Por su blandura de carácter ya son apodados como generación “copo de nieve” y por su excesivo narcisismo también son conocidos como la generación “L’Oreal”, por el célebre slogan “porque yo lo valgo”.
La hiperpaternidad/hipermaternidad se está llevando por delante aspectos tan importantes como la capacidad de autonomía de nuestros hijos y provoca que tengan una baja, por no decir nula, tolerancia a la frustración.
Son niños con agendas de ejecutivos desde Jardín de Infantes, que tocan el piano, aprenden chino y juegan al ajedrez
La periodista y escritora Eva Millet Malagarriga (Barcelona, 1968) relata a EFEsalud en qué consiste este nuevo fenómeno tras la publicación de su último libro “Hiperniños ¿hijos perfectos o hipohijos?” (Plataforma Actual).
La obra, que se apoya en diferentes voces de expertos, es la continuación de un primer libro, titulado “Hiperpaternidad”.
En esta primera publicación se analizaba una crianza que “no solo implica consentir a los hijos sino también darles una atención excesiva, ejercida a base de estar siempre encima – de sobrevolar sobre ellos- anticipándose a sus deseos, resolviendo sus problemas por sistema y justificándoles a ultranza”.
Te llevo el agua y la vianda
Explicaba Millet que en la hiperpaternidad, los padres se transforman en colegas pero ansiosos, dispuestos a dar todo a su hiperniño para evitar a toda costa que se frustre, aunque ello implique hacerles los deberes hasta el último curso de Enseñanza Secundaria.
Pero se ha llegado tan lejos que ya hay padres que llaman al catedrático de la Universidad de su hiperniño para interesarse por sus notas o acompañan al vástago el día de la prueba de ingreso en la universidad con una vianda de alimentos para que no le falte de nada.
En los colegios mayores para universitarios hace apenas unos años no conocían a ningún padre de los residentes, mientras que ahora están tan pendientes y alerta de todo que lo que hacen es infantilizar a sus hijos.
En 2013 un estudio de la Universidad Rovira i Vigill de Tarragona concluyó que la madurez psicológica de los jóvenes españoles se alcanza a los 27 años
En las universidades de EEUU ya se empezó a detectar este fenómeno de los hiperniños en los 90. Ahora, ya hay empresas que organizan habitaciones para los padres que acompañan a sus hiperniños cuando van a una entrevista de …trabajo, y proliferan los programas para “adultos-jóvenes”, destinados a enseñar las habilidades necesarias para desenvolverse.
Alumnos frágiles
Relata Millet en “Hiperniños” que el sistema educativo de Estados Unidos cuenta con los llamados 504 Plans que son protocolos instituidos para facilitar la vida a los estudiantes que, literalmente, “tienen un impedimento físico o mental´” que les afecta o limita para asistir a clase en condiciones.
Los protocolos incluyen, entre otros aspectos, la posibilidad de “sentarse en un lugar preferente”, “dar más tiempo para hacer exámenes y tareas escolares, la reducción de la cantidad de estas y permiso para llegar tarde o faltar a clase”.
De hecho, las dificultades físicas y mentales que se detallan para acogerse a este plan aluden a impedimentos para nadar, respirar, comer, comunicarse, ver, oír, hablar, leer, pensar o aprender, entre otras.
El problema es que los 504 Plans se están aplicando para chicos y chicas que, objetivamente, no están tan seriamente limitados, pero a los que se les ha etiquetado como “frágiles”.
Además, añade la autora, los protocolos se están ampliando y se contemplan comedores especiales, lejos del barullo de la cantina, el acceso a la escuela por la puerta trasera y si hay partidos en la clase de educación física, que no haya un marcador, para así no provocar el trauma a perder.
Hiperniños: ansiedad extrema
Pero en ese hacérselo todo por parte de los padres también les están transmitiendo su ansiedad. Una ansiedad que han interiorizado los propios chicos, y que se ha convertido en extrema.
En octubre de 2017, The New York Times Magazine publicó un reportaje que, según Millet, se hacía eco de los elevados niveles de ansiedad entre los adolescentes. El texto incluía una encuesta que destacaba que el 62% de los alumnos aseguraban sufrir “ansiedad extrema”.
Esta estadística se sumaba a un aumento -el doble- de ingresos hospitalarios por intentos de suicidio adolescente en los últimos diez años, en especial poco después del inicio de curso.
Tanto en EEUU, como en otros países de Europa como Irlanda, por ejemplo, los estudios reflejan que este aumento de ansiedad extrema no se da entre los adolescentes más desfavorecidos, sino entre chicos y chicas de familias pudientes, por, entre otras razones, sus altos niveles de perfeccionismo que les exigen sus padres y/o ellos mismos.
La doctora en psicología por la Universidad de Arizona Suniya Luthar concluyó en sus investigaciones que los chicos educados en familias con muchos recursos tienen hasta tres veces más ratios de depresión que los adolescentes de familias “normales” y el doble de niveles de ansiedad.
Y “no tiene ninguna duda” de que esta crianza se ha convertido en corriente dominante en muchos lugares del mundo
Cita Millet a Gregorio Luri para explicar que los padres hoy se sienten “inseguramente responsables”, y hagan lo que hagan, tienen una voz interna que les dice si no hubiera sido mejor hacer lo contrario. “Es el drama de la paternidad moderna”
La hiperpaternidad no da la felicidad
Según cita Millet en “Hiperniños”, hay otra relevante investigadora, Madeline Levine, que también opina que la hiperpaternidad no da la felicidad .
Levine cree que la parte más difícil que tienen psicólogos, educadores y profesionales de la salud mental es convencer a los padres de que la crianza hiper no funciona.
Para ello recomienda utilizar la empatía y no señalarles con el dedo “porque -afirma- los padres actuales están muy perdidos y tienen muchos miedos y aunque dicen ´sí todo esto tiene sentido, tenemos que confiar y dejar ir a los hijos´, en realidad sufren porque temen que, al hacerlo, al relajarse los van a poner en desventaja”.
En su libro, Millet (blog www.educa2.info) también da claves para revertir esta crianza para hiperniños, haciendo hincapié en las habilidades, más allá de las académicas, que nuestros hijos necesitan para avanzar en la vida.
EFE Salud