Más de una vez me preguntaron qué me llevó a escribir “Latentes (Crianza entre los 6 y los 11 años: ¿Qué hacemos por nuestros hijos en la etapa en la que creemos que nos necesitan menos)”, editado por Grijalbo en 2015. La inquietud y el deseo de escribir este libro empezaron para mí una tarde, unos cuantos años atrás, cuando hablaba con una paciente de catorce años de los chicos que le gustaban y de sus ganas de tener un novio. Yo la escuchaba preocupada por el acostumbramiento de ella y de su grupo de amigos a la “transa” (así llamaba ella a los besos y acercamientos físicos) indiscriminada, y se me ocurrió hablarle de la diferencia entre darle un beso a cualquier chico o a uno que le gustara de verdad, con quien ya estuviera saliendo y de quien se sintiera enamorada. Antes de contestarme ella suspiró, sabiendo que su respuesta me iba a desilusionar, y también viéndome como un dinosaurio por lo “antiguo” de mi planteo, y me dijo: “Mirá, Maritchu, me gustan ocho chicos, si uno de ellos me tira la boca… lo voy a besar” (y no lo dijo pero lo pensaba: ¡a pesar de tus recomendaciones!).
Me quedó clarísimo que a los catorce años ya no tenía cabida esa reflexión mía, que ella habría debido tener esta conversación unos años antes con sus padres, mientras ellos eran todavía el único referente, o el principal, en la construcción de sus ideas, teorías y valores morales, de modo que cuando sus amigos y el medio le propusieran el “chape” o la “transa”, ella tuviera un criterio propio con el que oponerse, o por lo menos supiera que había otras opciones diferentes a las que su entorno le ofrecía.
Desde esa sesión inolvidable, vengo preocupándome y ocupándome de esta cuestión, no sólo para la sexualidad sino para muchos otros temas que vienen quedando en “tierra de nadie”.
hoy no alcanza con la sola presencia de los padres en la vida de sus chicos para que tengan nociones claras sobre ética y moral ni sobre su salud y seguridad
Hace algunos años no era necesario que los padres se ocuparan (de hecho nuestros padres se apoyaban en la sociedad para esta tarea). Pero hoy no alcanza con la sola presencia de los padres en la vida de sus chicos durante la infancia y la niñez para que tengan nociones claras sobre ética y moral ni sobre su salud y seguridad. Queda claro en mi ejemplo que empezar a ocuparse en la adolescencia ¡es tarde!
Mi objetivo en estas páginas, entonces, es invitar a los progenitores de niños que no llegaron todavía a la pubertad a tomar algunas acciones y a hablar con ellos; explicar a los adultos la importancia de ciertas acciones y conversaciones hechas “a tiempo”.
Hoy tenemos que acostumbrarnos a educar y a explicitar a nuestros hijos desde muy chicos los múltiples temas que hace unos años no hacía falta explicitar porque estaban implícitos en la crianza, ¡venían adentro del café con leche!, porque ya no son obvios: como las horas de sueño, la alimentación sana, las adicciones o lo pernicioso de pasarse la vida frente a una pantalla.
Los padres quieren hacerlo, pero cuando lo intentan ya sea a los doce, trece o catorce años de sus hijos, se dan cuenta, como me ocurrió con mi paciente, de que llegan tarde, porque los chicos, revoleando los ojos les contestan: “esta es otra época”, “no entendés”, “hoy las cosas son distintas”, “¡qué pesada!”, “no tenés ni idea”, “sos un prejuicioso”, “esa idea es una antigüedad”, etc.. Y, llegado ese punto, no es fácil que nos escuchen, ni abran su cabezas a otras opciones, ni que empiecen a dudar de sus ideas.
En el libro me ocupo también de otros temas que ayudan en el fortalecimiento de sus personas y de los recursos para enfrentar la vida con sus inevitables dificultades: disciplina y límites, valores morales, la amistad, el amor, el cuidado del cuerpo, la sexualidad, el aprendizaje de toma de decisiones, la evaluación de riesgos, etc.. Tenemos que estar atentos a protegerlos para que no salteen ni quemen etapas, de modo que disfruten a pleno cada una.
Tenemos que estar atentos a protegerlos para que no salteen ni quemen etapas, de modo que disfruten a pleno cada una
Como digo en el prólogo del libro: “lamentablemente, a la sociedad de consumo le conviene el cambio, no la permanencia, porque en cada cambio hay nuevas compras y objetos que quedan en desuso… Y los niños son el nuevo “target” de esa sociedad de consumo, ya que quedó demostrado en las investigaciones que los padres gastamos más en nuestros hijos que en nosotros mismos.”
Y agrego: “Mi objetivo en este libro es revisar algunos de esos temas y explicar por qué vale la pena aprovechar la etapa de latencia de nuestros hijos para conversar con ellos, esa temporada tranquila en que van al colegio primario y parece que está todo bien (y en la mayoría de los casos no pasa nada demasiado preocupante o conflictivo).
Los padres solemos tomar ese tiempo como un merecido “recreo” después de los esforzados años de la primera infancia de nuestros chicos, recreo que termina de un día para el otro con la llegada de la pubertad de nuestro hijo mayor.
Es importante anticipar y prevenir, de modo que cuando el mensaje de la sociedad alcance a nuestros hijos tengan un criterio personal para entenderlo y evaluarlo
El libro Latentes apunta a anticipar y prevenir, de modo que cuando el mensaje de la sociedad alcance a nuestros hijos (¡y los va a alcanzar!) tengan un criterio personal para entenderlo y evaluarlo. Tenemos que empezar a formarlos e informarlos desde que son chiquitos.
No propongo hablar de cuestiones puntuales como el inicio de las relaciones sexuales ni del efecto de las drogas porque no sería adecuado a estas edades, sino alertar a los padres para que estemos atentos a ofrecer nuestra cosmovisión y palabras de cuidado que sirvan de base, de matriz, para cuando llegue el día en que efectivamente tengamos que hablar sobre esos temas candentes, sin descuidar el hecho de que somos modelos de conductas para ellos, revisar la forma en que los tratamos, y ofrecerles nuestro amor, tiempo y atención y cuidados.”
Maritchu Seitún es psicóloga. Especialista en crianza y autora de los libros “Criar hijos confiados, motivados y seguros”, “Capacitación emocional para la familia” y “Latentes”, entre otros.
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