Llegamos a esta altura del año con el cansancio de toda la recorrida que hicimos. Miramos atrás y parece que sólo notamos lo que nos faltó, a lo que no llegamos, qué hubiéramos querido hacer pero no hicimos. Venimos de un año lleno de obligaciones, compromisos y nos encontramos verdaderamente cansados.
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Pero aún nos esperan días intensos, con cierres, balances, reuniones de evaluación, presentación de informes, exámenes finales y eventos sociales; diciembre se transforma en un verdadero caos. En medio de este clima general de estrés y alboroto muchas personas sienten colapsar.
Aparecen niños y adultos tensionados, agobiados, tanto con malestar físico (problemas gástricos, taquicardias, dolores de cabeza, dolores musculares, etc.) como emocionales (ganas de llorar, irritación, sensibilidad, dificultad para concentrarse, entre otros).
Tanto el cuerpo como el estado emocional nos dan indicios que debemos saber interpretar, decodificar y atender; no hay que esperar a enfermar para parar
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Para hacerle frente a estos avatares propios de esta época del año, la Licenciada María Gabriela Fernandez Ortega, especialista en estrés, ansiedad y emociones y miembro del Instituto Sincronía, nos recomienda recordar que es todo nuestro organismo el que percibe que estamos llegando a fin de año y este desgano o “fatiga mental” constituye una respuesta adaptativa, es decir que nuestro pensamiento y procesamiento mental entienden que nuevamente llegamos a la culminación de un ciclo.
Esto alcanza para entender porque sentimos cierta tristeza ya que todo final implica un duelo, que aunque sea muy corto, es un período necesario en el cual miramos un poco hacia atrás y realizamos el balance del año. Otro de los sentimientos que puede aparecer es el miedo, hay un poco de incertidumbre por el año que está por comenzar y quizás no poder controlar esa variable nos produzca cierto temor.
Claro que esto es un proceso natural. Todos los organismos vivientes tenemos ciclos orgánicos y es fundamental no tratar de oponernos a este final, todas las emociones y pensamientos representan respuestas funcionales a la época del año que vivimos
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Nos explica la licenciada Fernandez Ortega que es fundamental no tratar de oponernos a este final, todas las emociones y pensamientos representan respuestas funcionales a la época del año que vivimos, pensemos que nuestro organismo está respondiendo de manera adecuada y que es un periodo necesario. No hay que desesperarse, ni resistirse, hay que entender que el ciclo se debe cumplir como todos los años para luego poder volver a empezar.
Es preciso que entendamos y nos hagamos eco de que lo que no se llegó a realizar este año, se podrá hacer el próximo
“La finalización de un año no es sin el comienzo de otro y con este nuevo la idea de renovación, de re-comienzo pero también de continuidad. El 2021 no implica empezar de nuevo, de cero, permite renovar la energía y la esperanza de cambio pero también afianzar los logros, en la continuidad de lo que permanece. Sólo termina el año calendario, los procesos continúan” nos dice Fernandez Ortega.
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Y agrega “Nos estamos salteando lo que significaron nuestros esfuerzos, las razones para haber actuado de una manera en particular, los deseos que sí sentimos, las actitudes de compromiso que sí tomamos, las conductas que sí llevamos adelante. Porque entre tantos “pendientes” que parecemos tener, nos olvidamos de un “pendiente” fundamental, el de “celebrar”. Y también las pequeñas cosas, que son las que en definitiva nos acompañan y hacen a nuestro día.”
Hay que revisar lo que la vida nos sigue ofreciendo con momentos entrañables, inolvidables y que serán irrepetibles
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En estos tiempos, de tantas emociones encontradas, hay que animarse a celebrar la vida y aventurarse al porvenir con menos miedos y más alegría. Brindemos por un año mejor, con posibilidades de cambiar, de crecer, pero también con la expectativa de permanecer y mantener porque en lo que continúa está la sensación de identidad.
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