Mucho hablamos de la violencia externa. Del deseo de paz en el mundo.
Pero hay una violencia que se nos pasa por alto, y es la que cometemos contra nosotras mismas.
- Cuando estando agotadas no descansamos hasta que la casa está impecable, la comida en el horno, las viandas prontas
- Cuando estamos enfermas y de todas maneras vamos a trabajar
- Cuando estamos extenuadas y no paramos ni para tomar agua, y se nos seca el cuerpo, el alma, llenas de ansiedad
- Cuando nos juzgamos con severidad si no somos perfectas o adecuadas. Como si la perfección existiera…
- Cuando nos castigamos por haber olvidado algo
- Cuando no escuchamos las señales del cuerpo
- Cuando no nos cuidamos
- Cuando sobrepasamos nuestros propios límites físicos y mentales
- Cuando decimos que si, y queremos decir que no
- Cuando no cancelamos una cita, aunque tengamos ganas de quedarnos en casa
- Cuando no nos permitimos disfrutar porque hay obligaciones que cumplir
- Cuando no hacemos los cambios que necesitamos para salir de situaciones que nos hacen infelices
¿Y si nos tratáramos con amor? ¿Si nuestro mantra fuera la palabra “Dulzura”?
Para que la violencia cese en el mundo, comencemos por nosotras mismas. Porque lo que está afuera es reflejo de nuestro mundo interno
Pongamos dulzura en nuestra propia vida, para con nosotras mismas. Y será el primer paso para volvernos un antídoto en movimiento contra la violencia.
*Diane Gagnon en La violence en nous