La 21ª Conferencia sobre el Cambio Climático concluyó con avances que vale la pena celebrar. Tras una veintena de años de tratamiento de la mayor amenaza que pesa sobre el Planeta y la humanidad, se ha logrado un acuerdo que el Presidente de la Conferencia calificó de justo, duradero, ambicioso, equilibrado y vinculante. A partir de ahora, agregó Laurent Fabius, Canciller francés y anfitrión, “tenemos verdaderas bases, ecológicas, para salvar nuestro planeta con este acuerdo que era necesario para el mundo entero“.
Parecen demasiados adjetivos y, sobre todo, parece demasiado el entusiasmo; sin embargo, esta vez la sumatoria de datos positivos no permite calificarlos de exagerados, aunque, por supuesto, sólo se trate de un primer paso serio, de una puerta abierta para evitar el abismo catastrófico al cual podemos precipitarnos si no logramos hacer realidad las medidas ahora acordadas por casi todos los países del mundo.
Es que si la temperatura del Planeta aumentase en este siglo en dos o más grados, los dramáticos fenómenos climáticos que hoy nos afectan, ya de por sí durísimos, se potenciarían con efectos de gran magnitud, afectando de modo grave y definitivo la vida tal como hoy la concebimos.
si la temperatura del Planeta aumentase en este siglo en dos o más grados, los dramáticos fenómenos climáticos que hoy nos afectan, de por sí durísimos, se potenciarían
Toda la población de la Tierra sufriría las consecuencias; los miles de millones más relegados y privados de recursos serían los primeros, pero nadie quedaría a salvo. Las condiciones de vida en el mundo pasarían a ser por completo distintas a las que hoy habitamos, a punto de hacerla imposible en amplios espacios territoriales. Ciudades, regiones y países enteros desaparecerían.
Por eso resaltemos, en primer lugar, un dato muy positivo: han sido definitivamente derrotados los intentos de minimizar la magnitud del problema del calentamiento global, y también los que trataban de negar el origen de ese fenómeno climático.
han sido definitivamente derrotados los intentos de minimizar la magnitud del problema del calentamiento global
Durante estos más de 20 años, los poderosos intereses vinculados con la industria de los combustibles fósiles invirtieron fortunas en sus intentos por desmentir el origen y las consecuencias del calentamiento global, contando muchas veces con la activa colaboración de los gobiernos de algunas de las principales potencias. Hoy está fuera de discusión que la actividad humana -en concreto, la emisión de gases de efecto invernadero- ha sido y es el factor principal del calentamiento que produce el cambio del clima.
El conocimiento real e indiscutido del origen del problema y la asunción de la inminente gravedad de sus consecuencias, trajo como resultado el primer compromiso serio de reducción de las emisiones. El mismo debe darse en un marco que respete las diferentes responsabilidades de los países y de los sectores, en el que los principales responsables (los países más ricos y sus cúpulas) contribuyan en mayor medida a la reducción, a la vez que aporten para que los más pobres puedan, también, hacer su esfuerzo en igual sentido.
Hay en el acuerdo de París una amplísima variedad de aspectos a considerar y a hacer cumplir. Lograrlo no será en absoluto sencillo ni lineal. Habrá avances y retrocesos. Y hay quienes lo consideran insuficiente. Pero esas legítimas objeciones y prevenciones no deben empañar un momento para festejar.
El camino recorrido ha sido largo y duro. Los aportes de millones de miembros de ONG´s comprometidas con la ecología y el futuro humano fueron determinantes. La prédica del Papa Francisco y su reciente encíclica “Laudato si” sobre el cuidado del Planeta fueron aportes más que significativos y valorables.
Cuando en el hemisferio sur empezamos a padecer el largo y caluroso verano con un clima cada vez más imprevisible, las noticias de París son un pequeño bálsamo que, entre todos, podemos convertir en un punto de partida.
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