El movimiento de las minicasas se expande en Europa. Impulsado por la crisis económica e inmobiliaria que azotó Estados Unidos, cruzó el Atlántico en 2005 y desembarcó en las costas de España, para luego avanzar sobre Francia, Italia y otros países.
Así surgieron constructores especializados en minicasas de diseño bioclimático y alta eficiencia energética. Sigue un espíritu reductor y minimalista, que muchos defienden por su propuesta sustentable, ajena a los hábitos de consumo de moda. Además, es un concepto que desafía la imagen de la casa como símbolo de status social o como auténtico alter ego. “Tengo luego soy y valgo. Tengo (y acumulo) mucho, luego soy y valgo mucho”, contra eso va el movimiento de la Tiny House.
Los videos sobre el tema son elocuentes e invitan a pensar. Una chica cuenta que vemos las casas como habitaciones que hay que llenar. Tenemos un dormitorio y por lo tanto pensaremos en amueblarlo con una cama, un armario, una cómoda, etc… La clave está en pensar al revés, en preguntarse qué necesitamos realmente y si un mismo mueble o espacio puede tener varias utilidades según el momento y las necesidades. Según sus propias palabras, gracias a la minicasa, su hogar encaja con su estilo de vida, y su estilo de vida encaja con su hogar.
En las minicasas cuelgan muchas cosas de las paredes, cosas muy útiles, como sillas plegables, televisores de plasma o consolas de videojuegos, en vez de cuadros o decoraciones sin utilidad. Y todo está muy ordenado porque no queda otra.
Antes de mudarse a una minicasa uno ha de someterse a una especie de purga total de sus posesiones, aunque eso no significa renunciar a ciertos lujos o comodidades de la modernidad. Disponen de los electrodomésticos habituales y buena tecnología.
Por qué vivir en una minicasa
Según cuentan los testimonios el premio ante tanto desprendimiento, contención y minimalismo es de entrada económico, puesto que una casa más pequeña significa un desembolso menor para comprarla, menos inversión para mantenerla, menos gastos corrientes.
Pero hay también otros beneficios asociados como por ejemplo el hecho de ganar tiempo (que antes se necesitaba en limpiar y ordenar) para simplemente vivir, para hacer lo que realmente te gusta e interesa.
En la web se pueden leer casos de personas felices de tener una minicasa no tanto por el hecho de tenerla como porque eso les permitía ahorrar dinero y por lo tanto viajar, cosa que no podían hacer antes cuando eran propietarios de una “vivienda convencional”. La propiedad o para ser más exactos, la hipoteca, les poseía a ellos. Casi podríamos decir que los había esclavizado.
Es tal el auge de las minicasas que ya hay casas rodantes, que pueden ser trasladadas. Latinyhouse.com se anuncia como el primer constructor francés de tiny houses, que definen como casas ecológicas sobre ruedas. Y así lo aclaran: no necesitás permiso de construcción sino permiso de conducción. La casa puede remolcarse con una camioneta.
En su web venden distintas opciones: como residencia principal, casa (portátil) de vacaciones, estudio para un joven, habitación para albergar a amigos, habitación para un estudiante, casita para un trabajador que debe temporalmente emigrar a otra ciudad o país, habitación para alojarse durante la visita a los abuelos que viven en otra región…