Los tiempos cambiaron y la mujer salió del hogar para asumir nuevos roles en el mundo público y en el ámbito laboral, algo que redefine los lugares del hombre y la mujer (y de la mamá y el papá) puertas adentro del hogar. Tan es así que un nuevo estudio afirma que el reparto de las tareas domésticas comunes es un factor determinante entre las causas que llevan al fracaso de una relación. Es más: eegún los investigadores, tiene más peso en las rupturas que los recursos financieros de la pareja y las posibilidades de las mujeres para mantenerse por sí mismas.
La investigación, realizada en Estados Unidos y publicada en American Sociological Review, se nutrió de una comparación entre parejas casadas hasta 1974 frente a los matrimonios de años posteriores. Utilizó datos nacionales de 6.300 parejas heterosexuales de edades comprendidas entre los 18 y los 55 años. Con ellos se analizó el efecto que causa en la estabilidad matrimonial la división de las tareas del hogar, los recursos económicos de la pareja y la capacidad de las mujeres para mantenerse económicamente en caso de separación.
Según los resultados, los factores financieros no desempeñaron un papel crucial en el divorcio. El reparto de tareas del hogar sí afectó al éxito de las relaciones, pero se encontraron diferencias acerca de qué división de tareas era mejor para la estabilidad matrimonial.
En las parejas casadas antes de 1975, los investigadores observaron que cuanto mayor es el porcentaje de tareas del hogar realizadas por la mujer, menor es la probabilidad de fracaso matrimonial. Pero no ocurre lo mismo en los matrimonios contemporáneos: “Las parejas casadas más recientemente tienen expectativas diferentes en cuanto al reparto de tareas. Las mujeres esperan que los hombres también pongan de su parte“, expresa la autora Alexandra Killewald, profesora de Sociología en la Universidad de Harvard.
Killewald llegó a la conclusión de que, en las parejas casadas después de 1974, ni el empleo a tiempo completo de las mujeres ni tener un reparto de las tareas del hogar más igualitario se asocia con un mayor o menor riesgo de divorcio. Sin embargo, que el hombre trabaje a tiempo parcial sí que pone en peligro la estabilidad del matrimonio.
“En las parejas contemporáneas, las esposas pueden combinar trabajo remunerado y no remunerado sin arriesgar su matrimonio”, según Killewald, algo que no ocurre con los varones. “Ahora las esposas no tienen que abrazar el papel tradicional de ama de casa, pero los maridos se enfrentan a un mayor riesgo de divorcio cuando no cumplen el papel estereotipado de sostén familiar como trabajador a tiempo completo”, explica.
Otro de los resultados clave de la investigación es que la independencia económica de las mujeres no aumenta la tasa de divorcio, lo que disipa una creencia popular bastante arraigada.
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