Lo primero que tenés que hacer antes de comprar un sillón es pensar en tus necesidades y para qué lo vas a usar. ¿Vivís solo? ¿Tenés niños? ¿Edades? ¿Será un lugar familiar o un espacio personal? ¿Será un “objeto” de adorno o estará pensado para tu uso cotidiano? ¿Lo pensás desde la decoración o desde el disfrute?
Si querés un sillón para disfrutarlo mucho y a diario deberías elegir uno cómodo y funcional: que sea súper confortable y, a la vez, fácil de limpiar y/o cuidar. Muchas veces los que tienen fundas lavables son una solución ideal por dos motivos: se sacan y van y vuelven al lavarropas o la tintorería, y podés renovar colores y telas sin un gasto tan elevado como supone cambiar el sillón entero.
Otro tema a evaluar bien es qué solés hacer con tu sillón, para qué y cómo lo vas a usar. Si será el centro de reunión familiar o sólo un rincón de descanso dentro de la casa; si estará en un ambiente que se usa mucho o quedará relegado a reuniones sociales de tanto en tanto; si sólo te interesa que sea lindo y decorativo o querés que lo fundamental es que sea cómodo y esté en función de tu placer y el de tu familia.
Primero medí tu living y luego elegí el sofá
Algo fundamental es tener en claro el tamaño del ambiente adonde irá el sillón. Cuando vayas a comprarlo, llevá encima tres datos básicos: las medidas del living o cuarto, su distribución y, aunque pueda parecer obvio decirlo, cuántas personas lo utilizarán a diario. Recién ahí estarás en condiciones de probar diferentes modelos.
Medir bien el espacio ayudará a disfrutar tu sillón sin atentar contra el espacio. No te olvides que es lindo que el sofá sea amplio pero también que se adapte a las dimensiones de la casa. Si es demasiado grande, será cómodo estar sentado en él pero complicará los desplazamientos.
Qué tener en cuenta al elegir el sillón
- Lo primero a tener en cuenta es que, para que un sofá sea cómodo, no debe ser ni blando ni duro. Y algo más: como norma general, el respaldo debe ser más blando que el asiento.
- Si tenés mascotas, debés escoger un sillón de material duro y fácil de limpiar.
- Si el sillón será usado por personas mayores, es importante que no sea muy bajo, para que no les cueste levantarse.
- La estructura debe ser resistente: los sillones de calidad están pensados para durar muchos años. Deben tener una estructura de madera maciza o metálica –de acero o aluminio–; deben contar con un sistema de cinchas o de muelles en zig-zag que aguante los almohadones o el asiento; y las patas deben formar parte de la propia estructura del sofá, ya que las que están atornilladas son más inseguras y, al mover el sofá para limpiar, terminan siempre aflojándose.
- El relleno del sillón también es clave: para los asientos, las opciones de pluma son el ideal, pero también hay buenas alternativas como la viscoelástica, los muelles o la espuma de poliuretano HR, que tiene una gran resistencia y durabilidad y se deforma poco.
- A la hora de decidir el color, tené en cuenta que los sofás de colores claros tienen la desventaja de hacer que la suciedad se note muy pronto, pero permiten renovarlos con almohadones diferentes cada tanto y combinan con todos. Además, contribuyen con la sensación de dar mayor amplitud a los espacios.
- En general, son preferibles los sofás lisos, sin dibujos ni estampados, debido a que resultan mucho más sencillos de combinar con el resto de los elementos de la sala y no cansan.
Tipos de sillones
Fijo: es el prototipo por excelencia. Puede ser de dos o tres cuerpos. Es el más tradicional
Modular o seccional: son ideales para aprovechar mejor los espacios. Al no ser una sola pieza podés ir variando su posición. Este modelo suele definirse como moderno.
Cama: estos son muy funcionales a la hora de recibir visitas a dormir. Existen muchos tipos y, últimamente, están marcando la moda.
Cómo probar un sillón
La comodidad del sillón es clave y la manera de probar que resultará confortable para nosotros tiene algunos pasos sencillos.
- Al sentarte, las caderas nunca deben quedar más hundidas que las rodillas para que no cueste incorporarse.
- Al apoyar la espalda contra el respaldo, deberías poder apoyar los pies en el suelo.
- Con la espalda apoyada en el respaldo, los riñones deben quedarte protegidos evitando que el cuerpo se deslice hacia abajo.
- Al sentarte, el borde del asiento no debe presionarte la parte posterior de la rodilla.
- Debés poder apoyar el brazo en el apoyabrazos, que debe estar a la altura del codo, no más abajo.
- La cadera no debe quedar más abajo de la altura de las rodillas, ya que eso puede producir lesiones lumbares.