Jamás imaginó María Julia Oliván que una foto personal, “imperfecta”, humana, le devolvería tantos agradecimientos y elogios. Tantas palabras lindas. Es que su “atrevimiento” generó en miles de mujeres un eco impensado: la periodista, acostumbrada a los rigores de la televisión, los camarines y maquillajes, de pronto se entregaba así, con sus curvas sin Photoshop, a la mirada de todos sus seguidores. Y lo que encontró del otro lado fue alivio, complicidad, empatía y muchos, pero muchos mimos.
Con una larga trayectoria y una carrera tan diversa como aguerrida, la periodista María Julia Oliván se mantiene firme en su probada rebeldía contra mandatos y estereotipos. Y le pone el cuerpo a la batalla: hace un par de días, decidió subir a Instagram una foto en la que se ven ‘todas mis imperfecciones’, algo por demás de “riesgoso” en tiempos de violencia digital (anónima, claro) incontenible. Sin embargo, sólo recibió aplausos y mensajes positivos.
“Vamos a vivir libres de mochilas que no queramos cargas”. “Gracias por mostrarte como una mujer real”. “Estamos podridas de los cuerpos perfectos”, “Por más minas reales y brillantes”. “Natural así es como debe ser la mujer”, Felicitaciones bella…” Incontables elogios se hilvanaron en un espacio que se convirtió en toda catarsis de género contra los mandatos que acorralan al cuerpo femenino en el peor de los mundos: el de la tiranía de la delgadez, el de la belleza asociada a la anorexia, el de la edad como castigo y la celulitis y las arrugas como un defecto a esconder y reparar para sentirse plena y “gustar”.
La osadía de mostrarse en redes como una más fue celebrada en un entorno acostumbrado al Photoshop, la felicidad y el éxito. Un triunfo para todas empezar a desafiarlo
No lo esperaba, María Julia, ni lo buscó. Pero lo celebra: “Me genera mucha empatía encontrar que las mujeres buscan en mí una opinión o un consejo para darles fuerza. Publiqué una foto por joder en la que se me ve más o menos bien, pero con panza y todas mis imperfecciones y empezaron a llegar los mensajes”, contó en una nota a la revista Gente.
Maternidad y sexualidad: un ser, un cuerpo, muchos roles
“La fuerza, la de nosotras, las mujeres, no se construye en el gym. La fuerza nuestra está adentro, en la capacidad de ir a laburar sin dormir porque se despertó el nene, en superar a los que nos quieren bajar la autoestima, en confiar en lo que podemos hacer y en tener fe que lo que más deseamos puede llegar a suceder, y que lo que más nos duele puede llegar a sanar. Ser mujer es, en gran medida, ser fuerte”, escribió María Julia tras publicar la foto.
Ante la cálida reacción de tanta gente, celebró en el nota con Gente: “hay un montón de mujeres que están esperando sentirse identificadas con alguien y les cuesta encontrar a otra gente que se les parezca. Alguien que no tenga una vida siempre color de rosa, que no todo le haya salido bien, como las historias de ganadores que nos cuentan siempre. En mi historia hay de todo y también hay mucho de lucha. Con eso se identifican”.
El lugar del cuerpo en la vida de las mujeres: la importancia de revisar lo que somos
“Creo que ninguna mujer puede ser empoderada por otro. Para que el empoderamiento realmente funcione tenemos que dejar de vernos en un espejo que refleja si tenemos kilos de más, si nos hicimos las manos, si el pelo está bien y la puta que los parió. Si vamos a dar luchas cargando todos esos rollos nos van a pasar por arriba. La revolución femenina es desde adentro, teniendo confianza en nosotras mismas. Paremos con la boludez de querer tener cuerpos de nenas de 15 años”
María Julia dirige Border Periodismo, hace un programa en Radio Nacional con el mismo equipo de Border, una columna en Rock & Pop e integra el panel de periodistas en el programa Intratables, de América. Tiene 43 años y siempre mostró con transparencia éxitos y fracasos: cuando ganó, cuando perdió, cuando su cuerpo le jugó malas pasadas… Y no hablamos de kilos ni curvas sino de sus dificultades para quedar embarazada, que combatió y superó hasta lograr este presente de mamá agotada en favor de un gordito sonriente que pide una hora más a medianoche. Luces y sombras que la vida real agradece.
Alerta: la mitad de las adolescentes “se ven” gordas sin estarlo