sur bonaerense, sus padres decidieron darle a Sebastián una solución. Humilde, rudimentaria, con muchas carencias pero con todo el amor que puede contener el corazón de esos padres al ver triste a su hijo. Entonces le construyeron una pileta en el patio de la casa, buscaron la parte donde pega más tiempo el sol y con troncos, maderas, chapas, nylon, una lona gigante, portones viejos, que consiguieron en la zona y otros que les acercaron los vecinos, hicieron con sus propias manos la piscina para su hijo.
Es así que sus papás, Marta y Edmundo, construyeron una pileta de 12,5 metros largo, dos de ancho y uno de profundidad, a la que también le pudieron adicionar, 2 calderas que funcionan a leña y mediante grifos las abren, sólo en el momento que Sebastián va a realizar sus prácticas. Este tema de cómo calefaccionar el agua tuvo sin dormir varios días a sus padres hasta que idearon un sistema de calderas con unos tanques viejos y una cisterna.
La historia se hizo rápdamente conocida en la comunidad de Florencio Varela y cuando un grupo de atletas de triatlón conoció la historia, le regaló dos trajes de baño de neoprene, para afrontar mejor el frío durante su entrenamiento.
Sebastián Galleguillo fue uno de los siete nadadores que participó del Campus que se realizó en marzo de este año. “Es un chico humilde, sumamente motivado y que quiere progresar. Es un diamante en bruto, sin dudas”, comentó Belviso, impulsora del Campus y su entrenadora y Técnica Nacional de Natación de CADES, que tiene como objetivo darle mayor profesionalismo a los atletas.
“Mi sueño es participar en las Sordolimpiadas y representar a la Argentina, es por eso que necesitaba seguir entrenándome”, dice Sebastián, un diamante en bruto que ya puede nadar en la pileta que tiene en el fondo de su casa y mira el futuro con alegría infinita.
“La natación también me ayudó en el tema de la discapacidad. A socializar, a abrirme con las personas, a poder ampliar mi vocabulario, mejorar mi forma de hablar, mi forma de ser. Y para mí el deporte, sinceramente, le debo la vida porque me ha cambiado mucho, le di todo lo que podía darle y el deporte me da todo lo que tengo hoy en día”, cuenta Sebastián.
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