En Madrid abrió el primer prostíbulo con una particularidad de lo más repugnante. Los clientes que visiten el lugar tienen la posibilidad de hacer uso de esclavas sexuales de silicona. ¿Suena horrible, no? Hay algo peor: tienen una característica diferente a las muñecas que ya conocemos. Tiene un botón para activar una función llamada “modo violación”, en donde el objeto se pone tenso, simulando ser una mujer pasando por un acto sexual en contra de su voluntad.
Estas nuevas muñecas de silicona son sin dudas un paso más hacia la deshumanización y cosificación de la mujer. Despojadas de todos los atributos humanos, en estas muñecas, de manera natural y sin cuestionarlo, es posible ejercer violencia física y poner en acto el deseo de cometer uno de los delitos más aberrantes y repugnantes.
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Esta despreciable muñeca se llama Roxxxy y fue creada por TrueCompany, una empresa que debería ganarse el repudio mundial. Es una muñeca sexual interactiva e hiperrealista, con increíbles semejanzas con una mujer de carne y hueso. Cuenta con pelo natural, la piel tiene un tacto parecido a la humana, tiene temperatura y calor corporal y, además, es totalmente articulada para que la persona que la use pueda ponerla en la posición que prefiera. Incluso se puede activar el modo violación, que consiste en que la muñeca se ponga rígida de repente, como si estuviera resistiéndose a un ataque sexual.
Los perversos creadores imitaron al máximo posible el cuerpo de una mujer resistiéndose a la agresión sexual, agregándole también otras funciones como escuchar y hablar
Además, existe la posibilidad de personalizarla según el gusto de cada uno, como por ejemplo cambiarle el color de pelo.
Muchas personas podrán pensar que lo que hace cada uno en su intimidad forma parte de su vida privada, pero legitimar la violación de una mujer como deseo es intolerable. Que estas muñecas circulen significa que se avala y se permite un delito espantoso, que ha arruinado para siempre la vida de muchas mujeres.
No se trata de un juego: se trata de dar la posibilidad de poner en acto una perversión y una violencia inaceptables. El violador no busca placer sexual sino que encuentra satisfacción en la dominación, la sumisión y el sufrimiento de sus víctimas. ¿Toleramos pasivamente que conviertan esos deseos inmundos en algo posible? No seamos cómplices. De la muñeca a la mujer real hay un paso.
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