Dos prácticas aparentemente antagónicas se están imponiendo entre los trabajadores independientes que pueden decidir cuando y donde trabajar. Una es trabajar desde su propia casa, con los beneficios y problemas que ello conlleva. La otra es trabajar en cualquier sitio, viajar, instalarse un tiempo en un lugar que disponga de las comodidades necesarias para que cada uno pueda desarrollar su actividad y luego seguir camino hacia otro lugar que pueda ofrecer esa mínima respuesta básica.
Pensando en este segundo grupo de trabajadores es que cuatro estudiantes de postgrado del estudio inglés Feilden Clegg Bradley Studio han instalado recientemente sus primeras dos residencias móviles para artistas en South Downs, Gran Bretaña, a las que llamaron los dos primeros “Observatorios artísticos móviles”. Construidos sobre cimientos portátiles, el estudio y el taller estarán viajando y “visitando” cuatro lugares distintos en los próximos dos años.
El proyecto fusiona arte, arquitectura y el paisaje del entorno inmediato a través del diseño y la funcionalidad. Dos pequeñas estructuras de madera (diseñadas especialmente para caber en un camión de cama plana) se asientan sobre bases prefabricadas giratorias para permitir que el artista / visitante pueda generar y conseguir crear sus propios puntos de vista a través de la arquitectura.
Los módulos pueden girar 360 grados y solo lleva aproximadamente 5 minutos realizar esa tarea de rotación.
Esto permite determinar también la relación entre los dos módulos del proyecto (el estudio y el taller) en función de sus orientaciones. Es decir, que uno puede decidir como colocar los módulos de acuerdo a criterios de orientación cardinal o por vistas que tenga el paisaje y también pensando en cómo se relacionan los dos módulos entre sí.
Como parte integral del proyecto se realizaron estudios exhaustivos para verificar la sustentabilidad de la obra, tanto en lo que respecta a los materiales utilizados, como así también en lo referente al modo en que se obtuvieron y trabajaron esos materiales y también con respecto a los detalles limpios que los conectan.
Para ejecutar los módulos se utiliza un tipo de alerce siberiano que se cultiva localmente y se utiliza en conjunción con el método de carbonización Sugi Shou para crear un eficiente revestimiento exterior natural que proteja la madera.
El Sugi es una técnica tradicional japonesa en que la superficie de la madera es carbonizada y aceitada. El interior está revestido en madera de acoya, un árbol también local cuya madera es muy duradera y prácticamente no requiere mantenimiento.
Cada estructura también produce y almacena recursos. El estudio genera la electricidad con el uso de paneles solares en el techo, mientras que el taller está provisto de “tiendas de agua de lluvia” que filtran y almacenan ese elemento natural para el consumo o la limpieza de los suministros de artistas.
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