Se llama Carlo Acutis y nació el 3 de mayo de 1991, en Londres, donde sus padres vivían temporalmente y por cuestiones laborales. A los 6 meses, tras su bautismo, volvió a Italia con sus papás, que se sorprendieron ante los pedidos de su hijo desde que empezó a hablar, sobre todo porque ellos eran creyentes pero no practicantes. Es que jamás imaginaron el destino que les tocaría: su hijo anticipó su muerte, que llegó cuando tenía 15 años, y será beatificado por el Papa Francisco el próximo 10 de octubre por haber intervenido en la sanación de un niño brasileño. Cuando abrieron su tumba, su cuerpo estaba incorrupto a pesar de haber pasado 14 años.
Pero hay otro tema muy llamativo: Carlo era un apasionado de los milagros eucarísticos y de las apariciones de la Virgen y, con menos de 15 años, realizó increíbles exposiciones digitales sobre el tema. Así logró que esas “señales” llegaran a los cinco continentes y a todos los rincones del mundo.
Todo empezó muy temprano. A los 3 años, Carlo le pedía a su madre ir a la iglesia “para saludar a Jesús” y, de camino, recogía flores en los parques de Milán para “regalarle a la Virgen”. Y en todos los sitios que visitaba insistía con entrar a cada una de las iglesias para rezar y así sentirse más cerca de Dios. “No era algo que estimulemos. Yo sólo había ido tres veces a la iglesia: para mi comunión, mi confirmación y mi boda”, contó su mamá, quien conoció a una niñera polaca llamada Beata, devota de Juan Pablo II, que le hizo descubrir la fe cuando nació su hijo.
Pero la primera gran sorpresa fue a los 7 años, cuando Carlo le pidió a sus padres que le permitieran tomar la Primera Comunión porque la Eucaristía era su “autopista hacia el Cielo”.
Carlo pertenecía a una familia de muy buen nivel económico y, desde que tuvo conciencia, se preocupó por ayudar a los más humildes. Al volver la escuela, después de jugar con sus amigos salía con su mamá a repartir comida entre las personas que vivían en la calle.
Además, a diario asistía a misa y rezaba el rosario. De adolescente, fue voluntario en comedores sociales y guardaba parte de la comida de su plato para dársela a quienes realmente la necesitaban.
Carlo solía decir que le gustaba “vivir como un original, para no morir como una fotocopia” y que la única mujer de su vida era la Virgen María
En su barrio, se hizo conocido como “el ciberapóstol de la Eucaristía”, ya que se dedicó al catecismo de manera presencial, pero también de modo virtual, llegando así al corazón de muchos niños y jóvenes, a la vez que desarrollaba su pasión por el mundo de la informática.
De hecho, lanzó un exitoso proyecto virtual relacionado con los milagros eucarísticos, dando testimonio de la fe a través de la generación de distintos sitios web y buscando la difusión masiva de los contenidos religiosos.
Carlo decía que quería llevar la palabra de Dios a través de la tecnología, algo que, tras su beatificación, podría convertir a este joven evangelizador del siglo XXI en “Patrono de Internet”.
Sus seguidores lo llaman el primer “influencer de Dios”. No es casual: con solo 14 años, realizó una exposición sobre los milagros eucarísticos en el mundo, con una recopilación de 136 hechos. La misma recorrió los cinco continentes
“Es cierto que el mundo digital puede exponerte al riesgo de encerrarte en ti mismo, al aislamiento o al placer vacío. Pero no se debe olvidar que hay jóvenes que en estas áreas, también, son creativos y a veces brillantes”, dijo el Papa Francisco.
El paso de Carlo por este mundo fue demasiado breve, pero dejó huellas que calaron profundo. Tres meses antes de fallecer, predijo su propia muerte y el momento quedó inmortalizado en un video que grabó él mismo con una sonrisa en sus labios. Su mamá lo encontró en su computadora días después de su fallecimiento, cuando escuchó una voz y fue en busca de una señal.
A los 15 años, en octubre de 2006, Carlo empezó a sentirse muy mal y fue internado de urgencia. Ni bien entró, miró a su madre y le dijo: “No saldré de aquí, pero no te preocupes: el Señor me regaló un hermoso despertador y te daré muchas señales”. Le diagnosticaron leucemia mieloide aguda, en su grado más agresivo, y murió poco después.
“Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al Cielo”, dijo días antes de su muerte, que ocurrió el 12 de octubre de 2006, en Monza. A pesar de vivir en Milán, había pedido que sus restos descansaran en Asís, y así fue
Su madre aseguró que el día de su funeral asistieron cientos de desconocidos y que luego se enteró que eran personas a quienes su hijo había ayudado.
A los pocos días de fallecimiento, Antonia se despertó con una voz. Corrió al cuarto de su hijo esperando alguna señal. Entonces, encendió la computadora y encontró un video que Carlo había grabado en Asís, tres meses antes de que le diagnosticaran leucemia. “Cuando pese 70 kilos, estoy destinado a morir”, decía frente a la cámara, mientras miraba al cielo. Y así fue: ese era su peso cuando su vida se apagó para siempre.
Pero no fue lo único que anticipó: en 2010, a los 43 años, Antonia dio a luz a los mellizos Francesca y Michele. No la sorprendió: Carlo se lo había vaticinado tres años antes de morir
El 12 de octubre de 2013, cuando se cumplía el séptimo aniversario de su muerte, se produjo el milagro por el que ahora será beatificado. Un niño brasileño que padecía de páncreas anular, una enfermedad irreversible y mortal, fue con su abuelo a una misa en la capilla de Nuestra Señora Aparecida, en Campo Grande de Mato Grosso del Sur.
La gravedad del niño era tal que no podía dejar de vomitar y se limpiaba permanentemente con una toalla. Apenas podía mantenerse de pie pero siguió el consejo de su abuelo cuando, durante la misa, se exhibió una reliquia de Carlo -un pequeño trozo de tela de su ropa-: “pedile dejar de vomitar”, le dijo. Su nieto repitió esas palabras.
Desde entonces, jamás volvió a vomitar y los médicos aseguran que se curó por completo. Sus estudios clínicos muestran que su páncreas se convirtió en un órgano normal, a pesar de que el cuadro severo que padecía lo llevaría a una muerte pronta y segura.
Podés ver las exposiciones de Carlo aquí
El mismo año en que ocurrió la sanación del niño brasileño comenzó el proceso de canonización en la Arquidiócesis de Milán. El 5 de julio de 2018, el Papa Francisco declaró a Carlo Acutis como Venerable Siervo de Dios, y el 21 de febrero de 2020, aprobó el milagro que se le atribuye por el chico de Brasil y por el cual será beatificado.
Cuando abrieron la bóveda, en el Santuario de la Expoliación de Asís, el cuerpo estaba incorrupto. El adolescente está vestido con jeans, zapatillas y una campera deportiva. Lleva un rosario en sus manos y tiene una expresión en su rostro tan llena de paz que parece simplemente estar dormido
Su madre estuvo presente en el momento en que abrieron su tumba para el reconocimiento canónico. Mantenía el peso exacto de 70 kilos que Carlo anunciaba en el video y que ella encontró aquella noche en su computadora y el cuerpo estaba íntegro como el primer día, a pesar de haber pasado 14 años. Desde entonces, una cámara enfoca de manera permanente su tumba ubicada en Asís. La misma estará visible hasta unos días después de su beatificación.
Desde el Vaticano confiaron que “se hicieron trabajos sobre el rostro, y es bonito que por primera vez en la historia se pueda ver a un santo vestido con pantalones jeans, zapatillas de deporte y remera. Eso es un gran mensaje. Podemos sentir su santidad no como una cosa lejana, sino como algo al alcance de todos, porque el Señor es Señor de todos”.
El corazón del joven será exhibido como reliquia en la Basílica Papal de San Francisco de Asís
El próximo sábado 10 de octubre a las 16 horas se llevará a cabo la ceremonia en Asís, que estaba prevista para los primeros meses del año, pero que tuvo que ser aplazada por la pandemia. Su tumba permanecerá abierta y sus restos estarán visibles hasta el 17 de octubre, con el objetivo de evitar aglomeraciones durante el día de su beatificación.
La ceremonia se podrá seguir por streaming gracias a internet, la tecnología de la comunicación que el “ciberapóstol de la Eucaristía” utilizaba para llevar la Palabra de Dios al mundo entero.
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