Quienes estudiamos el complejo mundo de la mente y las emociones hablamos de codependencia o dependencia afectiva para nombrar una escena que se repite en la vida cotidiana. Las personas “co-dependientes” son aquellas que suelen cuidar esmeradamente a otros y desatender sus propias necesidades y dolencias: madres cuya vida se centra exclusivamente en sus hijos, hombres que se unen a mujeres promiscuas para “reformarlas”, mujeres que controlan si sus maridos han bebido o están drogados, etc. Vivir para “ordenar la vida de los otros” tiene sus consecuencias. Quienes lo hacen se adaptan a todo, soportan todo, pero eso tiene un precio: muchos terminan desarrollando enfermedades graves, y vidas insatisfechas.
Hay codependientes de ambos sexos pero, la mayoría son mujeres. Mujeres que se obsesionan con el hombre equivocado, hombres que son emocionalmente inadecuados, adictos al trabajo, al alcohol o a otras mujeres. Son hombres que no pueden amarlas.
El circuito que recorren los codependientes es: rescatadores – perseguidores – víctimas.
“Han vivido rescatando gente, luego persiguiéndola para que haga lo que se supone que debe hacer y, finalmente, se sienten víctimas de haber invertido tanto esfuerzo en el otro.
Esto los hace reaccionar con ira, culpa, vergüenza, odio hacia sí mismos”, escribe Melody Beattie en su libro “Codependencia”.
Algunas características de las mujeres codependientes:
- Descuidan a sus amistades y a sus propios intereses para estar siempre disponibles para él.
- Se sienten vacías sin él, a pesar de que estar con él pueda ser un tormento.
- Se enamoran del hombre inaccesible, el que no puede satisfacer sus necesidades emocionales.
- No pueden salir de una relación que les causa mucho sufrimiento.
- Se esfuerzan continuamente en cambiar y “mejorar” a su pareja.
- Con mucha frecuencia asumen las mayores responsabilidades en la relación.
- Una mujer codependiente se siente la gran ayudadora y salvadora de su pareja, que muchas veces es una persona adicta.
- Persigue el sueño de convertir a su hombre en el príncipe azul gracias a su gran amor, quien por fin la hará feliz. No está en contacto con la realidad.
- Su modelo es un amor inmaduro “romántico”, de arrebatos y sufrimiento.
- No puede amar a los hombres que serían buenos para su vida, le resultan aburridos.
- Se hace adicta a su “hombre-droga” y al dolor emocional que le produce la situación. Puede disfrutar de muy buen sexo en una muy mala relación, ya que confunde angustia, miedo y dolor con amor y excitación sexual.
Es importante no olvidar que estar enamorada no significa sufrir. Cuando alguien se ocupa de hacer felices a los demás en desmedro propio, está amando mal.
Por: Lic. Gloria Husmann y Lic Graciela Chiale, coautoras de los libros “La trampa de los manipuladores”, “Vidas sometidas” y “Vidas liberadas”, entre otros. Y cofundadoras de Por el placer de pensar.