Esto de estar juntos y apilados durante la cuarentena es relativamente sencillo con chicos grandes pero puede ser muy difícil con los chiquitos -menores de 4 años-. Ellos no entienden mucho y les cuesta preguntar y entender lo que pasa y sólo pueden llegar a lograrlo a través del juego (como pueden ver en el post que comparto al final de la nota, de la Lic. Maria Catarineu ) y no de explicaciones y mucho menos con gritos, amenazas o penitencias.
Los chiquitos se dan cuenta de que papá y mamá están preocupados, asustados, por momentos sobrepasados, impacientes, que no son los mismos de la semana pasada. Ellos perciben nuestra pérdida de capacidad de sostén y se angustian, lo que a su vez los lleva a portarse mal, a ponerse más demandantes, a llorar, a pelearse.
Esto ocurre porque no tienen recursos internos para darse cuenta de que “el horno no está para bollos”. El susto de sentirse no tan bien sostenidos los lleva a buscar la manera de que vuelvan los padres de siempre
Es imposible lograr que vuelvan los de buen humor y sonrisas pero los que retan sí son los mismos que lo retaron la semana pasada y eso los tranquiliza, porque aunque sea en los retos recuperan a los padres de antes de la cuarentena.
Son chiquitos y -por suerte- no pueden cuidarnos. Es nuestra tarea respirar hondo y acompañar con palabras de comprensión sus enojos, berrinches, quejas, llantos. Y ponernos de acuerdo en ésto con los otros adultos en la casa para no agregarle además las peleas entre papá y mamá por cuestiones de esos chiquitos, porque si no, además, ellos ¡se van a sentir culpables de haber provocado la pelea entre sus padres! Y se van a portar peor, no mejor, porque no tienen recursos para hacer otra cosa.
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Por otro lado, los chiquitos necesitan moverse, cansarse, les falta actividad física, ya sea el jardín de infantes o las hamacas en la plaza, la pelota en el patio, el triciclo, el paseo al supermercado, pasear el perro. En la desesperación por todo lo que tenemos que hacer ellos terminan viendo demasiadas pantallas y se intoxican sin posibilidad de descarga, por lo que se nos puede complicar mucho la vida diaria dentro de casa con esos pequeñines.
Favorezcamos el juego activo, con una pelota blanda al fútbol en el living, escondidas, carreras de obstáculos, saltar con sogas, hula hula, vuelta carnero, abdominales, ¡para ellos todo es juego!
También es fundamental, como muestra Maria en su video al pie, el juego de roles (o de representación), tanto para divertirse como para entender y procesar los acontecimientos de la vida: jugar al doctor y a los policías, poner a los muñecos en cuarentena, todo lo que se nos ocurra para que puedan elaborar lo que ven y oyen en la tele -aunque cuanto menos vean, mejor-. Inventemos antiparras y barbijos y juguemos con ellos por si en algún momento tenemos que salir con ellos o por si los ven en las pantallas.
Resumiendo, entonces, los mas chiquitos necesitan:
- Buena información adaptada a la edad: con pocas palabras y mucho juego, juego de roles de todo tipo (maestra, doctor, policía, etc.), ayudar en las tareas de la casa, no las hacen bien ni rápido pero se entretienen y están felices de hacerlas.
- Más actividad física y menos pantallas, especialmente cero noticieros, padres que no se enojen y entiendan que ellos no tiene otros recursos para llamar la atención de su padres y hacerles notar su miedo, su preocupación y su sensación de falta de sostén que portarse mal, pelear, pegar, gritar o llorar, padres que puedan poner en palabras miedos y preocupaciones de los chicos, incluso jugarlas con ellos.
- Finalmente, padres que se perdonen y hagan lo mejor que puedan, que no dejen la vida ni la pareja en eso, sus chiquitos los van a necesitar durante muchos años…
- Maritchu Seitún es psicóloga. Especializada en crianza y autora de los libros “Criar hijos confiados, motivados y seguros”, “Capacitación emocional para la familia” y “Latentes”, entre otros.
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