Zambullirse en una piscina repleta de agua fría y cristalina en un día de verano de calor agobiante es una de las experiencias más agradables que nuestro cuerpo puede sentir. Pero cuando esa pileta está o ha estado llena de gente, especialmente niños pequeños, nos puede asaltar una duda muy generalizada: ¿Cuánto de ese líquido que promete una refrescante sensación de alivio es agua y cuanto es orina?
Dispuestos a zanjar esta incógnita, seis científicos del laboratorio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alberta, Canadá tomaron 250 muestras en 23 piscinas y ocho jacuzzis de dos ciudades canadienses.
De todos modos, para estar prevenidos, sería útil recordar aquel comentario del nadador estadounidense Michael Phelps, el deportista más laureado en la historia de los Juegos Olímpicos quien reconoció que “Todo el mundo orina en la piscina”, refiriéndose a que era una práctica habitual entre los nadadores profesionales.
Lo que los investigadores encontraron es que en una piscina de 416 mil litros de agua (un tamaño aproximado de 20 x 10 metros y 2 metros de profundidad promedio) hay 30 litros de orina, y en una de doble tamaño, hallaron la presencia de 75 litros de orina.
En los análisis buscaron detectar la concentración de Acesulfamo-k, un edulcorante artificial habitual en los alimentos que se expulsan de manera completa cuando orinamos, lo que hace posible marcar la presencia de orina.
La investigación también revela que la cosa se pone peor en los jacuzzi, donde se encontró una concentración de Acesylfamo-k es tres veces superior a la de las piscinas.
La intención del estudio llevado a delante por estos científicos no busca, según ellos mismos explicaron, desacreditar las numerosas consecuencias positivas de la práctica de la natación. “Nuestro principal mensaje es sobre la salud pública y la buena higiene cuando se practica la natación. Orinar en la piscina es un problema fácil de arreglar: simplemente no lo hagas”, explican los autores del estudio a través de la web de su universidad.