La humanidad afronta hace años un grave riesgo.
Los efectos del calentamiento global sobre el clima ya han causado consecuencias cuya magnitud sería difícil exagerar. Lo que hasta ahora hemos visto es apenas el comienzo
Los años de mayores temperaturas de la historia, la multiplicación de fenómenos meteorológicos cada vez más violentos y dañosos, fueron anticipados por los más calificados científicos décadas atrás. Hace tiempo que el consenso en el campo de los estudiosos es total.
La emisión de gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana es causa principal del calentamiento y el consiguiente cambio climático. Por ello es imperioso limitar las emisiones para asegurar que el aumento de la temperatura del planeta no supere 1,5 grados en este siglo. Un incremento mayor a 2 grados elevaría las chances de catástrofe a un nivel dramático.
Ese marco, plenamente conocido hace tiempo, motivó que en diciembre de 2015 195 naciones firmaran el histórico Acuerdo de París. En él se comprometieron a reducir las emisiones contaminantes de un modo equitativo, no sólo porque la magnitud de esas emisiones por cada país es muy diferente sino porque las responsabilidades por las emitidas a lo largo de la era post industrial también lo son.
Obviamente los países más desarrollados generaron un perjuicio al medio ambiente mucho mayor y, a la vez, están en mejores condiciones de reducirlo
El Acuerdo fue firmado por todos los países con las únicas excepciones de Siria y Nicaragua. Entró en vigencia en septiembre de 2016 y ha sido ratificado por todos los países desarrollados. Hasta hoy ha sido ratificado por 147 de los firmantes.
“Varias generaciones recordaran… la fecha en que la cooperación, la visión, la responsabilidad, una humanidad compartida y la preocupación por nuestro mundo ocuparon el centro de la escena, confirmando que en el marco de la ONU, con creatividad y voluntad política, se puede hacer mucho bien”
La frase de la Secretaria de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático resumía en aquellos días de París la dimensión de un logro extraordinario en aras del conjunto de la humanidad y de las generaciones futuras.
Ese Acuerdo, esa herramienta indispensable para evitar daños brutales de los que ninguna persona podrá escapar, es el que los Estados Unidos han abandonado por decisión de su presidente, anunciada hace un par de días.
Desconociendo los sólidos fundamentos científicos sobre los cuales no existe duda seria; dejando de lado la enorme responsabilidad que le cabe al país que es hoy el segundo mayor emisor de gases contaminantes y ha sido el primero de la lista durante décadas, la administración Trump tomó una decisión duramente cuestionada en su propio país y en todo el resto del planeta.
Las primeras evaluaciones son sumamente preocupantes. Si Estados Unidos no cumpliera sus compromisos de reducción tal medida provocaría por sí sola un aumento de la temperatura planetaria de 0,3º al cabo del siglo. Los analistas alertaron además sobre la posibilidad de un efecto dominó, es decir que otros países aprovecharan la salida del acuerdo estadounidense para tomar actitudes similares. El retroceso al punto previo al Acuerdo parisino asomó como un fantasma amenazante en las primeras horas.
Sin embargo las respuestas comenzaron a darse no sólo desde actores fundamentales como China, India y la Unión Europea sino desde el propio país del Norte.
La “alianza por el clima” ya nuclea a numerosos gobernadores (comenzando por los de Nueva York, California, Massachusetts, Washington y Vermont), decenas de ciudades, más de 80 universidades y muchas empresas, entre ellas grandes multinacionales. Michael Bloomberg, ex alcalde de la Gran Manzana y uno de las personas más ricas del globo destacó la trascendencia de esa reacción que incluye representantes tanto demócratas como republicanos.
El repudio a la decisión del gobierno estadounidense ha sido tan amplio y contundente que, paradójicamente, permite poner en las primeras planas de todo el planeta una problemática gravísima y, a la vez, demasiado lejana de las prioridades de la dirigencia mundial.
A pesar de los duros golpes que la realidad viene asestándonos, de la seguidilla de tragedias derivadas del cambio climático y de la certeza cada vez mayor sobre la necesidad de enfrentar sus causas, la cuestión no ha sido aún incorporada con la centralidad y la urgencia que merece.
Quizás lo que sin duda es una pésima noticia para cada uno de los seres humanos pueda convertirse en un punto de inflexión para beneficio de todos. Es que por cierto sólo con un enorme esfuerzo colectivo y solidario podremos hacer frente a la amenaza climática.
El tweet del Presidente francés, Emmanuel Macron, que en menos de 24 horas fue compartido más de 140.000 veces, resume un sentimiento universal: “Hagamos a nuestro planeta grande otra vez”
O cuando menos, podríamos decir, garanticemos la continuidad de la especie humana y de la vida sobre nuestro planeta, nuestra casa de la que no podemos emigrar.