Esta semana, la marca de ropa Ona Saez se vio obligada a eliminar una serie de fotografías de su campaña de ropa infantil tras recibir miles de críticas en redes sociales. Los usuarios denunciaron que las imágenes promovían la delgadez extrema en niñas, generando un debate que rápidamente se volvió viral.
Las controvertidas fotografías, difundidas en Instagram y otras plataformas digitales, mostraban a niñas extremadamente delgadas modelando las prendas de la colección Otoño/Invierno de la marca. La reacción del público fue inmediata y contundente, obligando a la empresa a retirar el contenido.
Un panorama alarmante en la industria de la moda
La doctora Katz describe un escenario preocupante que trasciende esta campaña específica: “Lamentablemente, en las pasarelas internacionales desfilan modelos con claros signos de anorexia, adolescentes en amenorrea y niñas que son presentadas como mujeres adultas. Estamos siendo testigos de un proceso sistemático de cosificación de la mujer, donde nuestro cuerpo es reducido a un mero objeto de consumo”.
La profesional es categórica en sus recomendaciones: “Nos oponemos rotundamente al uso de modelos menores de edad que presenten un Índice de Masa Corporal inferior a 18,5, porque eso constituye técnicamente un estado de desnutrición”.
El impacto psicológico en las nuevas generaciones
Una de las observaciones más reveladoras de la especialista se refiere a cómo procesamos mentalmente estos estímulos visuales: “Los seres humanos somos ‘coinófilos’, es decir, tendemos a amar y buscar los promedios. Cuando exponemos sistemáticamente a nuestros jóvenes a imágenes de mujeres ultradelgadas con dimensiones corporales infantiles, esa representación se convierte en el patrón de comparación que internalizarán las niñas y adolescentes”.
Esta dinámica genera consecuencias devastadoras: “Automáticamente quedan excluidas de lo que perciben como ‘normal’ todas aquellas que superen esas medidas extremas. El resultado inevitable es el malestar y la infelicidad corporal, que a su vez desencadena una búsqueda desesperada de delgadez a cualquier costo”.

El impacto psicológico en las nuevas generaciones
Una de las observaciones más reveladoras de la especialista se refiere a cómo procesamos mentalmente estos estímulos visuales: “Los seres humanos somos ‘coinófilos’, es decir, tendemos a amar y buscar los promedios. Cuando exponemos sistemáticamente a nuestros jóvenes a imágenes de mujeres ultradelgadas con dimensiones corporales infantiles, esa representación se convierte en el patrón de comparación que internalizarán las niñas y adolescentes”.
Esta dinámica genera consecuencias devastadoras: “Automáticamente quedan excluidas de lo que perciben como ‘normal’ todas aquellas que superen esas medidas extremas. El resultado inevitable es el malestar y la infelicidad corporal, que a su vez desencadena una búsqueda desesperada de delgadez a cualquier costo”.
Un llamado a la acción colectiva
La doctora Katz concluye con un mensaje claro y directo: “¡Debemos apagar de una vez por todas este tipo de campañas! No se trata solo de criticar una marca en particular, sino de generar un cambio cultural profundo que proteja la salud mental y física de nuestras niñas y adolescentes”.
El caso de Ona Saez pone en evidencia la necesidad urgente de establecer regulaciones más estrictas en la industria publicitaria y de generar una mayor conciencia social sobre el impacto de estos mensajes en el desarrollo de trastornos alimentarios y la autoestima de las nuevas generaciones.
La responsabilidad no recae únicamente en las marcas, sino en toda la sociedad: medios de comunicación, reguladores, educadores y familias deben trabajar en conjunto para crear un entorno donde la diversidad corporal sea celebrada y donde la salud prevalezca por sobre los estándares de belleza inalcanzables.